Isaac Un rayo de sol que entra por la ventana y da justo en mi cara me despierta. La suave respiración de Victoria en mi cuello me hace cosquillas, pero no me atrevo a despertarla; me quedo observando por un momento ese rostro sereno por el sueño, tratando de ignorar la molestia en la espalda por estar en el piso. En algún momento de la noche ambos cambiamos de forma y nos rendimos ante el cansancio después de haber permanecido en silencio por horas, solo observando el exterior sin saber bien por qué; oh bueno, yo sé por qué… Aún recuerdo esa m*****a pesadilla en la que una multitud de lobos enemigos la arrancaban de mis manos y la asesinaban frente a mis narices. De solo pensarlo me enfurezco de nuevo, y un desagradable escalofrío recorre mi espalda. «Eso no sucederá… no si yo puedo evitarlo» Dejo un beso en sus labios sin importarme que se despierte; todavía me cuesta creer que se haya quedado a mi lado después de haberla atacado como lo hice y de haberle pedido que se fuera. Eso
VickyLa luz de la luna baña nuestros cuerpos desnudos aun dentro de la cueva. Isaac soba mi espalda con parsimonia, mientras que yo recorro su pecho con las yemas de mis dedos. Las risas esporádicas de los lobos desde la reunión cada vez se escuchan más lejanas, por lo que puedo deducir que la mayoría ya se han retirado.El momento es tan íntimo y tan perfecto, que temo que solo se trate de un sueño hermoso del que no quiero despertar. El ardor de su marca en mi cuello escuece un poco, pero no tanto como lo hace mi conciencia de pronto, recalcándome lo impulsiva que he sido al unirme a Isaac.«Traicionera» me grita una voz en mi cabeza, una voz muy parecida a la de Arturo. «Débil, vendida, mala hija»«¿Qué pensaría mi padre si pudiera verme en brazos de su enemigo?, ¿qué pensará David cuando lo sepa?, ¿qué dirá mi madre…?»—Tranquila —susurra Isaac tomando mi mano que, sin darme cuenta, he formado un puño sobre su abdomen—. No te atormentes ahora.Me sorprende su intervención tan opo
VickyLos últimos rayos del sol iluminan la tarde, mientras que yo me pregunto si será prudente pasar la noche aquí, en medio del desierto, en una cueva llena de recuerdos que una vez fueron hermosos, y hoy son asfixiantemente dolorosos.Una suave brisa mueve mi cabello y mis fosas nasales se abren al reconocer el aroma inconfundible que me hace estremecer y, no de la mejor manera.—¿Cómo me encontraste? —pregunto sin necesidad de voltear a ver al protagonista de todas mis desgracias.—No fue difícil seguir el rastro de odio que dejaste en tu camino —habla sin novedad, como si no supiera el daño tan grande que me ha hecho, como si no le pudiera importar menos mi dolor.Suspiro apretando más mis piernas a mi pecho, y me obligo a reprimir las lágrimas que amenazan con salir de mis ojos al sentirlo tan cerca y tan lejos a la vez.—Extraño mi bosque —digo más para mí que para él—. Aquí todo es tan frío, tan… seco —miento.La verdad es que, aunque es cierto que extraño mi hogar, he comenza
Isaac—Cuídate —digo con toda la sinceridad que hay en mi ser, mientras la observo girar en mi dirección. La tristeza en su mirada comprime mis pulmones y mi respiración se torna dolorosa cuando recibo su respuesta y la observo retomar su camino, dejando atrás un futuro que apenas hace unos días se veía tan brillante, que casi logra borrar con su luz mi oscuridad.«Es mejor así» me repito por enésima vez desde que tomé la decisión de dejarla ir.No puedo hacerle esto. No puedo arrastrarla conmigo a un destino que sería peor que la muerte.No hay felicidad en este mundo, no para mí por lo menos. He logrado comprender ese hecho desde hace tiempo, y estoy bien con ello. La maldad ha rondado mi vida desde el momento en que cometí ese terrible error que marcó mi destino, pero, ella no se merece pagar las deudas que no le corresponden.Fui un egoísta al pensar que podría lograr salir del hoyo en el que me encuentro. Fui capaz de rozar con mis dedos la dicha al tenerla a mi lado; pero nada e
