Capítulo 2

CAPITULO 2

Tengo derecho a amar, a escoger a quien entregarle la vida, pero no, mi padre me arrebató el derecho, me arrebató la alegría y la felicidad que me merecía.

No tengo un cuento de princesas, aquí no hay un caballero con armadura dorada que me salve.

—¿Todo bien, señora? —Jasón el jefe de guardas me preguntan y solo asiento.

Entro de nuevo a la sala, todos son una manada de lobos. Adler está hasta los cojones de borracho y lo único que quiero es descansar, levantarme al día siguiente y darme cuenta que todo esto fue solo una pesadilla.

Escucho el son de la música, la gente me canta el cumpleaños feliz y esto de feliz no tiene nada. Adler coloca sus manos sobre mis glúteos, la gente nos toma fotos y trato de sonreír de verdad trato de mantenerme fuerte.

Mi esposo me toma de la mano llevándome hacia la pista de baile, una canción romántica suena y me muevo al ritmo de la música.

—Eres todo para mí, lieben.

«Amor»

—Y tú para mí, Adler—. Respondo rápidamente.

Adler me besa desenfrenadamente, escucho los aplausos y las evasivas, las lágrimas se resbalan por mis mejillas. Me siento enjaulada, abandonada y herida.

—¡Señores! pido un brindis por mi mujer—, un grupo de camareros entra repartiendo copas de vino a todos los presentes—. Ella es mi vida, la reina de esta casa, es todo para mí, pido un brindis para la señora Schulz—Adler me vuelve a besar. —Vámonos de aquí—me tenso porque sé que significa eso.

Paso junto a Adler delante de todos los invitados, mis piernas me pesan no quiero estar a solas con él.

El mafioso cierra la puerta de la cocina, empuja mi cuerpo hasta la isla de concreto. Sube mi vestido hasta mis caderas con rapidez. Escucho el cierre de su pantalón, es inevitable, soy demasiado cobarde para detenerlo. Mi cuerpo se mueve hacia adelante cuando su miembro invade mi intimidad.

Los gruñidos llegan hasta mis oídos, me aferro a la cerámica fría de la isla, Adler me toma del cabello atrayéndome hacia él, dejo de respirar cuando aferra sus manos a mis caderas y la penetración llega mucho más profunda. Lo único que deseo es que él muera.

—Te amo, prinzessin.

«Princesa»

Bajo mi vestido para cubrir mi desnudez cuando por fin se ha corrido. Adler me atrae hacia su pecho y besa mi frente. Este es él, un hombre que me hace tanto daño sin saber que me mata cada día.

Apenas salimos de la cocina, grupo de mariachis entra cantando las mañanitas, desde siempre he tenido una fascinación por esa cultura, los miro con los ojos bien abierto, esto es fabuloso, salto de la emoción cuando uno de los mariachis me coloca su sombrero.

Adler une su mano con la mía y estoy demasiado concentrada en el grupo que toca al son de rancheras que no me doy cuenta cuando el cuerpo de Wendy la hermana de Adler cae desde el segundo piso sin vida.

Escucho los gritos de terror por parte de los invitados, Adler se queda paralizado viendo el cuerpo de su hermana ensangrentado, mi padre corre hacia mí, pero estoy demasiado asustada.

Adler deja mi mano para correr hacia su hermana, observo como su cuerpo está hecho trizas, un cuchillo atraviesa su pecho y es ahí cuando se desata el caos.

Un grupo de mercenarios entran disparando a todos lados, ahogo un grito cuando Jason baja mi cabeza dispuesto a sacarme de la mansión, veo como los cuerpos inertes de las personas caen al piso.

El mafioso alemán empuña con fuerza su pistola nueve milímetros enchapada en oro y diamantes. Sus hombres lo protegen para que no salga herido, Adler mira hacia a mí y asiente, soy arrastrada hacia afuera.

