Capítulo 8

Él se separó de ella cuando el auto se hubo alejado. Ella no sabía cómo abrir los ojos, respiraba agitadamente y estaba segura de que, de no seguir agarrada por él, se habría caído.

―Se han ido―lo escuchó decir. Ella abrió los ojos para mirarlo, él le acarició el cabello con la mano libre―¿Estás bien?

¡¿Qué si estaba bien?! ¡acababa de besarla! ¿Por qué pensó que podía hacer eso? Ya te lo dijo, solo era para despistar a tus perseguidores los cuales ya se fueron, de nada. Su mente la recriminaba. Ella en cambio pensaba que no había sido la mejor opción, desafortunadamente sintió que no tenía control ni de su voz ni de su cuerpo.

―Volvamos a casa. ―le decía él. Pareciera que no le había afectado para nada lo que acababa de pasar.

Se posicionó de lado y la ayudó a bajar las escaleras. Junto al auto que los esperaba, vio a un joven de pie observándolos con total asombro, al menos alguien que sabía que aquella situación no era para nada normal, pensó ella.

―Mario, ayude con las cosas, por
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