Tal vez fuera el hecho de verla con su ropa puesta lo que lo había desconcertado, o quizás fuera cómo se veía de sencilla, pero cualquiera que fuese el motivo, no tenía por qué comportarse de aquella manera. Ella se llevó la mano al cabello preguntándose preocupada si tan horrible se veía, ¿o era por la ropa? Se miró a sí misma y volvió a mirarlo, él alzó la ceja mostrando confusión y algo de sorpresa al notar la preocupación en ella, ¿de verdad no sabía lo que estaba pasando? Por un momento apareció una sonrisa fugaz por su rostro y ella pareció notarlo porque en seguida frunció el ceño confusa. Él caminó hacia ella con el plástico que llevaba en las manos.―Siéntate, por favor.Ella obedeció sin dejar de mirarlo. Henry se acuclilló frente a ella como lo hiciera cuando la trajo a la casa. Tomó con delicadeza una de sus piernas y la depositó sobre su pierna ante la mirada atónita de la chica.―¿Q...qué hace?―Curarte.Abrió el plástico y sacó de él un bote de vaselina que había conseg
Cuando ella se despertó le latía fuerte el corazón, se incorporó sobre la cama de golpe, parecía que acababa de correr una maratón, su mirada se dirigió hacia la puerta, seguía apoyada. Se llevó la mano al pecho y respiró tranquila. Miró alrededor y recordó que ya no se encontraba en casa de sus padres. Miró hacia el enorme ventanal, a través de las cortinas se asomaba la luz del día, había amanecido. Apartó las sábanas y en sus pies todavía seguían las gasas puestas. Se sentó al borde la cama y se dispuso a quitarlas, se estremeció de tan solo recordar cómo aquel hombre le había untado aquella pomada ¿por qué era tan extraño? Se preguntaba, nadie se había portado tan delicadamente con ella desde que falleciera su padre. Una vez que murió, Gregorio y su hijo se mudaron en la casa con ellas y desde entonces comenzó la pesadilla. Se obligó a sí misma a no recordar aquello, había podido librarse de ello y haría cualquier cosa por que siguiera de esa manera. Si al menos tuviera sus docum
El auto se detuvo frente a una tienda de marca elegante. Si quería que la chica confiara en ella debía mantener su mentira y un lugar como aquel es lo que se permitiría Henry.―Hemos llegado. ―le dijo a la chica que seguía manteniendo su nerviosismo. Se bajaron del auto y pagó al taxista. ―Entremos.Emma miró el local, lo conocía, su madre la había pedido que la acompañara allí una vez, era para comprarse el vestido para la cena de compromiso. No sabía ni para qué la quería con ella si más tarde llegó su amiga a ayudarla a escoger el vestido y acabó quedándose en segundo plano, su madre se había olvidado por completo de su presencia.Subieron los escalones hasta lograr entrar en el establecimiento que estaba ya abierto. ―Tú entra y mira qué es lo que te gusta. Ahora te alcanzo. ―dijo la mujer obligándola a entrar.La chica se quedó dentro de la tienda de pie, desorientada, no sabía qué tenía que hacer, no había pedido estar allí, no quería que le compraran ropa. Una mujer bien arregl
Él se separó de ella cuando el auto se hubo alejado. Ella no sabía cómo abrir los ojos, respiraba agitadamente y estaba segura de que, de no seguir agarrada por él, se habría caído.―Se han ido―lo escuchó decir. Ella abrió los ojos para mirarlo, él le acarició el cabello con la mano libre―¿Estás bien?¡¿Qué si estaba bien?! ¡acababa de besarla! ¿Por qué pensó que podía hacer eso? Ya te lo dijo, solo era para despistar a tus perseguidores los cuales ya se fueron, de nada. Su mente la recriminaba. Ella en cambio pensaba que no había sido la mejor opción, desafortunadamente sintió que no tenía control ni de su voz ni de su cuerpo.―Volvamos a casa. ―le decía él. Pareciera que no le había afectado para nada lo que acababa de pasar.Se posicionó de lado y la ayudó a bajar las escaleras. Junto al auto que los esperaba, vio a un joven de pie observándolos con total asombro, al menos alguien que sabía que aquella situación no era para nada normal, pensó ella.―Mario, ayude con las cosas, por
