Henry estaba en la parte trasera de la casa, allí había un conjunto de enormes sillones unidos en forma cuadrada, lo usaba a veces para alejarse de la casa, leer algún libro o simplemente descansar. Pero ahora estaba dando la vuelta de un lugar para otro pensando en cómo podría solucionar lo del matrimonio real. ¿Cómo le decía a Emma que estaban realmente casados y que no podía deshacerse de él a menos que la muerte lo hiciera? Sonrió para no cabrearse. ¿Qué haría cuando se acabara el contrato? Ella no iba a firmar el divorcio si no creía en él. Había intentado ayudarla y ahora la había condenado, a menos que encontrara alguna manera de hacerla creer en el divorcio, pero ¿cómo haría eso? Como fuera, debía encontrar la manera.Durante el fin de semana, se dedicó a instruirla en todo lo concerniente a la compañía, en cómo actuarían y en las acciones que tomarían.―¿Crees que podrás hacerlo? ―le preguntaba él.―Si estoy con usted, podré hacerlo.―De acuerdo, pero lo primero que debemos h
Cuando se abrió la puerta, le tomó a Henry unos segundos en reconocer que se trataba de su protegida. Estaba distinta, no se parecía en nada a la mujer desprotegida, tímida y nerviosa que creía conocer, y aparte de eso, podía reconocer que se veía increíblemente hermosa, tanto así que se distrajo un rato admirándola. Tuvo que reaccionar cuando vio que Félix la invadía, no podía permitir que se acercara a ella. Se puso de pie inmediatamente y la apartó de él de la mejor manera que pudo, no podían provocar ningún tipo de alboroto en medio de aquella sala donde no solo se encontraban los dirigentes sino también cámaras, por ahora iba a conformarse con su expresión al verle tomarla de la cintura, estaba ansioso por verle la cara al enterarse de que estaban casados.La ofreció asiento junto a él, una vez se sentó, él hizo lo mismo. Todas las miradas estaban sobre ellos expectantes.―Seguramente algunos aquí la hayan visto y la conozcan. Damas y caballeros, les presento a la señora Emma Hal
Emma se acercó a la mesa, tomó la foto que se encontraba sobre ella y se detuvo a mirarla, en la foto estaban ella y su padre, solo tenía siete años cuando se hicieron aquella foto, pero recordaba aquel momento como si hubiese sido ayer. Apartó la mirada de la foto para ver a Henry, estaba allí de pie junto a la puerta observándola.Después de la escena que montaron en la sala, habían dejado claro que estaban juntos porque así lo querían, “se amaban”.Henry la había llevado a conocer su nuevo despacho, el cual le perteneció a su padre. El despacho era amplio, con hermosas vistas hacia la ciudad. Solo había estado allí un par de veces cuando su padre la traía, resultaba difícil creer que se había ido para siempre, le echaba de menos.―Lo harás bien―le habló él―Me encargaré personalmente de que seas una buena presidenta, es lo que quería tu padre.―Él estaría feliz de verme aquí―sonrió tristemente.―No lo dudo, te sienta muy bien.―No sé qué habría hecho sin ti. Gracias.Henry se acercó
Debería poder concentrarse, pero no lo conseguía. Le había sugerido a Emma que se quedara en su despacho con él. Ella estaba ojeando los libros que tenía él ordenados en una estantería y él se distraía observándola de reojo, a parte de lo evidentemente hermosa que era, había algo más que lo estaba atrayendo y no podía definir exactamente qué era, ¿había hecho mal en dejarla quedarse allí? No quería que estuviera fuera de su alcance, quería tenerla cerca para así estar seguro de que no le pasaba nada, pero estaban en la compañía, había cámaras por todos lados, ¿quién se arriesgaría a hacer algo?Intentó de nuevo concentrarse en su computadora donde estaba trabajando, tenía que simplemente olvidarse de su presencia, si es que era posible.―Las 48 leyes del poder. ―leyó ella y él levantó la mirada para verla con el libro en la mano. ―¿Es la primera edición?―Así es. ―dejó él de hacer lo que hacía para concentrarse en ella. ― Es uno de mis libros favoritos. ¿Ya lo leíste? ―ella sonrió. Se
