Vicky Isaac se queda dormido a mi lado en cuanto toca la cama y me es inevitable observarlo embobada por un momento; su fachada de macho alfa no parece tan amenazante ahora que descansa tranquilo, agotado. Elevo mi mano sin ser consciente y me permito acomodar un mechón de su cabello con el temor de que despierte e intente alejarme por tal atrevimiento. Todo en él exuda dominio: su rostro fuerte, enmarcado por esas cejas pobladas y expresivas que normalmente se encuentran fruncidas con molestia. Esa nariz perfecta que me lleva a repasarla con mi dedo, hasta llegar a sus carnosos labios que he besado más veces de las que alguna vez imaginé hacerlo. No sé de qué manera sentirme con él. Me abruma el ahogo que siento en el pecho cuando no está en casa, así como la forma en que mi corazón se agita al tenerlo cerca. Quiero buscar una explicación coherente y lo único que se me ocurre es el bendito lazo que nos une y nos separa al mismo tiempo. ¿Qué hubiera pasado si Isaac nunca hubiese as
VickyMe levanto apresurada de la cama al escuchar los pasos fuertes y furiosos de Isaac en el pasillo, y limpio mis lágrimas para que no se dé cuenta de que he estado llorando. Él abre la puerta sin pedir permiso y llega hasta donde me encuentro frente al tocador, fingiendo acomodar mi cabello.—¿Qué haces aquí? —cuestiono tratando de sonar firme, pero hay un leve temblor en mi voz que espero no haya notado.—Solo vine a aclararte algo —dice cruzando los brazos frente a su pecho—: A mí nadie me prohíbe la entrada a Ningún rincón de mí casa —declara poniendo demasiado énfasis a la palabra Mí.—Nuestra —lo contradigo con valentía—. Es nuestra casa. Yo no vine aquí en calidad de invitada, soy tu esposa, me lo has repetido hasta el cansancio y como tal, todo lo tuyo me pertenece: esta casa, tus negocios y tú. —Golpeo su pecho con mi dedo índice de manera amenazante.Si él cree tener derechos sobre mi cuerpo y sobre mis actos, no veo por qué yo no puedo exigir lo mismo de su parte.Isaac
VickyEl agua de la ducha cae por mi cuerpo, llevándose los restos de lo sucedido hace un momento. Ha pasado una semana desde que me enfrenté a Isaac y le exigí tratarme como su igual. Ha sido una semana llena de emociones y de trabajo con los preparativos para la lunación, pero sobretodo, han sido días intensos y llenos de encuentros sexuales furtivos entre Isaac y yo. Siento pena por Maggie y todo el personal que han tenido que escuchar cada una de nuestras sesiones, y es que no ha habido rincón de la casa en donde no lo hayamos hecho. Tallo mi cuerpo adolorido y cuando me agacho un poco para enjabonar mis piernas, una leve punzada atraviesa mi vientre bajo. No es para menos con tanto ajetreo que ha habido en esa zona durante los últimos días. Salgo de la regadera y comienzo a secar mi cuerpo. Cuando llego al lugar entre mis piernas, la toalla se mancha de un poco de sangre que me avisa la llegada de mi periodo. Por una parte, siento alivio, pero por otra, me pesa el tener qu
Vicky El dulce cantar de las aves me despierta por la mañana. Busco a Isaac en la cama y no me sorprendo cuando encuentro su lado vacío. Me pregunto si solo fue un sueño. «Fue real» me respondo a mí misma. Fue bastante real cuando desperté a mitad de la madrugada y él aún estaba aquí. Fue real cuando me acurruqué sobre su hombro y rodeé su abdomen con mi brazo. Fue tan real cuando dejé un beso en sí labios y me correspondió. «No pude haber soñado todo eso» Su lugar aún está tibio, debe hacer poco tiempo que se fue. No me siento mal por ello, por el contrario; jamás pensé que un hombre frío como él aceptaría pasar la noche conmigo sin ninguna otra intención. Me siento sobre la orilla de la cama y espero sentir esa urgencia de ir al baño característica de estos días, pero no es así. Me levanto tranquilamente y busco ropa antes de ir al baño y tomar una ducha. Antes de ello hago mis necesidades y me toma por sorpresa el no encontrar nada de sangre. Es muy extraño, jamás me había p