Emma escuchó unos golpecitos contra la puerta y le palpitó aún más fuerte el corazón, sabía que era él. Ella estaba de pie en medio de la habitación, después de lo que había escuchado abajo se había puesto a dar vueltas mientras se comía las uñas. Miró hacia la puerta y enseguida ésta se abrió y apareció Henry, podía escuchar su corazón palpitar con fuerza. Él entró por completo y avanzó hacia el centro de la habitación, llevaba las bolsas que habían traído de la tienda, las depositó junto a la cama y luego le mantuvo la mirada a la chica por unos instantes, pero ella evitaba verle a la cara.―Creo que te debo una disculpa―dijo y ella lo miró sorprendida. ―Lamento haberte besado. Pensé que no había otra manera, pero ahora me doy cuenta de que fue imprudente de mi parte, lo siento.Ella lo miraba sin saber qué pensar, ¿de verdad que era ahora cuando se daba cuenta de que no era normal lo que había hecho? ¿Y qué pasaba con lo que había escuchado allí abajo? ¿Él estaría dispuesto a casar
Caminó hacia la cocina, una vez allí se acercó al refrigerador y lo abrió. Se trataba de uno de esos modernos incrustados a la pared y con acceso a la red. Se encontraba medio llena, al parecer Fiona no acababa de hacer la compra y gracias a ella Henry ya no tenía criada. Soltó aliento. ¿Cuántos problemas más iba a crearle?En la nevera había mucha verdura y frutas y algo de carne. No era una gran cocinera, pero estudiar fuera de casa le había hecho aprender muchas cosas y entre ellas estaba cocinar, sin embargo, eso no aseguraba que a Henry fuese a gustarle su comida, ¿le gustaría? Pensó preocupada. No le quedaba de otra, debía intentarlo. Quitó lo necesario y lo colocó sobre la encimera, junto al fregadero.Se hizo una trenza con su pelo, no tenía con qué recogerlo, y seguido se lavó las manos. Comenzó con la preparación, iba a preparar uno de sus mejores platos, tenía que gustarle a aquel hombre que desde el primer día había decidido ayudarla aun sin saber quién era. Sin pretenderl
Emma se sentía agobiada, que estuviera con los padres de Henry era demasiado.Se había quedado tendida en el sofá cuando escuchó que se abría la puerta, al principio pensó que era él quien al final regresaba, sin embargo, vio una pareja que entraba en la casa comentando en voz alta. Se puso de pie de inmediato en medio del salón preguntándose quiénes eran aquellas personas, si venían por la boda del siguiente, no se esperaba que fuera tan pronto. Los señores se detuvieron al notar su presencia, pero lo que más la incomodó a la chica era la manera en que la estaban mirando, parecían escudriñarla.―¿Crees que sea ella? ―escuchó que murmuraba la mujer al hombre que parecía ser su esposo mientras se inclinaba hacia él mostrándole algo en el móvil que llevaba en la mano. El hombre miró lo que le mostraba la mujer y alternativamente le echó otro vistazo a la chica.―Me parece que tienen el mismo pelo, obviamente es ella, o no estaría aquí, ¿no crees?¿Qué estaba pasando? Se empezaba a pregu
―Mmm, la lasaña de verduras está deliciosa―objetó la mujer después de un rato de silencio en que estaban los cinco comiendo.―Me ha encantado la crema―dijo Tomás.―¿Nos diréis ya qué es lo que os ha traído hasta aquí, o debemos seguir esperando? ―habló Henry evidentemente impaciente.―Nunca nos cuentas nada de ti, decidiste apartar definitivamente a tus padres de tu vida. Nos obligaste a espiarte. ―dijo con calma Shara, su madre.―¿Qué queréis decir con eso?―Creo que será mejor que se lo mostremos ―dijo Tomás después de beberse su vaso de vino sin alcohol.―¿Mostrarme el qué?La mujer dejó por un momento el cubierto para tomar su móvil y buscar la fotografía. Sonrió una vez la localizó y se la mostró a su hijo.―Fue así que supimos que tenías una nueva novia.Henry tomó sorprendido el móvil para ver mejor la fotografía, eso era el colmo, observó a Emma de reojo, ella también tenía curiosidad por saber de qué se trataba, y no podía ocultárselo.―¿Cómo la habéis conseguido? ―se dirigió