Él se soltó la mano de pronto, no quería que pareciera que la estaba obligando a nada, y se incorporó en el sofá después de apartarse la manta a un lado.―Lo siento, ―se disculpó. ―Dame solo un segundo, por favor.Le estaba viendo suplicarle, no podía seguir viéndolo así. Sin decir nada se sentó en el sofá junto a él, sorprendiéndolo por un instante, pero tuvo que reaccionar pronto, estaba teniendo la oportunidad de hablarle y que le escuchara.―Sé que no tiene perdón nada de lo que te hice, y no solo por el hecho de que lo hiciera sino porque a causa de esos errores estuve a punto de perderte para siempre y eso no me lo perdono. Tal vez no me merezca tu perdón, pero te necesito a mi lado, te quiero conmigo, y a nuestro hijo, claro. ―el corazón de la chica palpitó con fuerza, no lo había mirado a la cara desde que comenzara a hablar, pero después se volteó a mirarlo, había mucho dolor en su mirada y aquello empezaba a lastimarla.―¿Por qué te echas toda la culpa? ―murmuró―Mario me con
Henry había salido primero del cuarto para dejarla hacer sus cosas cómodamente. Abajo se encontró con que su madre estaba organizando una mesa repleta de alimentos de desayuno, le recordaba a lo que hizo en su casa cuando llegaron sin avisar.Su madre nunca controlaba sus emociones, las dejaba a relucir con las acciones que tomaba.―¿Has dormido bien? ―le preguntaba ella con una sonrisa. ―Perdona que haya entrado de aquella manera en la habitación, no se me ocurrió que estarías allí, temía que te hubieras rendido y decidieras marcharte, me alegro que fuera todo lo contrario.―Está bien, mamá. Confiemos en que no volverá a pasar.―No volverá a pasar, lo prometo.―¿Y cuál es el plan? ―preguntó Tomás quien obviamente estaba al tanto de la reciente noticia―¿La llevarás contigo?Henry los miró alternativamente pensando en su pregunta. Obviamente querría llevarla de inmediato y tenerla con él, pero tenía algunos detalles que realizar. Sin embargo, obviando sus planes, primero tendría que sa
La sonrisa en el rostro de su madre se disipó.―Tienes toda la razón y todo el derecho. Pero siéntate primero por favor, no quiero que te canses. ―la chica obedeció y se sentó de nuevo. ―Sé que crees que me olvidé de tu padre una vez nos dejó, pero no es así. Lo cierto es que recibí una amenaza de George y su hijo. Ya sabes que no soy buena con temas de negocios y esas cosas, tu padre fue quien se encargaba de todo eso. George me propuso casarme con él a cambio de que no nos arrebataran la compañía. No podía permitirme perderla, tu padre te la había dejado a ti, y George era el mejor amigo de tu padre, si era la única manera de conservar la compañía para nosotras tenía que hacerlo. Y cuando nos casamos salió con la idea de que Félix tenía que casarse contigo, se habían enterado de que tu padre te lo dejaba todo a ti y no querían que nadie más que ellos tomaran parte de ella.―Entonces…¿por qué no consultaste con Henry? Papá confió tanto en él que le concedió su dirección.―Entiéndeme
Se acercaron a una de las mesas junto a la piscina y tomaron asiento.―Te veo muy bien―habló Féodal una vez se sentó. ―No te imaginas cuánto me alivia saber que tú y el bebé estáis bien, porque él está bien ¿verdad? ―preguntó aquello mientras viajaba instintivamente la mirada hacia el vientre de la chica, el cual todavía no se notaba.―El bebé está muy bien. Gracias por preocuparte, pero no es necesario.―Ahora estoy más tranquilo. Pensé que por mi estupidez todo se te complicaría, pero me alegra saber que no fue así. De todas maneras, quiero disculparme por ello, aunque sea algo tarde.―No entiendo, ¿qué quieres decir con eso?―Me refiero al hecho de ocultarte que estabas embarazada cuando el médico me dio la noticia.―¿A qué te refieres? ¿es que ya sabías de mi estado?―Espera, ¿es que no te lo contó tu esposo? Se lo dije cuando decidió llevarte a su casa.Emma reflexionó y lo entendió todo, las cosas cobraban aún más sentido. Entonces fue gracias a que se lo confesó a Henry que ést
