―Están aquí. ―murmuró Emma.Henry había aparcado el auto frente a la mansión Hale. Los autos de George y su hijo estaban igualmente aparcados en el patio, era evidente que estaban en la casa.Se fijó en la chica, estaba evidentemente nerviosa con la mirada fija en la casa, le recordaba a la chica asustada que le pidió ayuda mientras escapaba de una boda. No podía seguir viéndola de esa manera, era evidente que Félix le había hecho algo como para tenerla así de asustada, pero ¿qué era?―¿Qué fue lo que te hizo? ―preguntó preocupado sacándola de sus pensamientos, ella se volteó para mirarlo.―¿Qué?―Es evidente que te hizo algo, te tiene asustada. ―ella miró sus manos, había estado jugueteando con ellas, lo hacía cuando estaba nerviosa. Las mantuvo quietas.―No…no es nada…estoy bien. ―mintió evitando mirarle.―Emma, eres mi esposa. No puedo ignorar lo evidente y dejar que ese desgraciado tenga ventaja sobre nosotros, tengo que saberlo. ¿Acaso él te…?―No―Contestó ella de inmediato como
Cuando Emma entró en la habitación, Henry se quedó a solas Félix, George había decidido salir de allí, al parecer no aguantaba ver a la pareja, pero teniendo en cuenta que trabajaban en la misma compañía, iba a tener que aguantarse. Marta estaba de pie junto al sofá en silencio.―Así que te va lo de intimidar y lastimar a mujeres indefensas―le enfrentó Henry, él se encogió de hombros.―No sé de qué me estás hablando. Pero tengo curiosidad ¿qué se siente acostarse con una virgen de veinticinco años? ―Henry frunció el ceño confuso, o lo que realmente estaba era asombrado al enterarse de que ella seguía siendo virgen―Confieso que me ilusioné al pensar que el honor sería mío, de haber sabido que me la jugaríais juro que me no habría cortado en poseer ese apetecible cuerpo cuando tuve la oportunidad.Él lo alcanzó y le propinó un puñetazo que le hizo caerse de lado e hizo asustar a Marta, quien se llevó las manos a la boca observando asustada la escena.―Pero ¡¿qué demonios haces?! ¡Las pa
Emma estaba sentada sobre su cama revisando su computadora.Después de abandonar la mansión de sus padres, Henry la había llevado a un restaurante a comer. Ese hombre era muy atento, siempre procuraba que se sintiera a gusto y cómoda. Habían pasado por una tienda de electrodoméstico y había pedido que le configuraran el nuevo móvil con su correo electrónico. Ahora podía volver a acceder a toda su información.Después de darse una ducha y cambiarse con algo más cómodo como un vestido holgado, se sentó sobre su cama y abrió su computadora.Tenía algunos correos en su buzón y en su Facebook, tenía muchas notificaciones, las cuales no eran importante seguramente, por no mencionar las solicitudes. Tenía algunos mensajes sin leer. Accedió a la opción y vio unos cuantos, algunos eran de sus antiguos compañeros, en realidad esperaba ver alguno de Féodal, pero lo único que pudo ser eran mensajes de él ya leídos. Espera, ¿mensajes leídos de él? Nunca le había escrito por Facebook, solo se seguí
Henry le pidió a su asistente que se ocupara de su esposa la cual necesitaba irse al supermercado a hacer la compra, sin embargo, con la salida había estrenado el GPS que había introducido en su móvil para poder estar al tanto en todo momento de dónde se encontraba, lo había configurado cuando compraron el móvil en la tienda. Estaba obsesionado por controlar todo aquello que le importaba, sobre todo si había un contrato de por medio.Cuando regresó a la casa en la tarde no encontró a Diana, ella se había marchado ya, si así iba a ser siempre, no creía que iba a haber ningún problema.―¿Tu viaje de mañana sigue en pie? ―le preguntó la chica mientras cenaban.―Así es.―¿Te irás muy temprano? ― él levantó la mirada para verla, estaba jugando con la comida mientras le preguntaba sobre su viaje. Él depositó lentamente su cubierto. Ella dejó de jugar con la comida al ver que había llamado su atención.―¿Hay algo que te preocupa?―¿Preocuparme? Creo que no.―Mario estará contigo en todo mome
