Voy a desarrollar los siguientes s con toda la tensión, el conflicto interno de la manada y la desesperación de Luke. Mantendré el tono oscuro, con mucha introspección, describiendo la lucha de poder entre Natan y la manada, la amenaza de los cazadores y el papel de Rita como una pieza clave en medio de todo el caos.El olor a peligro está en el aire. Lo percibo incluso desde aquí, encadenado en la oscuridad. Es una mezcla de pólvora, metal y sudor humano. Un olor que reconozco demasiado bien.Los cazadores.Han venido por nosotros.Oigo el caos arriba. Pisadas apresuradas, gruñidos, órdenes gritadas entre dientes. La manada se mueve, inquieta, como una bestia herida. No saben qué hacer.Y yo…Yo sigo aquí, atrapado, impotente.Aprieto los puños hasta que las garras se me clavan en la piel. Mi sangre gotea sobre la piedra fría.—Esto es un desastre —gruñe una voz.Reconozco a Rain antes de verlo aparecer en la penumbra. Me mira con su sonrisa torcida, pero esta vez no hay burla en sus
El lobo dentro de mí explota.Me transformo en un segundo, los músculos estallando, la piel desgarrándose en el cambio. Siento la fuerza, la rabia.Y ataco.Los agarro desprevenidos. Mi cuerpo choca contra Rain con el impacto de un rayo. Mi mandíbula se cierra sobre su hombro, la sangre brota caliente en mi boca. Él grita, pero no me detengo.Otro lobo salta sobre mí. Siento sus garras desgarrándome el costado, pero lo lanzo contra la pared de un zarpazo.Rita se aparta, aterrada.—¡Corre! —le grito.Ella duda un segundo.Y en ese segundo, Rain se recupera.Me golpea con toda su fuerza, su puño convertido en garra me atraviesa el abdomen. Un rugido de dolor se me escapa.El aire se me va.Caigo de rodillas.Los otros me rodean.Rain se limpia la sangre del labio roto y sonríe.—Te vamos a hacer mierda, Luke.Siento el sabor metálico en la boca.No me importa.Si voy a caer, me los voy a llevar conmigo.Me preparo para pelear hasta la muerte.Pero entonces, otro sonido.Un estruendo en
La presión aumenta. Mi cuerpo no responde. La sangre empapa mi pelaje. Cada movimiento se siente como si me estuvieran desgarrando.Rita, sin embargo, no retrocede. Su mirada desafiante fija a Natan, aunque el miedo le tiembla en las manos.—¡Déjalo! —le grita. Su voz se eleva sobre el rugido de los cazadores. Algo en ella ha cambiado. Algo en mí también.Natan se detiene. Su mirada se cruza con la mía. Y es en ese instante que todo se desmorona.Los recuerdos vuelven como un torrente, como si una puerta que había estado cerrada se abriera de golpe. La vieja ciudad. La noche en que nos mezclamos entre los humanos. Yo, un chico perdido en un mar de sensaciones nuevas. Natan a mi lado, siempre vigilante, siempre dispuesto a apartarme de lo que creía que deseaba.Recuerdo a la chica. Ella, con su risa inocente. El roce de sus labios contra los míos, un beso robado en medio de la oscuridad. Todo eso lo desterré de mi memoria, pero ahora… ahora lo veo de nuevo con claridad.Natan me lo hab
Rita ha sido todo para mí, desde que la conocí. Su fortaleza, su pasión, su amor. Todo lo que soy ahora, cada fibra de mi ser, se ha moldeado por ella. No voy a dejar que Natan me arrebate lo único que me hace humano.Me arrastro de nuevo hacia él, sabiendo que no tengo opción, que cada segundo que paso sin enfrentarme a él me acerca más a perderla para siempre. Pero la fuerza de Natan, alimentada por años de rencor y odio, es demasiado. El choque es brutal, y el peso de su lobo me aplasta, me obliga a caer de nuevo.Un rugido, algo entre desesperación y rabia, escapa de mí, y por un momento, veo algo en los ojos de Natan. No es sólo odio. Es miedo. Miedo a perder el control. A perder lo que siempre tuvo. A perder lo que siempre pensó que me quitó. Yo.—No quiero esto, Luke. —Su voz suena más baja, más quebrada de lo que nunca pensé que sería posible. Pero no me detengo. No puedo.Me lanza una mirada de rabia, y la furia se convierte en una decisión.—¡Lo haré, Luke! —Su lobo se acerc