VickyLa mañana llegó más rápido de lo que me hubiera gustado. Esta vez no me agrada el sonido de los pájaros, ni el sol brilla como otros días, pues la noche fue una mierda; por más vueltas que di en la cama, me fue imposible apagar mi cerebro y dejar de pensar en esa horrible escena que atormenta todavía mi mente.En realidad, no sé por qué me molesta tanto; odio a Isaac con todas mis fuerzas, es un monstruo, ¿qué es lo que esperaba de él?, ¿que me fuera fiel…?, ¿que se conformara con lo poco que le doy…?Después de todo, no tengo el derecho de sentirme tan afligida. Él no es mío, esto no es una relación, todo es una farsa… lo malo es que, en lugar de convencer a los demás, la que se creyó el cuento fui yo.Hoy no tengo ánimos de salir de la habitación, así que me quedo en la cama hasta que el cuerpo me exige ir al baño. Salgo de las sábanas y arrastro los pies hasta el pequeño cuarto donde hago mis necesidades y me refresco un poco tratando de mejorar mi humor, sin embargo, no sirv
IsaacLa visita a Ruth de anoche no me sirvió para una mierda; las pesadillas volvieron incluso con más fuerza que antes. Pesadillas aún más enmarañadas y oscuras, donde todo sucede exactamente igual: la misma escena, las mismas personas, sangre, muerte; ese maldito sentimiento de culpa y dolor, pero… al voltear a ver a Alicia como siempre, no es ella quien corta su garganta y cae sin vida al piso… es Victoria.Un escalofrío recorre mi columna al pensar en el horrible sueño que no ha dejado de dar vueltas en mi cabeza desde que desperté a mitad de la madrugada, y no he vuelto a dormir desde entonces. Me aterra que se vuelva a repetir, que no se trate solo de un sueño, sino de algún tipo de premonición para el futuro.La mañana llega por fin, y me apuro a salir de la cama. Llevo horas despierto tratando de darle significado al cambio en mis pesadillas, a qué se debe que ahora sea Victoria la protagonista de mis temores, y no se me ocurre otra cosa más que…—Buenos días, señor. —Mary en
VickyAva habla hasta por los codos acerca de los planes para la próxima lunación y, la verdad es que no he entendido ni la mitad de lo que ha dicho. Mi mente se encuentra completamente ocupada por un maldito alfa arrogante que me tiene en una montaña rusa de emociones. Un día lo odio y al otro también, pero, a veces… muy pocas veces… he llegado a sentir que hay algo en él que vale la pena rescatar; que me gustaría conocer más a fondo ese ser que ya no me parece tan repugnante, para mi desgracia.En ocasiones quisiera adentrarme en esa mente retorcida y poder mirar de cerca los horrores que guarda solo para él: sus deseos, sus secretos, sus temores… pero…, la verdad es que me aterra perderme y no encontrar el camino de regreso. Me da miedo no poder poner un freno a lo que cada vez se siente más fuerte en mi pecho cuando lo tengo cerca; a esa emoción, esa necesidad de perderme en esos brazos en los que cada vez me siento más cómoda y segura.—…Y vamos a vender nuestra casa y nos vamos
Vicky —Te quedaste… —murmuro más para mí que para él. Mi voz amortiguada por la piel de su pecho—. ¿Por qué?—Por respeto —dice, mientras recorre mi espalda con las yemas de sus dedos. Me sorprende tanto la delicadeza de su roce, así como la sinceridad en sus palabras.—Por respeto… —repito haciendo un esfuerzo por no demostrar la leve decepción que siento de pronto—. ¿Porque soy tu esposa?, Solo eso…—Por tu valentía —declara con seriedad—. Te plantaste ahí y no parpadeaste ni un segundo, yo respeto eso.—Estaba aterrada —confieso—. Por un momento pensé que me harías daño… —Suelto una risita nerviosa, e Isaac detiene el movimiento de sus dedos sobre mi piel y con su otra mano eleva mi rostro al suyo.—A pesar de lo que pienses de mí, jamás te haría daño, Victoria. —Su voz es franca y su mirada no se aparta de mis ojos. De pronto soy consciente de mí misma: mis manos acariciando su pecho desnudo -así como el resto de su cuerpo-, y parece absurdo después de todo lo que ya hemos hecho,