Emma no conseguía pegar ojo, pensaba en lo que había sucedido en el cuarto de Henry, ¿y si lo había malentendido? Pero ¿cómo podía saberlo? Él la había acariciado de aquella manera, sintió mariposas al recordarlo, podía sentirle todavía acariciándola. Tal vez la culpa era de ella, ¿cómo se le había ocurrido ofrecerse a hacerle la maleta a esas horas de la noche? No era su esposa, al menos no su verdadera esposa.Se dio cuenta de que había logrado dormir cuando escuchó el sonido del despertador de su móvil sobre la cama, abrió los ojos y alargó la mano para apagarlo, miró la hora, daban las seis de la mañana y entonces se acordó.―¡Henry!Se incorporó de inmediato y se bajó de la cama, se puso la bata encima y caminó hacia la puerta, pero mientras lo hacía se acordó de lo ocurrido la noche anterior y se detuvo. ¿Con qué cara lo vería? Se sentía algo avergonzada, pero él se estaba yendo de viaje, ¿lo que pasaba iba a impedir que se despidiera de él?Abrió la puerta y caminó rápido hacia
Emma estaba en el salón con Mario terminando de estudiar algunos detalles sobre la empresa. Diana se había marchado y llevaba un par de horas con el chico, era muy organizado y estaba al tanto de todo, se notaba que era muy inteligente, aunque un poco extrovertido, en todo caso entendía que Henry confiara en él.―Ah, por cierto. Se me olvidaba. Le traje fotos de la boda―dijo el chico retirando un sobre grande de su maletín. ―Aquí tiene.Emma lo tomó sorprendida, se había olvidado por completo de aquellas fotos, en verdad no creía que fuera importante.―Gracias. Ya las miró después. ―se preguntaba si debía verlas con Henry.―Enmarqué una y la coloqué en la oficina del jefe, creo que le gusta, aunque no lo diga―ella sonrió, simplemente sonrió porque le resultó gracioso que él pensara aquello. ―¿Su sonrisa significa que no cree que le pueda gustar?―No exactamente, lo que creo es que es complicado saber lo que piensa, aun cuando te lo dice te vuelves a quedar dudando de si se refería a l
Después de que Henry le hiciera aquella llamada a Emma se dibujó una sonrisa en su rostro, se imaginaba la expresión de la chica y eso le producía placer. Deseaba ya que amaneciera, quería estar ya con ella.Recibió una llamada, se trataba de la jefa comercial, lo estaba invitando a conocer la ciudad, le dijo que no estarían solos, que estarían acompañados, sin embargo, cuando llegó al club de encuentro le salió con la excusa de que los demás se habían echado para atrás, lo que le faltaba.No le quedó de otra que hacerla compañía y escuchar sus historias personales, hasta que posó una mano sobre la suya, él la apartó de inmediato sorprendiéndola.―Así que está casado. ―dijo la mujer.―Es obvio, llevo un anillo puesto―le mostró el anillo.―Su matrimonio ha tomado a todos por sorpresa, ¿no habrá sido muy apresurado? ―preguntó mientras jugueteaba con su pelo.―Ese es asunto mío ¿no le parece?―Tiene razón. ―se inclinó sobre la mesa―Afortunadamente hoy está en Berlín, cuando regrese a Lon
Emma se encontraba en el antiguo cuarto de Henry, sonrió, se sentía como estar metida en su cabeza. La emocionaba saber de su adolescencia. El cuarto estaba limpio y bien ordenado, al parecer procuraban mantenerlo siempre limpio, sin embargo, no se había cambiado su esencia de como cuando él estaba allí, era evidente. A un lado de la pared podía ver un poster con las citas de las 48 leyes del poder, se acercó a verlo de cerca y soltó una risita. Había otro poster, pero este era del equipo de fútbol de Manchester City, no sabía que le gustara el fútbol, tal vez lo dejara a un lado una vez se convirtió en un gran ejecutivo.Había un estante lleno de libros de diversos géneros, comenzando desde economía a las obras de grandes pensadores, al parecer siempre fue un tipo muy inteligente que desde siempre leía grandes obras.Bostezó, eran ya las nueve cuarenta, debía descansar. Abrió su bolso y sacó de él su pijama de algodón, con aquel clima le venía mejor que un camisón. Se quitó lo que ll