Natan se planta frente a mí, su forma de lobo irradiando un poder que no había visto antes. Su pelaje negro se eriza bajo la luna llena, su hocico arrugado en una mueca de desprecio. A su alrededor, la manada espera, expectante. Algunos tienen los ojos clavados en mí, otros en Rita. Y yo sé lo que están pensando.No es solo un sacrificio. Es una advertencia.Mi respiración es un gruñido bajo en mi garganta. Estoy herido, agotado, pero no voy a darles el placer de verme caer sin pelear. Natan quiere que elija. Mi vida o la de Rita. Pero lo que no entiende es que no hay elección posible. Sin ella, ya estoy muerto.Rita tiembla, pero no por miedo. La veo alzar la cabeza, desafiante, mirándome con esos ojos que nunca han dejado de pelear. No me dejes, parecen decirme, aunque no pronuncia una palabra. Y no lo haré.—No hay elección, Natan —gruño, forzando mi cuerpo a mantenerse en pie—. No voy a dejar que la toquen.Natan suelta un bufido y se acerca, sus ojos brillando como brasas. Se mue
El sótano apesta a humedad y a desesperación.Las cadenas me mantienen inmóvil, frías y pesadas contra mi piel. He intentado romperlas. He intentado arrancarlas, desgarrarlas con mis propias fauces, pero están hechas para contenernos. Son gruesas, forjadas con el metal que la manada reserva para los traidores.Y ahora, eso es lo que soy.Traidor.Natan se aseguró de que todos lo creyeran. No importa que yo haya liderado la manada toda mi vida, no importa que haya peleado, sangrado y matado por ellos. Ahora soy solo un perro encadenado.Pero Rita…Ella sigue ahí afuera.No sé qué están haciendo con ella. No sé qué ha decidido Natan. Sé que no va a matarla de inmediato. No, no después de lo que pasó. Ahora, su orgullo está herido. Ahora, quiere hacerme sufrir.Y lo está logrando.Cierro los ojos, intentando respirar, intentando contener la rabia que amenaza con desbordarme. Mi cuerpo está roto. Me duele hasta la médula. Pero nada duele más que saber que ella está allá arriba, sola, rode
La noche se estira sobre nosotros como un sudario.Desde mi celda, escucho el murmullo de la manada reunida. El aire está cargado de expectativa, de resentimiento contenido. Saben lo que va a pasar. Saben lo que tiene que pasar.Mi pecho se hincha con furia.Rita está ahí afuera, sola.No puedo verla desde aquí, pero su presencia es un eco en mis entrañas.La manada se divide entre aquellos que quieren deshacerse de ella y los que creen que yo todavía puedo hacer algo por ellos. No es compasión. No es lealtad. Es simple instinto de supervivencia. Saben que los cazadores nos están cercando. Saben que si alguien puede salvarlos, soy yo.Pero Natan es el Alfa ahora.Y él no va a soltar su poder tan fácil.Las voces suben de volumen. Discuten. Se desafían. Me esfuerzo en afinar el oído.—Es culpa de ella —gruñe uno—. Desde que llegó, todo se ha ido a la mierda.—¿Y qué? ¿Vamos a sacrificarla? ¿Como si fuéramos salvajes?—Somos salvajes.—¡Luke jamás lo permitiría!—Luke ya no es nadie.Mi
El frío del suelo de piedra se filtra a través de mi piel, penetrando hasta los huesos. El aire aquí abajo es espeso, rancio, cargado de humedad y desesperanza. No sé cuántas horas llevo encerrado. Tal vez días. Tal vez más.Estoy encadenado a la pared como un animal rabioso. Como si fuera una bestia incapaz de razonar. Lo peor es que eso es lo que creen de mí ahora. Un Alfa caído. Un error.Las cadenas que rodean mis muñecas y tobillos están impregnadas con algo que me debilita. No es solo plata. Es más que eso. Cada vez que intento tirar de ellas, siento el ardor recorriéndome los músculos, drenando mi fuerza. Me han reducido a poco más que un hombre ordinario.Un hombre ordinario no puede salvarla.Rita.El simple hecho de pensar en su nombre hace que la rabia me hierva en la sangre. No porque la culpe. No porque haya hecho algo mal. Sino porque está sola. En manos de ellos. Y yo aquí, atado como un perro callejero, incapaz de moverme, incapaz de pelear por ella.Mis garras raspan