Las mujeres gritan despavoridas, mi padre sale herido y veo como alguien lo ayuda a escapar, como era de esperarse ni siquiera se preocupó si estaba viva o muerta.

Alguien arrastra el cuerpo de Wendy Schulz, mi piel se helada cuando un grupo de encapuchados salen corriendo hacia mi dirección; trato de salir de allí y escapar hacia el bosque, pero me es imposible.

Un hombre fornido de casi un metro noventa se posesiona delante de mí, tiene un tatuaje de en forma de tarántula en el cuello. Sonríe ampliamente mostrando sus dientes blanquecinos y es allí cuando sé que las cosas han empeorado.

—Sabrina Schulz—. Espeta mi nombre con tanta arrogancia y sé que no dudará en jalar el gatillo y acabar con mi vida.

Me quedo callada, una mujer pelirroja sale en medio de un grupo de hombres y cuando me observa temblando en el piso con mi vestido hecho trizas se ríe.

—Die mafia-Schlampe

«La perra de la mafia»

—Esa soy yo—. Respondo con valentía.

La mujer bufa.—Espero que tengas esa misma sonrisa cuando te este descuartizando—todos detrás de ella se burlan.

Me levanto del piso, limpio mi vestido y la encaro—. Y yo espero que sigas de arrogante cuando Adler haga que te degollen viva.

La mujer borra su sonrisa.

Escucho el aplauso por parte de alguien, todos se miran y sonrio cuando veo a Adler salir de la mansion  con un grupo de hombres a su lado.

La mujer se tensa y trata de huir, pero una bala le traspaza el hombro izquierdo haciendola caer, de un momento a otro todos los hombres que me retuvieron caen al piso sin vida.

Corro hacia Adler y lo abrazo, necesito que me saque de aqui y me lleve a un lugar seguro. El alemán me sostiene con fuerza, no soporto nada de él, pero ahora lo único que necesito es estar a salvo.

Los gritos de la mujer llegan hasta mis oidos, pero es inevitable, la torturaran hasta que suelte quien la envió aquí y porque.

(***)

Me aferro al asiento de cuero del avión privado del alemán, hemos viajado hasta Berlin por seguridad de la familia y al parecer se ha desatado una guerra con la mafia italiana.

—Meine Schönheit, mi hermana ha muerto por culpa de Giorgio Jean Luca, hemos venido a esta ciudad para protegerte. Eres y serás siempre lo más importante para mí.

«Bella mía»

Adler toma un sorbo de coñac, se le nota cansado y en sus ojos puedo ver el dolor reflejado. Wendy con tan solo veiticuatro años era la única familia de sangre con vida del alemán. Cuando sus padres murieron en mano de la mafia irlandesa, el mafioso tomó el mando encargándose de su pequeña hermana y los negocios de la familia.

—Estaremos bien—hablo tomándole la mano.

Un grupo de hombres nos reciben en el aereopuerto, pasamos por encima de la policia alemana y no saben lo que un par de billetes puede hacer.

Tiro mi bolso en la cama king size, quito mi ropa y me dispongo a darme un baño para relajar mis musculos, aún no me explico como han violado la seguridad de la mansion en Bramen.

Siento una pulzada en mi pecho, la mafia italiana no se va con rodeos, si han declarado la guerra estoy más que segura que seré el primer objetivo de Giorgio.

—¿En que piensas amor?—la voz de Adler me saca de mis pensamientos. Sirve un poco de vino en una copa y me la extiende. La espuma de la bañera tapa mi cuerpo desnudo.

—En Giorgio.

Adler suspira —Hablando de eso...No te quise decir nada en Bramen, pero el cuerpo de mi hermana tenía esta nota.

Mi corazón se paraliza.

«La proxima es Sabrina, cuida muy bien de tu esposa. Nunca se sabe cuando sera la última vez que la veas.

GJL»

Me levanto de la tina, enrollo mi cuerpo en una toalla, el ambiente se vuelve frio. Adler trata de tranquilizarme diciéndome que no permitirá que nada malo me suceda, pero no sé sí creerle.

(***)

La mansión esta vuelta un caos, hombres salen y entran de la propiedad, Jason le da instrucciones a un grupo de personas y estos asienten a sus ordenes.

—Señora...—Angela Gabriela, la mujer que Adler ha puesto a mi disposicion me llama.

—Dime, Angie–. Corto el tallo de una de las tantas rosas que hay en el jardín.

—Le he preparado el desayuno, puede ir a la terraza campestre.

Me levanto y le sonrío, Adler ha pasado toda la mañana ocupado y lo agradezco, no estoy de humor para soportar sus estupideces.

Uno de los sirvientes me sirve frutas y yogurt para comer. Miro a lo lejos un par de camionetas llegar con más hombres.

Ruedo lo ojos, todo hubiera sido más sencillo si mi papá nunca me hubiera entregado a la bestia alemana.

Son casi las siete de la noche, Adler no ha pasado en casa durante todo el día. Angie me hace compañia mientras leo orgullo y perjuicio.

Camino hacia el balcón de mi habitación. El frío de la noche me acobija, los guardias pasan de un lado a otro protegiendo la propiedad de Berlín.

Suspiro dispuesta a descanzar un poco, sabiendo que apenas llegue Adler tendré muchas horas en desvelo.

Trato de moverme, pero soy paralizada cuando mi cuerpo es mojado con agua, abro mis ojos y fulmino con la mirada al imbécil que ha ocasionado esto.

Empuño mis manos cuando lo veo sonreír, mi mirada se suaviza cuando logro detallarlo, sus facciones son marcadas, su cabello café alborotado es precioso, tiene unos brazos, pectorales y gluteos fornidos.

Aprieto mis piernas, es la primera vez que alguien me pone de está manera. Angie entra y me pregunta que es lo que sucede.

Salgo disparada hacía el jardín dispuesta a poner en su sitio a ese sujeto, los sirvientes y hombres me llaman, pero estoy demasiado enojada con ese desconocido.

—Tú...—Lo señalo, el hombre sonríe a medio lado y siento que estoy perdiendo la cordura.

—Dígame—. Suelto el aire de mis pulmones, Jason me pregunta si estoy bien y le pido que se marche ahora.

—Hablame con respeto ¿Acaso no sabes quien soy?

—¿Debería?—Si serás imbécil.

—Yo soy...—abro los ojos y boqueo como un pez cuando vuelve a mojarme con la maguera que hasta ahora me doy cuenta que sostiene en sus manos.

—Pero qué...—Angie se ríe, me doy media vuelta para marcharme, Adler viene entrando por la puerta principal y agradezco que no se haya dado cuenta de mi presencia, subo las escaleras a toda prisa y me cambio rapidamente.

Jason toca un par de veces la puerta de mi habitación para informarme que mi esposo necesita verme.

Adler está sentado en la silla de cuerpo giratoria de su oficina. Apenas me ve se levanta y besa mi boca con tanta determinación.

—Eres tan perfecta—, susurra sobre mis labios.

Tomo asiento al lado de él, Adler entrelaza nuestros dedos y juguetea con mi cabello—¿Que vas a hacer ahora?—el alemán conecta su mirada azulada con la mía.

—Protegerte… —Ruedo los ojos. Si tengo el peligro todos mis días en casa.

Tocan un par de veces la puerta de madera, acomodo mi falda que se ha subido unos cuantos centimetros por las caricias del alemán.

Me volteo para acomodarme un poco mi vestimenta—Bienvenido a la familia Erick, espero poder contar contigo en todo, dejo en tus manos lo más importante para mí.

Me giro para ver con quien habla Adler y me quedo congelada cuando observo al imbecil que me ha mojado frente a él.

—Sabrina, te presento a tu nuevo guardaespaldas...

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