Narrador omnisciente
Algunas horas antes.Las horas avanzan y el señor Brown se toma otro trago.Es su manera de desahogar la frustración por la desagradable sensación de haber sido plantado ante todos sus invitados.Mientras, aunque intenta disimular, sigue esperando que apareciera la señora Robinson y su hija, con la que había concertado una cita para esa noche.Él solo entendió que le convenía unir el treinta por ciento de las acciones Robinson a las suyas y así podría tener el control total del imperio que su padre formó con el desaparecido señor Arthur Robinson. Pero aún cuando el compromiso le conviene se encargará de que las osadas mujeres paguen por esa burla.Un poco más tarde, el hombre malhumorado por el desplante , está huyendo de Margaret su tía quien insiste en presentarle a unas señoritas de bien. Esto ha hecho que Alexander se sintiera toda la noche como si fuera un trozo de carne a las que todas desean.Una vez librado de su entrometida tía, se siente tentado a llamar a la señora Robinson, pero algo se lo impide. Quizás sea su orgullo. Así que entra a la cocina en busca de un vaso con agua y un poco de privacidad cuando Gerald, su asistente, lo sobresalta.— Señor Brown, el señor Rossi le pide que venga a oír hablar de su reciente empresa, con la que se dice que han ganado mucho dinero—El asistente de Alexander dice eso, apareciendo de pronto.—Ve tú por mí.—El hombre seguía con los ojos fijos en el vaso de agua, con cara de fastidio,no le gusta que su asistente le siga como un fantasma.—Está bien, iré a oír sus grandes historias de éxito si usted así lo ordena… ah… por cierto el señor y la señora Hernández, el nuevo subdirector, quieren presentarle a su hija, que aún está en el instituto y casualmente hoy celebra su decimosexto cumpleaños—Brown le clava la vista como dagas y suspira.—No me interesa, dile a Hernández que quiero oír su informe de trabajo mañana. ¿Todo lo que hace es socializar a su hija y soñar con convertirla en una cazafortunas? No se permiten chicas menores de 18 en mis fiestas.—Señor Brown no sea tan cínico, ellos no tienen malas intenciones, solo desean asegurar un buen porvenir para la chica, además es precisamente lo que la señora Robinson hizo con su hija y a usted pareció no molestarle—Se atreve a decir. Brown lo mira con gesto enfadado.—Veo que no quieres seguir con este trabajo Gerald.—El asistente se retracta enseguida, poniéndose pálido ante las palabras cortantes de su jefe. Entonces se marcha a atender a los socios como se le ordenó.Los minutos pasaban, pero aún no había ninguna Adele Robinson en la fiesta y ninguna palabra de disculpa o indicación de que no vendrían. A Brown esto es lo que más le indigna. Que no hayan tenido la delicadeza o educación de enviar unas disculpas. Por un momento piensa en romper el compromiso, pues su falta de puntualidad denota una gran deficiencia que no está dispuesto a pasar. Pero es un hombre de palabra y su apellido está envuelto.El asistente observa la cara de su Señor a cierta distancia, cuando vuelve de oír los alardes de los ricos empresarios amigos de su jefe.Después de quedarse solo sin ningún invitado, sale al patio para poder fumarse un puro y pensar en los próximos pasos a dar.¿Llamará a la señora Robinson y le reclamará su falta? Mientras reflexiona en eso se adentra entre el jardín principal, cuando de repente , al llegar a los fresnos, apareció ante su vista una joven.Una joven a la que nunca había visto antes, es una joven bastante hermosa, la luna ilumina bien su cara, él no entiende que hace allí, pues ordenó con claridad que despidieran a cada uno de los invitados, así que se acerca con rapidez para pedirle una explicación. Sin embargo se detiene a una distancia al ver con más claridad su cara, su rostro llamó poderosamente su atención, no solo por ser muy linda.Sus intenciones de seguir hacia ella se desmoronan al darse cuenta de que claramente es la hija de Sra Robinson, era