El auto se detuvo frente a una tienda de marca elegante. Si quería que la chica confiara en ella debía mantener su mentira y un lugar como aquel es lo que se permitiría Henry.―Hemos llegado. ―le dijo a la chica que seguía manteniendo su nerviosismo. Se bajaron del auto y pagó al taxista. ―Entremos.Emma miró el local, lo conocía, su madre la había pedido que la acompañara allí una vez, era para comprarse el vestido para la cena de compromiso. No sabía ni para qué la quería con ella si más tarde llegó su amiga a ayudarla a escoger el vestido y acabó quedándose en segundo plano, su madre se había olvidado por completo de su presencia.Subieron los escalones hasta lograr entrar en el establecimiento que estaba ya abierto. ―Tú entra y mira qué es lo que te gusta. Ahora te alcanzo. ―dijo la mujer obligándola a entrar.La chica se quedó dentro de la tienda de pie, desorientada, no sabía qué tenía que hacer, no había pedido estar allí, no quería que le compraran ropa. Una mujer bien arregl
Él se separó de ella cuando el auto se hubo alejado. Ella no sabía cómo abrir los ojos, respiraba agitadamente y estaba segura de que, de no seguir agarrada por él, se habría caído.―Se han ido―lo escuchó decir. Ella abrió los ojos para mirarlo, él le acarició el cabello con la mano libre―¿Estás bien?¡¿Qué si estaba bien?! ¡acababa de besarla! ¿Por qué pensó que podía hacer eso? Ya te lo dijo, solo era para despistar a tus perseguidores los cuales ya se fueron, de nada. Su mente la recriminaba. Ella en cambio pensaba que no había sido la mejor opción, desafortunadamente sintió que no tenía control ni de su voz ni de su cuerpo.―Volvamos a casa. ―le decía él. Pareciera que no le había afectado para nada lo que acababa de pasar.Se posicionó de lado y la ayudó a bajar las escaleras. Junto al auto que los esperaba, vio a un joven de pie observándolos con total asombro, al menos alguien que sabía que aquella situación no era para nada normal, pensó ella.―Mario, ayude con las cosas, por
Emma escuchó unos golpecitos contra la puerta y le palpitó aún más fuerte el corazón, sabía que era él. Ella estaba de pie en medio de la habitación, después de lo que había escuchado abajo se había puesto a dar vueltas mientras se comía las uñas. Miró hacia la puerta y enseguida ésta se abrió y apareció Henry, podía escuchar su corazón palpitar con fuerza. Él entró por completo y avanzó hacia el centro de la habitación, llevaba las bolsas que habían traído de la tienda, las depositó junto a la cama y luego le mantuvo la mirada a la chica por unos instantes, pero ella evitaba verle a la cara.―Creo que te debo una disculpa―dijo y ella lo miró sorprendida. ―Lamento haberte besado. Pensé que no había otra manera, pero ahora me doy cuenta de que fue imprudente de mi parte, lo siento.Ella lo miraba sin saber qué pensar, ¿de verdad que era ahora cuando se daba cuenta de que no era normal lo que había hecho? ¿Y qué pasaba con lo que había escuchado allí abajo? ¿Él estaría dispuesto a casar
Caminó hacia la cocina, una vez allí se acercó al refrigerador y lo abrió. Se trataba de uno de esos modernos incrustados a la pared y con acceso a la red. Se encontraba medio llena, al parecer Fiona no acababa de hacer la compra y gracias a ella Henry ya no tenía criada. Soltó aliento. ¿Cuántos problemas más iba a crearle?En la nevera había mucha verdura y frutas y algo de carne. No era una gran cocinera, pero estudiar fuera de casa le había hecho aprender muchas cosas y entre ellas estaba cocinar, sin embargo, eso no aseguraba que a Henry fuese a gustarle su comida, ¿le gustaría? Pensó preocupada. No le quedaba de otra, debía intentarlo. Quitó lo necesario y lo colocó sobre la encimera, junto al fregadero.Se hizo una trenza con su pelo, no tenía con qué recogerlo, y seguido se lavó las manos. Comenzó con la preparación, iba a preparar uno de sus mejores platos, tenía que gustarle a aquel hombre que desde el primer día había decidido ayudarla aun sin saber quién era. Sin pretenderl
