Las fuerzas para marcharme.

—No seas tan bromista Adele, es tu brazalete, el que dejaste olvidado esa noche en la casa del señor Brown… Es bastante bromista mi hija señor Alexander, no tendrá tiempo de aburrirse con ella. Creame.

—Jajaja( risas exageradas de Adele) vaya, si viera su cara, si, solo quería jugar un rato Alexander, gracias, no recordaba haberlo olvidado—Alexander respira hondo y la mira con gesto incómodo. Luego sonríe intentando no darle demasiada importancia. Piensa que tal vez los nervios por la ocasión la hacen decir tonterías. En ese instante entra Salma para servir café.

—Por cierto, espero que los treinta mil le hayan servido. ¿Si pudo solucionar su problema? Me dejó un poco preocupado señorita Adele—En ese momento Salma deja caer café en el mantel, abre su boca aterrada , Alicia ha quedado en evidencia ante las Robinson. Debe advertirle con rapidez. Robinson le grita que es una inepta. El señor Brown le aconseja no reaccionar así ante lo que considera es solo un accidente sin importancia.
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