Raegan Stravos

Cuando desperté, la luz del sol se filtraba a través de las cortinas, creando un cálido resplandor en la habitación. Miré a Elijan, aún dormido, y decidí que era el momento perfecto para intentar suavizar un poco la tensión entre nosotros. Después de todo, anoche él me había sacado de un gran lío, y quería mostrarle mi agradecimiento.

Me vestí solo con su camisa, que me quedaba holgada y me daba una sensación de cercanía. La tela olía a él, y por un momento, me sentí segura. Me dirigí a la cocina y me puse a preparar su desayuno: café negro, fuerte, como a él le gustaba, y un pastel que había horneado la noche anterior. Mientras los aromas envolvían la cocina, una parte de mí se sentía bien, como si estuviera volviendo a una normalidad que había perdido.

Con la bandeja en mano, subí a la cama y me acomodé a su lado. Su respiración era tranquila, casi hipnótica. Decidí aprovechar el momento. Me subí suavemente sobre él y comencé a dejar suaves besos en su cuello, sintiendo su piel
Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP