Isaac—Cuídate —digo con toda la sinceridad que hay en mi ser, mientras la observo girar en mi dirección. La tristeza en su mirada comprime mis pulmones y mi respiración se torna dolorosa cuando recibo su respuesta y la observo retomar su camino, dejando atrás un futuro que apenas hace unos días se veía tan brillante, que casi logra borrar con su luz mi oscuridad.«Es mejor así» me repito por enésima vez desde que tomé la decisión de dejarla ir.No puedo hacerle esto. No puedo arrastrarla conmigo a un destino que sería peor que la muerte.No hay felicidad en este mundo, no para mí por lo menos. He logrado comprender ese hecho desde hace tiempo, y estoy bien con ello. La maldad ha rondado mi vida desde el momento en que cometí ese terrible error que marcó mi destino, pero, ella no se merece pagar las deudas que no le corresponden.Fui un egoísta al pensar que podría lograr salir del hoyo en el que me encuentro. Fui capaz de rozar con mis dedos la dicha al tenerla a mi lado; pero nada e
IsaacLa sangre que se agolpa en mi garganta me hace toser con frenesí, cuando despierto del desmayo y regreso a la realidad. Mi cuerpo malherido duele con cada pesada inhalación, pero me esfuerzo por seguir aquí. Me aferro a la vida como nunca pensé hacerlo, y no es por mí que lo hago. No me daré por vencido; no ahora.Un frío mortal me estremece con cada gota de sangre que brota de mi cuerpo. He perdido la conciencia en más de una ocasión, pero siempre vuelvo a despertar.Cierro los ojos y dejo salir una sonora exhalación antes de quedar inmóvil por algunos segundos; siento el momento en el que Jake se da la vuelta, tratando de retirarse de la escena a sabiendas de que alguien puede acudir en mi ayuda. Me da la espalda al pensar que he muerto.«Grave error»Reúno todas las fuerzas que me quedan y me transformo una vez más. Si muero ahora, no lo haré sin haber peleado. Jake se percata del movimiento y no tarda en hacerme frente. Es fuerte, debo admitirlo, no por nada es mi Beta; pero
IsaacEl camino es una agonía con Verti a mi lado escrutando hasta la manera en que respiro. No puedo culparlo, yo me odio ahora mismo, incluso más de lo que él o cualquiera de su familia lo hace. Y para colmo, la maldita herida de mi costado me está torturando.No habla ni hablo durante las casi dos horas que dura el trayecto, pero su molestia ha espesado el ambiente de una manera insoportable. Su presencia es fuerte, tanto que, si no fuéramos enemigos, creo que podríamos ser buenos amigos.Imposible… ¿quién en su sano juicio sería amigo del hombre que asesinó a su hermano a sangre fría?, ¿quién es capaz de perdonar algo así?«Ella… ella lo hizo» me responde la conciencia. ¿Y qué hice yo…? Le fallé, a ella y a esa criatura inocente en la que no me quiero concentrar por ahora. Ya habrá tiempo para lamentarlo más tarde.Por fin llegamos a la pequeña ciudad donde el avión aterriza y agradezco a la Diosa el haber llegado con vida. Después del odio que se respiraba en el avión privado, do
IsaacEl cuerpo de Victoria se siente frío contra el mío, como si toda la calidez de su ser se hubiese esfumado en el momento en que perdió a nuestro hijo. Hago un esfuerzo por tranquilizarla, por transmitirme mi calor al tenerla apretada entre mis brazos, pero el dolor que atraviesa mi costilla me obliga a jadear y por más que intento ocultar mi malestar, no lo logro.—¿Estás herido? —pregunta con preocupación y se separa de mi abrazo para observar sus manos—. ¡Estás sangrando! —murmura con asombró.Me doblo sobre mi cuerpo cayendo de rodillas al piso, provocando que Victoria se sobresalte y pida ayuda a su madre. La mujer se aproxima a mi lado y comienza a hacerme preguntas que respondo con dificultad.—¿Tuviste una operación recientemente?—S-sí, hace unos días —le informo.Me avergüenza el titubeo en mi voz, pero, por alguna razón el dolor se ha intensificado. Si bien, nunca desde que recibí el disparo me he sentido completamente recuperado; en estos momentos me resulta imposible