―Están aquí. ―murmuró Emma.Henry había aparcado el auto frente a la mansión Hale. Los autos de George y su hijo estaban igualmente aparcados en el patio, era evidente que estaban en la casa.Se fijó en la chica, estaba evidentemente nerviosa con la mirada fija en la casa, le recordaba a la chica asustada que le pidió ayuda mientras escapaba de una boda. No podía seguir viéndola de esa manera, era evidente que Félix le había hecho algo como para tenerla así de asustada, pero ¿qué era?―¿Qué fue lo que te hizo? ―preguntó preocupado sacándola de sus pensamientos, ella se volteó para mirarlo.―¿Qué?―Es evidente que te hizo algo, te tiene asustada. ―ella miró sus manos, había estado jugueteando con ellas, lo hacía cuando estaba nerviosa. Las mantuvo quietas.―No…no es nada…estoy bien. ―mintió evitando mirarle.―Emma, eres mi esposa. No puedo ignorar lo evidente y dejar que ese desgraciado tenga ventaja sobre nosotros, tengo que saberlo. ¿Acaso él te…?―No―Contestó ella de inmediato como
Cuando Emma entró en la habitación, Henry se quedó a solas Félix, George había decidido salir de allí, al parecer no aguantaba ver a la pareja, pero teniendo en cuenta que trabajaban en la misma compañía, iba a tener que aguantarse. Marta estaba de pie junto al sofá en silencio.―Así que te va lo de intimidar y lastimar a mujeres indefensas―le enfrentó Henry, él se encogió de hombros.―No sé de qué me estás hablando. Pero tengo curiosidad ¿qué se siente acostarse con una virgen de veinticinco años? ―Henry frunció el ceño confuso, o lo que realmente estaba era asombrado al enterarse de que ella seguía siendo virgen―Confieso que me ilusioné al pensar que el honor sería mío, de haber sabido que me la jugaríais juro que me no habría cortado en poseer ese apetecible cuerpo cuando tuve la oportunidad.Él lo alcanzó y le propinó un puñetazo que le hizo caerse de lado e hizo asustar a Marta, quien se llevó las manos a la boca observando asustada la escena.―Pero ¡¿qué demonios haces?! ¡Las pa
Emma estaba sentada sobre su cama revisando su computadora.Después de abandonar la mansión de sus padres, Henry la había llevado a un restaurante a comer. Ese hombre era muy atento, siempre procuraba que se sintiera a gusto y cómoda. Habían pasado por una tienda de electrodoméstico y había pedido que le configuraran el nuevo móvil con su correo electrónico. Ahora podía volver a acceder a toda su información.Después de darse una ducha y cambiarse con algo más cómodo como un vestido holgado, se sentó sobre su cama y abrió su computadora.Tenía algunos correos en su buzón y en su Facebook, tenía muchas notificaciones, las cuales no eran importante seguramente, por no mencionar las solicitudes. Tenía algunos mensajes sin leer. Accedió a la opción y vio unos cuantos, algunos eran de sus antiguos compañeros, en realidad esperaba ver alguno de Féodal, pero lo único que pudo ser eran mensajes de él ya leídos. Espera, ¿mensajes leídos de él? Nunca le había escrito por Facebook, solo se seguí
Henry le pidió a su asistente que se ocupara de su esposa la cual necesitaba irse al supermercado a hacer la compra, sin embargo, con la salida había estrenado el GPS que había introducido en su móvil para poder estar al tanto en todo momento de dónde se encontraba, lo había configurado cuando compraron el móvil en la tienda. Estaba obsesionado por controlar todo aquello que le importaba, sobre todo si había un contrato de por medio.Cuando regresó a la casa en la tarde no encontró a Diana, ella se había marchado ya, si así iba a ser siempre, no creía que iba a haber ningún problema.―¿Tu viaje de mañana sigue en pie? ―le preguntó la chica mientras cenaban.―Así es.―¿Te irás muy temprano? ― él levantó la mirada para verla, estaba jugando con la comida mientras le preguntaba sobre su viaje. Él depositó lentamente su cubierto. Ella dejó de jugar con la comida al ver que había llamado su atención.―¿Hay algo que te preocupa?―¿Preocuparme? Creo que no.―Mario estará contigo en todo mome