Emma se sentía agobiada, que estuviera con los padres de Henry era demasiado.Se había quedado tendida en el sofá cuando escuchó que se abría la puerta, al principio pensó que era él quien al final regresaba, sin embargo, vio una pareja que entraba en la casa comentando en voz alta. Se puso de pie de inmediato en medio del salón preguntándose quiénes eran aquellas personas, si venían por la boda del siguiente, no se esperaba que fuera tan pronto. Los señores se detuvieron al notar su presencia, pero lo que más la incomodó a la chica era la manera en que la estaban mirando, parecían escudriñarla.―¿Crees que sea ella? ―escuchó que murmuraba la mujer al hombre que parecía ser su esposo mientras se inclinaba hacia él mostrándole algo en el móvil que llevaba en la mano. El hombre miró lo que le mostraba la mujer y alternativamente le echó otro vistazo a la chica.―Me parece que tienen el mismo pelo, obviamente es ella, o no estaría aquí, ¿no crees?¿Qué estaba pasando? Se empezaba a pregu
―Mmm, la lasaña de verduras está deliciosa―objetó la mujer después de un rato de silencio en que estaban los cinco comiendo.―Me ha encantado la crema―dijo Tomás.―¿Nos diréis ya qué es lo que os ha traído hasta aquí, o debemos seguir esperando? ―habló Henry evidentemente impaciente.―Nunca nos cuentas nada de ti, decidiste apartar definitivamente a tus padres de tu vida. Nos obligaste a espiarte. ―dijo con calma Shara, su madre.―¿Qué queréis decir con eso?―Creo que será mejor que se lo mostremos ―dijo Tomás después de beberse su vaso de vino sin alcohol.―¿Mostrarme el qué?La mujer dejó por un momento el cubierto para tomar su móvil y buscar la fotografía. Sonrió una vez la localizó y se la mostró a su hijo.―Fue así que supimos que tenías una nueva novia.Henry tomó sorprendido el móvil para ver mejor la fotografía, eso era el colmo, observó a Emma de reojo, ella también tenía curiosidad por saber de qué se trataba, y no podía ocultárselo.―¿Cómo la habéis conseguido? ―se dirigió
Emma tenía la mirada puesta en la mano de Henry unida a la suya mientras él la conducía en silencio hacia las escaleras que llevaban a las habitaciones. Después del comentario de Shara, él se había despedido de sus padres diciéndoles que tenían que comentar algunas cosas y que tenían que necesitaban privacidad. Sin embargo, ella podía notar en su rostro que estaba molesto, o enfadado, no podía describir exactamente su expresión, y eso era por lo que su madre le había contado de ella. Pensó en las palabras de Fiona, ella le había dicho que él no se fiaba de las mujeres, ¿y si pensaba que ella se estaba aprovechando de sus padres para estar con él? ¡Eso no era cierto! Ella no tenía ninguna mala intención contra él, no estaba interesada en su familia, solo había intentado hacer bien las cosas sin que sospecharan, ¿no era eso lo que quería él?Cruzaron el pasillo y se sorprendió cuando vio que pasaban el cuarto donde se quedaba ella y se dirigían al cuarto de él, una vez allí, él abrió la
Había que verlo para creerlo. Aquella chica cada vez lo sorprendía más, no creía que pudiera ser real. Se preguntaba cómo había sido criada. Su madre no parecía de buen ejemplo para educar a una alguien como ella. ¿Estaría loco si aventuraba a decir que podía gustarle? No, era demasiado precipitado, a veces tenías que ver las cosas para poder creértelas. Soltó aliento.―Lo siento―dijo ella acariciando nerviosa el cuello―creo que me he pasado.―No lo sientas. No has dicho nada malo.―Creo que sí. Al decir eso solo lo he hecho pensando en mí y no en lo que le convenía a usted. Lo siento.Observó de nuevo el contrato y se concentró en el punto cuatro que decía: Durante el contrato, no habrá contacto físico entre las dos partes, a menos que exista un consentimiento mutuo.Releyó una y otra vez aquel punto, consentimiento mutuo ¿había posibilidad de que aquello sucediera o solo se redactó por pura formalidad? No podía preguntárselo, ¿y si la malentendía?―Si necesitas alguna otra aclaració