VickyLa mañana llegó más rápido de lo que me hubiera gustado. Esta vez no me agrada el sonido de los pájaros, ni el sol brilla como otros días, pues la noche fue una mierda; por más vueltas que di en la cama, me fue imposible apagar mi cerebro y dejar de pensar en esa horrible escena que atormenta todavía mi mente.En realidad, no sé por qué me molesta tanto; odio a Isaac con todas mis fuerzas, es un monstruo, ¿qué es lo que esperaba de él?, ¿que me fuera fiel…?, ¿que se conformara con lo poco que le doy…?Después de todo, no tengo el derecho de sentirme tan afligida. Él no es mío, esto no es una relación, todo es una farsa… lo malo es que, en lugar de convencer a los demás, la que se creyó el cuento fui yo.Hoy no tengo ánimos de salir de la habitación, así que me quedo en la cama hasta que el cuerpo me exige ir al baño. Salgo de las sábanas y arrastro los pies hasta el pequeño cuarto donde hago mis necesidades y me refresco un poco tratando de mejorar mi humor, sin embargo, no sirv
IsaacLa visita a Ruth de anoche no me sirvió para una mierda; las pesadillas volvieron incluso con más fuerza que antes. Pesadillas aún más enmarañadas y oscuras, donde todo sucede exactamente igual: la misma escena, las mismas personas, sangre, muerte; ese maldito sentimiento de culpa y dolor, pero… al voltear a ver a Alicia como siempre, no es ella quien corta su garganta y cae sin vida al piso… es Victoria.Un escalofrío recorre mi columna al pensar en el horrible sueño que no ha dejado de dar vueltas en mi cabeza desde que desperté a mitad de la madrugada, y no he vuelto a dormir desde entonces. Me aterra que se vuelva a repetir, que no se trate solo de un sueño, sino de algún tipo de premonición para el futuro.La mañana llega por fin, y me apuro a salir de la cama. Llevo horas despierto tratando de darle significado al cambio en mis pesadillas, a qué se debe que ahora sea Victoria la protagonista de mis temores, y no se me ocurre otra cosa más que…—Buenos días, señor. —Mary en
VickyAva habla hasta por los codos acerca de los planes para la próxima lunación y, la verdad es que no he entendido ni la mitad de lo que ha dicho. Mi mente se encuentra completamente ocupada por un maldito alfa arrogante que me tiene en una montaña rusa de emociones. Un día lo odio y al otro también, pero, a veces… muy pocas veces… he llegado a sentir que hay algo en él que vale la pena rescatar; que me gustaría conocer más a fondo ese ser que ya no me parece tan repugnante, para mi desgracia.En ocasiones quisiera adentrarme en esa mente retorcida y poder mirar de cerca los horrores que guarda solo para él: sus deseos, sus secretos, sus temores… pero…, la verdad es que me aterra perderme y no encontrar el camino de regreso. Me da miedo no poder poner un freno a lo que cada vez se siente más fuerte en mi pecho cuando lo tengo cerca; a esa emoción, esa necesidad de perderme en esos brazos en los que cada vez me siento más cómoda y segura.—…Y vamos a vender nuestra casa y nos vamos
Vicky —Te quedaste… —murmuro más para mí que para él. Mi voz amortiguada por la piel de su pecho—. ¿Por qué?—Por respeto —dice, mientras recorre mi espalda con las yemas de sus dedos. Me sorprende tanto la delicadeza de su roce, así como la sinceridad en sus palabras.—Por respeto… —repito haciendo un esfuerzo por no demostrar la leve decepción que siento de pronto—. ¿Porque soy tu esposa?, Solo eso…—Por tu valentía —declara con seriedad—. Te plantaste ahí y no parpadeaste ni un segundo, yo respeto eso.—Estaba aterrada —confieso—. Por un momento pensé que me harías daño… —Suelto una risita nerviosa, e Isaac detiene el movimiento de sus dedos sobre mi piel y con su otra mano eleva mi rostro al suyo.—A pesar de lo que pienses de mí, jamás te haría daño, Victoria. —Su voz es franca y su mirada no se aparta de mis ojos. De pronto soy consciente de mí misma: mis manos acariciando su pecho desnudo -así como el resto de su cuerpo-, y parece absurdo después de todo lo que ya hemos hecho,