Todos se habían ido y se habían quedado solos. Al fin solos los dos.Henry tomó a su esposa de la mano.―¿Hora de conocer la casa?―Pensé que no llegaría el momento.Caminaron juntos hacia la casa. Henry abrió la puerta y ante ellos apareció lo que era su nuevo hogar. Un pasillo ancho, un enorme y bien decorado salón con techo alto, muebles muy modernos y escaleras en forma circular por las dos esquinas que daban al piso de arriba, todo parecía sacado de una revista de las mansiones más caras del mundo.―¿Qué te parece?Observó a la chica que todavía llevaba de la mano, ella estaba evidentemente embobada por las vistas y se había quedado sin palabras.―Maravilloso―susurró admirándolo todo. Miró a su esposo con una sonrisa emocionada en los labios―. Me encanta. ¿Miramos la cocina?No esperó a que le contestara y lo arrastró hacia lo que parecía dar a la cocina. Era realmente amplia con materiales muy modernos y una encimera amplia y muy práctica. Se soltó de él y caminó por la estancia
Henry había bajado a la cocina a preparar el desayuno para su esposa, era otro día más de felicidad. Había preparado jugo de naranja, yogurt con frutas, unas tostadas de aguacate, huevos fritos y sándwich de queso y tomate, acompañado de una manzana. Solo llevaba puesto unos pantalones, un sin mangas y unas chancletas, no recordaba haberse sentido tan en paz, despreocupado y feliz con su vida, estar con Emma había cambiado mucho en él.Entró en la habitación con la bandeja del desayuno y se acercó a la cama donde su hermosa esposa seguía cabeceando. Depositó con cuidado el recipiente sobre la cama y se inclinó para despertar a besos a su esposa.―Preciosa, es hora de alimentar a nuestro hijo.Emma abrió los ojos y dibujó una sonrisa.―¿Alimentar a nuestro hijo? Y ¿qué pasa conmigo?―Ya me tienes a mí. ―dijo besando sus labios mientras pasaba su mano por su cuello.―¿Entonces yo me alimento de ti?―Exacto.―Me encanta alimentarme de ti.―Me alegra que lo entiendas.Siguió pegándose a e
―¿Ya le había hablado de mi hija? ―Preguntaba Peter Hale a su CEO, al cual tenía altísima consideración. Como presidente de la compañía, había decidido visitarla y de paso hablar con él.―No, señor.―Es muy inteligente. La envié a estudiar al extranjero, en unos meses estará de vuelta.―Me alegro por usted―dijo ocultando su incomodidad al hablar de aquel tema. Sí había escuchado que tenía una hija, pero nunca la había conocido. Llevaba trabajando en la empresa unos ocho años y en ningún momento la había llevado. O tal ves sí, hacía unos años había escuchado por allí decir que ella estaba visitando las instalaciones, pero él nunca la conoció. No encontraba relevancia alguna en conocer a la hija del dueño de la compañía que dirigía.―Gracias. Lo que quiero es pedirle que me ayude con ella. ―Disculpe.―Como sabrá, ella es mi hija única. Habría preferido tener más hijos, pero no fue posible. En cualquier momento tendré que jubilarme y ella se quedará con todo esto. Los dos dirigiréis la
Damián insistía con la bocina, bajaba el cristal de su puerta para sacar la cabeza y gritarle al conductor que tenía en frente. Llevaban casi diez minutos sin poder avanzar. ―¿Qué esperas que haga? Estamos en un maldito atasco―le decía al hombre que iba en el asiento del copiloto, era uno de los guardaespaldas de Félix. Miró por el retrovisor a la chica que iba sentada en el asiento de atrás y ésta apartó inmediatamente la mirada―¿Qué? ¿No te gusta mi lenguaje? Deberías ya estar acostumbrada, Félix no es ningún santo que digamos, y en unas horas estarás casada con él. Exacto, ese era precisamente el destino de Emma Hale. Hacía tan solo dos meses desde que falleciera su padre de una manera extraña, era hija única y siendo un hombre poderoso de negocios le había dejado toda su fortuna a ella. Se enteró de su muerte unos días antes de graduarse en Administración de empresas en el extranjero. Regresó para asistir al entierro y poder despedirse de mi padre, su pérdida le había afectado