IsaacLa sangre que se agolpa en mi garganta me hace toser con frenesí, cuando despierto del desmayo y regreso a la realidad. Mi cuerpo malherido duele con cada pesada inhalación, pero me esfuerzo por seguir aquí. Me aferro a la vida como nunca pensé hacerlo, y no es por mí que lo hago. No me daré por vencido; no ahora.Un frío mortal me estremece con cada gota de sangre que brota de mi cuerpo. He perdido la conciencia en más de una ocasión, pero siempre vuelvo a despertar.Cierro los ojos y dejo salir una sonora exhalación antes de quedar inmóvil por algunos segundos; siento el momento en el que Jake se da la vuelta, tratando de retirarse de la escena a sabiendas de que alguien puede acudir en mi ayuda. Me da la espalda al pensar que he muerto.«Grave error»Reúno todas las fuerzas que me quedan y me transformo una vez más. Si muero ahora, no lo haré sin haber peleado. Jake se percata del movimiento y no tarda en hacerme frente. Es fuerte, debo admitirlo, no por nada es mi Beta; pero
IsaacEl camino es una agonía con Verti a mi lado escrutando hasta la manera en que respiro. No puedo culparlo, yo me odio ahora mismo, incluso más de lo que él o cualquiera de su familia lo hace. Y para colmo, la maldita herida de mi costado me está torturando.No habla ni hablo durante las casi dos horas que dura el trayecto, pero su molestia ha espesado el ambiente de una manera insoportable. Su presencia es fuerte, tanto que, si no fuéramos enemigos, creo que podríamos ser buenos amigos.Imposible… ¿quién en su sano juicio sería amigo del hombre que asesinó a su hermano a sangre fría?, ¿quién es capaz de perdonar algo así?«Ella… ella lo hizo» me responde la conciencia. ¿Y qué hice yo…? Le fallé, a ella y a esa criatura inocente en la que no me quiero concentrar por ahora. Ya habrá tiempo para lamentarlo más tarde.Por fin llegamos a la pequeña ciudad donde el avión aterriza y agradezco a la Diosa el haber llegado con vida. Después del odio que se respiraba en el avión privado, do
IsaacEl cuerpo de Victoria se siente frío contra el mío, como si toda la calidez de su ser se hubiese esfumado en el momento en que perdió a nuestro hijo. Hago un esfuerzo por tranquilizarla, por transmitirme mi calor al tenerla apretada entre mis brazos, pero el dolor que atraviesa mi costilla me obliga a jadear y por más que intento ocultar mi malestar, no lo logro.—¿Estás herido? —pregunta con preocupación y se separa de mi abrazo para observar sus manos—. ¡Estás sangrando! —murmura con asombró.Me doblo sobre mi cuerpo cayendo de rodillas al piso, provocando que Victoria se sobresalte y pida ayuda a su madre. La mujer se aproxima a mi lado y comienza a hacerme preguntas que respondo con dificultad.—¿Tuviste una operación recientemente?—S-sí, hace unos días —le informo.Me avergüenza el titubeo en mi voz, pero, por alguna razón el dolor se ha intensificado. Si bien, nunca desde que recibí el disparo me he sentido completamente recuperado; en estos momentos me resulta imposible
Isaac—¡Victoria, despierta! —exijo aterrorizado mientras sacudo su cuerpo inerte entre mis brazos. Mi lobo rasga el interior de mi cuerpo suplicando por salir y socorrer a su compañera, pero lo obligo a calmarse, sabiendo que en este caso no hay nada que él pueda hacer.Mis nervios se crespan y el maldito corazón parece que se me va a reventar en el pecho por el desespero. Hago una pinza con mis dedos en su nariz y abro su boca para soplar en su interior en un intento por llevar aire a sus pulmones.—¡Hija! —grita su madre a mis espaldas al darse cuenta de lo que pasa. Victoria comienza a toser y expulsar el agua que ingirió, provocando que me vuelva el alma al cuerpo al verla respirar de nuevo. Retiro los cabellos que se habían pegado a su rostro y hago un esfuerzo enorme por no soltarme a llorar como un niño al escuchar de nuevo el latir de su corazón.—¿Isaac…?, ¿qué pasó? —pregunta aferrándose a mi cuerpo, sollozando horrorizada.—Ya pasó —digo para no presionarla con preguntas