Isaac—¡Victoria, despierta! —exijo aterrorizado mientras sacudo su cuerpo inerte entre mis brazos. Mi lobo rasga el interior de mi cuerpo suplicando por salir y socorrer a su compañera, pero lo obligo a calmarse, sabiendo que en este caso no hay nada que él pueda hacer.Mis nervios se crespan y el maldito corazón parece que se me va a reventar en el pecho por el desespero. Hago una pinza con mis dedos en su nariz y abro su boca para soplar en su interior en un intento por llevar aire a sus pulmones.—¡Hija! —grita su madre a mis espaldas al darse cuenta de lo que pasa. Victoria comienza a toser y expulsar el agua que ingirió, provocando que me vuelva el alma al cuerpo al verla respirar de nuevo. Retiro los cabellos que se habían pegado a su rostro y hago un esfuerzo enorme por no soltarme a llorar como un niño al escuchar de nuevo el latir de su corazón.—¿Isaac…?, ¿qué pasó? —pregunta aferrándose a mi cuerpo, sollozando horrorizada.—Ya pasó —digo para no presionarla con preguntas
VickyLa luz que se filtra por la ventana y da justo en mi rostro me incomoda y trato de cubrir mis ojos con mi mano, pero, cuando intento levantarla de la cama, siento un tirón que me impide moverla por completo. Abro uno de mis ojos, mientras trato de adaptarme a la luz matutina, y lo que veo me deja sin aliento; me hace sentir aún peor de lo que ya me sentía y por un momento solo pienso en desaparecer y dejar atrás mi sufrimiento y el de las personas que deben soportar mi odioso estado de humor.Isaac se aferra a mi mano desde su lugar. Aún se encuentra sentado sobre la alfombra que cubre el piso y su cuerpo de medio lado está recargado de la orilla de mi cama. El cansancio debió vencerlo, pero no se apartó en toda la noche de mi lado.—Isaac… —Doy un leve apretón a su mano para despertarlo, pero no reacciona de inmediato—. Isaac… —repito.—Mmm… —balbucea soñoliento—. ¿Estás bien? —pregunta, abriendo sus ojos con espanto de un segundo a otro.—Sí —respondo no muy segura, queriendo
Vicky—Hace una mañana preciosa, deberían de salir a dar una vuelta.—¿Cariño…?Una mano bastante familiar se cierra en mi muslo distrayéndome de mis pensamientos y volteo a mi costado para darme cuenta de la mano de Isaac sobre mi pierna. Dejo de revolver la comida en mi plato para prestar atención a las dos mujeres frente a mí, quienes me observan con ese maldito gesto lastimero que ya comienza a fastidiarme.—Perdón —mascullo de manera distraída—. No escuché lo que dijeron.—Decía que es un hermoso día —repite Maggie sonriendo cálidamente—. Tal vez podrían salir al pueblo por un helado, o dar una vuelta por el bosque.Mi mirada se posa en el hombre a mi lado. Isaac no se niega, pero tampoco me presiona para aceptar, lo cual agradezco.Ha pasado un mes desde lo que pasó y aún no logro recuperar por completo mi estado de ánimo, sin embargo, me esfuerzo, por él, por mi familia; trato de complacerlos en este tipo de cosas, aunque la verdad es que mi mente se mantiene ausente en todo mo
IsaacLa imagen de Victoria con el pequeño niño en brazos ha movido cosas en mi interior que jamás admitiré. Volver a ver, aunque sea una mínima luz en su mirada, ha sido como beber un sorbo de agua en medio del desierto.¿Así es como se siente la esperanza?Victoria observa a Harry con adoración, mientras que yo la observo a ella. Su sonrisa es hipnotizante, adictiva y, a pesar de que juré que no podía sentir algo más grande por ella, me doy cuenta de cuán equivocado he estado, pues, el sentimiento que ahora mismo me embarga no tiene comparación.—Le diré a Azul… —Escucho a lo lejos la voz de Verti que me saca de mi ensoñación. Victoria voltea a verme con una pregunta reflejada en sus ojos, sin embargo, no entiendo de qué hablan, pues hasta ahora presto atención a su conversación.«Estaba demasiado ocupado admirándola»—¿Quieres ir? —cuestiona con cierta preocupación.—¿Adónde? —indago haciéndola sonreír.Mi lobo reacciona al sentir las vibraciones entre los dos, el magnetismo que ha