ella, la mujer que le hizo esperar y lo dejó plantado. Él sigue mirando, hay algo en ella, era claramente diferente de la mujer de la foto, en aspectos indefinibles. No sabía que la hacía diferente, por eso sacó la fotografía que llevaba en el bolsillo, en la que ella aparecía. Se dedicó un momento, a la sombra del fresno a comparar con ansiedad y mucha atención a la mujer frente a él , con la imagen de aquella fotografía . De pronto la joven frente a él, que aún no nota su presencia, se levanta del banco y toma unas rosas blancas entre sus manos para olerlas. Él sonríe levemente al ver cómo lo hace de forma respetuosa al no arrancar una flor, sino soltarla con delicadeza. Al ver otra vez la fotografía mira que la mujer plasmada allí luce sin temor a equivocarse en su criterio exhaustivo, una chica arrogante. Su mirada es penetrante, febril, mira como una mujer llena de deseo, seductora y altiva, pero la mujer que tiene adelante parece ingenua, con un aire diferente.Aún está muy enojado con ella debido a su desconsideración, tiene que demostrarle que es vergonzoso llegar tarde a una cita, sobre todo una con un hombre como él. Seguirá observándola desde las sombras.Para ello el CEO se sentó en el otro extremo del patio . La joven vuelve a sentarse mientras Alexander la sigue mirando. Ella vuelve al banco, se sienta correctamente en el lugar donde la dejó la señora Robinson minutos antes. Ya mató su curiosidad al acercarse a las bonitas plantas, si su jefa llega de pronto y la ve tomándose esas atribuciones la podría pasar mal. Así que sentada, respira hondo y entrecruza sus dedos sobre su regazo mientras espera.Brown se da cuenta de que la chica no se mueve de su sitio, lo cual para él es claramente un signo de muy buena educación. Ella se quita el sombrero de ala ancha, lo que le permite a él observar mejor su rostro, entonces él se acerca para poder asomarse hacia el parterre y nota que además tiene una bonita figura.«Sus pechos son … » Se sorprende pensando en cómo el vestido parece ajustarle por tantas curvas y resalta muy bien sus delicados encantos. Ella parece perfecta, educada, respetuosa, parece sumisa, pero su apariencia y cualidades lo hacen parecer no tan importante. Ella sería un jarrón hermoso que mostrar.— Owwww... Owww..Sus cavilaciones se ven interrumpidas cuando oye ladridos. Uno de sus perros, maximus se ha escapado.Alexander se angustia, pues es un animal agresivo y muy incontrolable. No le gustan los extraños y teme por la señorita Adele. Entonces sale de las sombras y corre para tratar de detener al perro, nota que el animal corre hasta ella.Esta se levanta y se queda quieta, pero ella hace algo audaz, el perro empieza a jugar con el abanico que la mujer le ha tirado con la esperanza de entretenerlo.Alexander abre los ojos sacado de sí. Ella empieza a acariciar al perro y este parece contento con su presencia. De pronto ella lo toma por la correa.—A ver pequeñín…—Claro, no era nada pequeñín el animal. —Qué bonito eres, puedo ser tu amiga, ¿Dónde está tu amo? No ha venido a verme, ven precioso —dice y sigue jugando con él.Alexander sonríe complacido. En realidad esta escena le ha gustado.“¿Cómo es que a mi dóberman, que siempre ladra al ver a un extraño y enseña los dientes, en realidad le gusta esta chica? Quizá esté destinada a formar parte de mi familia, ya que parece tener temperamento para ser mi esposa" le gustó ver qué su prometida fuera una mujer valiente. No parece una niña sumisa incapaz de expresar sus propias opiniones ni convicciones.