Isaac Un rayo de sol que entra por la ventana y da justo en mi cara me despierta. La suave respiración de Victoria en mi cuello me hace cosquillas, pero no me atrevo a despertarla; me quedo observando por un momento ese rostro sereno por el sueño, tratando de ignorar la molestia en la espalda por estar en el piso. En algún momento de la noche ambos cambiamos de forma y nos rendimos ante el cansancio después de haber permanecido en silencio por horas, solo observando el exterior sin saber bien por qué; oh bueno, yo sé por qué… Aún recuerdo esa m*****a pesadilla en la que una multitud de lobos enemigos la arrancaban de mis manos y la asesinaban frente a mis narices. De solo pensarlo me enfurezco de nuevo, y un desagradable escalofrío recorre mi espalda. «Eso no sucederá… no si yo puedo evitarlo» Dejo un beso en sus labios sin importarme que se despierte; todavía me cuesta creer que se haya quedado a mi lado después de haberla atacado como lo hice y de haberle pedido que se fuera. Eso
VickyLa luz de la luna baña nuestros cuerpos desnudos aun dentro de la cueva. Isaac soba mi espalda con parsimonia, mientras que yo recorro su pecho con las yemas de mis dedos. Las risas esporádicas de los lobos desde la reunión cada vez se escuchan más lejanas, por lo que puedo deducir que la mayoría ya se han retirado.El momento es tan íntimo y tan perfecto, que temo que solo se trate de un sueño hermoso del que no quiero despertar. El ardor de su marca en mi cuello escuece un poco, pero no tanto como lo hace mi conciencia de pronto, recalcándome lo impulsiva que he sido al unirme a Isaac.«Traicionera» me grita una voz en mi cabeza, una voz muy parecida a la de Arturo. «Débil, vendida, mala hija»«¿Qué pensaría mi padre si pudiera verme en brazos de su enemigo?, ¿qué pensará David cuando lo sepa?, ¿qué dirá mi madre…?»—Tranquila —susurra Isaac tomando mi mano que, sin darme cuenta, he formado un puño sobre su abdomen—. No te atormentes ahora.Me sorprende su intervención tan opo
VickyLos últimos rayos del sol iluminan la tarde, mientras que yo me pregunto si será prudente pasar la noche aquí, en medio del desierto, en una cueva llena de recuerdos que una vez fueron hermosos, y hoy son asfixiantemente dolorosos.Una suave brisa mueve mi cabello y mis fosas nasales se abren al reconocer el aroma inconfundible que me hace estremecer y, no de la mejor manera.—¿Cómo me encontraste? —pregunto sin necesidad de voltear a ver al protagonista de todas mis desgracias.—No fue difícil seguir el rastro de odio que dejaste en tu camino —habla sin novedad, como si no supiera el daño tan grande que me ha hecho, como si no le pudiera importar menos mi dolor.Suspiro apretando más mis piernas a mi pecho, y me obligo a reprimir las lágrimas que amenazan con salir de mis ojos al sentirlo tan cerca y tan lejos a la vez.—Extraño mi bosque —digo más para mí que para él—. Aquí todo es tan frío, tan… seco —miento.La verdad es que, aunque es cierto que extraño mi hogar, he comenza
Isaac—Cuídate —digo con toda la sinceridad que hay en mi ser, mientras la observo girar en mi dirección. La tristeza en su mirada comprime mis pulmones y mi respiración se torna dolorosa cuando recibo su respuesta y la observo retomar su camino, dejando atrás un futuro que apenas hace unos días se veía tan brillante, que casi logra borrar con su luz mi oscuridad.«Es mejor así» me repito por enésima vez desde que tomé la decisión de dejarla ir.No puedo hacerle esto. No puedo arrastrarla conmigo a un destino que sería peor que la muerte.No hay felicidad en este mundo, no para mí por lo menos. He logrado comprender ese hecho desde hace tiempo, y estoy bien con ello. La maldad ha rondado mi vida desde el momento en que cometí ese terrible error que marcó mi destino, pero, ella no se merece pagar las deudas que no le corresponden.Fui un egoísta al pensar que podría lograr salir del hoyo en el que me encuentro. Fui capaz de rozar con mis dedos la dicha al tenerla a mi lado; pero nada e