«Creo que podríamos ser compatibles después de todo» pensó. Así que en ese instante quiso acercarse a ella, pero un nuevo pensamiento lo invadió. ¿Estaría fingiendo Adele ser una mujer recatada y sumisa para impresionarlo? Entonces apagó el puro y con paso firme y veloz fue deprisa a la sala para saludar a la señora Robinson. Debe hacerle algunas preguntas.Narrador omnisciente Al entrar al salón del té, dónde la Sra. Robinson lo espera con pose digna pero despreocupada, el semblante de Alexander se endurece, la fascinación e intriga con la que venía se esfumó al ver la desfachatez de su futura suegra . Ella sonríe con infulas de señora. Sentada de una manera que pareciera dar a entender que es dueña y señora de esa casa, solo por el hecho de que su única hija se casaría con el magnate más rico e influyente del país. Una criada le está sirviendo té y él sonríe con cinismo. Mirándola desde el umbral Alexander siente una molestia recorrer su cuerpo. Su cara se tensa y su ceño se frunce. Esto, una vez más, no le hizo ninguna gracia, ya que ella había incumplido la cita y se había comportado con él de una forma indiscutiblemente grosera. Nadie se atrevería a faltarle así al respeto, por lo que, aunque en el fondo la que suponía señorita Adele le gustaba , era impensable que la mujer que tenía delante se convirtiera en su suegra. Ella
AliciaEl frío comienza a congelar mi piel y cuando miro mi reloj noto con enojo que ha pasado una hora exactamente desde que la señora Robinson entró a la mansión, dejándome aquí botada en medio de la noche. Me levanto de la silla ya cansada de esperar y preguntándome si debo entrar, irme, o seguir en la espera. Los nervios no me abandonan como cereza del pastel. De pronto veo a un criado venir, no por mi por supuesto, sino por el perro a quien nombró Maximus. —Ven perrito has de tener frio—Le dijo. Entonces me sentí menos que un perro para estas personas. O sea ¿Estoy pintada? Tambien tengo frio. ¿ Es así como tratan a la prometida del señor? No lo soy, pero al final de cuentas es lo que ellos piensan. —Oiga—Le digo y voltea a mirarme. —¿ Me puede decir si la señora que está hablando con el señor Brown?... O sea, ¿me diría si mi madre ya ha terminado la reunión con su jefe Brown? —No me pregunte a mi. Solo soy un criado y no me meto en los asuntos del señor—dice y tomando al per
Narrador omniscienteLos nervios carcomen a Alicia a medida que sigue a la mucama. La joven es conducida por las escaleras hasta la segunda planta de la mansión. Su corazón parece que va a reventar y quiere salir corriendo, pero sabe que la vida de su madre está en juego. La mucama que la guía toca una puerta y Alicia muerde su labio intentando controlarse. Está en verdad asustada. Será su primera vez en la habitación de un hombre. —Adelante—Oye la voz masculina y grave desde adentro de la habitación. Ella contiene el aliento. —Su prometida señor —dice la mujer entrando y dejando a Alicia afuera. Ella intenta respirar hondo y mostrarse relajada. Se supone que está enamorada de él y desea ese encuentro. —Hágale pasar y déjenos solos Asunción por favor. —Claro señor— La mujer sale y sonríe a Alicia. Luego se retira. Alicia se queda un instante afuera controlando la respiración, hasta que momento después por fin entra un poco. Se detiene en el umbral con gesto asustadizo. Alexander l
Alicia. El chófer del señor Brown insistió en llevarme de vuelta a la casa. Eran aproximadamente las dos de la mañana y seguramente me llevaría a la casa Robinson. — Por favor, déjeme aquí. No hace falta que me deje en la casa, yo puedo llegar desde aquí sola sin problema —yo debía ir a la casa de mi madre, no a la mansión Robinson.Muy pocas veces me quedaba a dormir allí. Además, necesitaba estar lejos de la señora Robinson. Empezaba a tener resentimientos con ella.—No señorita, disculpe, pero el señor ordenó que la dejara en su casa y qué nada malo le sucediera.No sigo insistiendo, no puedo hacer nada que ponga a la señorita en evidencia ante su prometido. Al llegar frente a la mansión simulo que abriré la puerta, entonces cuando el vehículo se aleja, camino alejándome. Solo espero poder llegar bien a casa, pero ahora lo menos que pienso es en que me pase algo malo. Solo pienso en lo que Alexander Brown y yo hicimos esta noche. Apenas llegué esta madrugada me sumergí en la b
«señor Brown» Contesto con timidez. «señorita, es un verdadero gusto oír su voz. Parece que me ha extrañado… ¿Cómo está? No dejo de pensar en usted desde …» ruborizo mirando a Salma. Debí apagar el alta voz. «señor … estoy bien, gracias, yooo …» titubeo un poco. Enseguida agarro aire y continuo. «a mí también me agrada oír su vozlo oigo suspirar y Salma me mira con gesto de picardía. «No sabe cuánto me agrada escucharle decir eso. Pensaba ir a su casa, necesito hablar sobre nuestro compromiso con su madre, pero tuve que salir del país de repente, a mi regreso es lo primero que haré» por algún motivo mi corazón se aprieta. Es por la señorita, no por mí que irá a la mansión Robinson. Siento celos, debo admitirlo. Pero enseguida me convenzo que así debe ser. «señor, entiendo, yo … Quería saber si por casualidad dejé esa noche mi brazalete aquí … En su recámara» «ah, el brazalete, sí, claro, pensaba devolverlo a mi regreso» «¿A su regreso? » pregunto con voz tenue. No sé cuando regr
Alicia.Un mes ha pasado y aún no logro recuperarme de la muerte de mamá. Tuve que regresar al trabajo. El dinero del señor Brown se acabó con rapidez con la muerte de mamá y todo lo que esto implicaría.Estoy organizando el closet de mi ama. Suspirando de a poco. He llorado mucho y trato de seguir adelante. De pronto se abre la puerta. Es Adele.—¿Te has enterado ya, Alicia? Mi prometido por fin ha llegado de ese viaje tan largo. Ya estaba creyendo que no volvería—dice y se sienta frente a la cómoda mientras retoca sus labios rojos. Entonces me mira a través del espejo. —¿Que esperas Alicia? Ven a peinar mi cabello. Apúrate, la cita es esta noche. Alex vendrá a pedir mi mano—dice risueña bañándose en el perfume, mientras yo empiezo a pasar el cepillo por su cabellera avellanada. Suspiro triste y un dejo de melancolía se instaló en mi pecho. «Así que vendrá hoy » Pienso y trago grueso ante la perspectiva de verlo , aunque sea desde las sombras. —Parece que no te ha gustado la not
—No seas tan bromista Adele, es tu brazalete, el que dejaste olvidado esa noche en la casa del señor Brown… Es bastante bromista mi hija señor Alexander, no tendrá tiempo de aburrirse con ella. Creame. —Jajaja( risas exageradas de Adele) vaya, si viera su cara, si, solo quería jugar un rato Alexander, gracias, no recordaba haberlo olvidado—Alexander respira hondo y la mira con gesto incómodo. Luego sonríe intentando no darle demasiada importancia. Piensa que tal vez los nervios por la ocasión la hacen decir tonterías. En ese instante entra Salma para servir café. —Por cierto, espero que los treinta mil le hayan servido. ¿Si pudo solucionar su problema? Me dejó un poco preocupado señorita Adele—En ese momento Salma deja caer café en el mantel, abre su boca aterrada , Alicia ha quedado en evidencia ante las Robinson. Debe advertirle con rapidez. Robinson le grita que es una inepta. El señor Brown le aconseja no reaccionar así ante lo que considera es solo un accidente sin importancia.
Más tarde esa noche. Toco la puerta de mi arrendador con insistencia. —¿Qué es lo que le pasa Alicia? Es hora de dormir, y vienes y casi tiras mi puerta. —¿Usted cambió las cerraduras de mi casa? No puedo entrar. —Te avisé hace tres semanas Alicia. Se que tuviste gastos con la muerte de doña Amanda Y de verdad lo lamento. Pero el dueño me obligó. Esa casa será ocupada mañana por nuevos inquilinos. Lo siento—Lo miro aterrada, ¿Qué voy a hacer Ahora? Pero, en vez de llorar siento coraje por tanta insensibilidad. Sin embargo, reclamar, exigir y luego implorar no sirvió de nada. …—Gracias por dejarme quedar esta noche Salma. Solo será por hoy, mañana veré qué hago. Afortunadamente mi arrendador dejó que sacará mi ropa. —Debiste decirle todo al señor Brown Alicia. Caramba, era tu oportunidad y la perdiste—Ambas conversamos en susurros. Su hermana duerme en la parte alta de la litera. —Quise hacerlo, pero lo pensé bien. No sabía cómo iba a reaccionar y ¿Te imaginas que me hubiera