Sobrevivir a una herida de bala en el maldito hígado debía ser alguna especie de récord Guinness o algo por el estilo, lo que sí sabía era que estaba agradecido con Dios por todas las cosas buenas que me dio luego de eso. Ver sufrir a mi esposa era la peor de las sensaciones, así que no deseaba verlo, por lo que juré que sería el mejor marido, la mejor persona que podía ser.
El proceso fue doloroso, pero valió cada maldito sacrificio para llegar al mejor punto de todos, tener a mi familia reunida, felices y sin guerras de por medio, solo paz y felicidad, nos lo merecíamos más que a nada en el mundo.
¿Cómo llegamos a ellos?
Ima fue apresada por el FBI, Nyoko no pudo cargar con las culpas, pero el hecho de ser asesinada por su propia hija debía significar alguna cosa, debía significar algo más allá de lo
AlessioEso era lo que me encantaba de ella, así que cuando llegó la torta ella se levantó tomó a nuestra principessa. Cantamos el cumpleaños feliz en los tres idiomas, nos reímos por todo y hasta la animamos a soñar con un deseo, a creer en el futuro, en lo que había por venir, entonces la cargué y con todo el amor del mundo le dije:—Giuliana, tu sei la cosa più bella del mondo, la cosa più sacra che ho e ti prometto che mi prenderò cura di te, ti amerò e ti incoraggerò per tutta la vita, nel modo più grande possibile, affinché tu possa essere ciò che vuoi, realizzare i tuoi sogni e diventare la persona più speciale di questo mondo —dije entre lágrimas y eso la hizo abrazarme con fuerza.La amaba más que a nada, a todos ellos.Terminamos la velada y luego de lidiar
AlessioEstaba enamorado ella.No me quedó duda alguna cuando supe que, sin importar nada más, solo quería que ella se quedase conmigo para que pudiésemos arreglar los problemas, las diferencias que surgieron por mi ambición y mi ceguera. La vi caminar de un lado a otro con nerviosismo, tocándose su hermosa cabellera oscura, larga y sedosa con una ansiedad que no solo la estaba dañando a ella, sino que me estaba dañando a mí. Me estaba demostrando que ella sufría por las muchas posibilidades que se abrían en ese momento para los dos.No quería que su rostro níveo y perfecto se viese manchando por las dudas.Así que me acerqué a ella y la tomé de los hombros, lo que hizo que sus preciosos ojos rasgados de color marrón me vieran con miedo, con dolor, con mucho resentimiento. Esa mezcla me estaba destruyendo por dentro, de una manera que no vi venir. Se suponía que ella solo sería un peón en esta guerra, un elemento que me daría lo que necesitaba para poder llevar a cabo mis planes, no q
Amaya—¿Y existe eso del felices por siempre?La pregunta de Melissa no me sorprendió, era una niña muy consciente, llena de dudas y que había visto cómo su familia fue separada por las leyes migratorias. Así que tragué saliva con fuerza, y al ver que los otros niños esperaban por una respuesta, supe que tenía que ser inteligente en cómo abordarlo.La ingenuidad de ellos era un punto muy delicado, uno que no quería tocar, así que cuando estuve a punto de decir algo, uno de ellos se levantó y negó con fuerza.—Lo siento, señorita Amaya, pero eso no existe, solo es un cuento de hadas y nada más.Se fue de la sala de lectura y quedé con una audiencia con muchos ceños fruncidos.—La vida no es totalmente feliz o totalmente mala —les dije con honestidad—. Cada día que vivimos es una mezcla de ambas cosas y así como hay días por completo buenos, también los hay malos o muy tristes. Eso no quita que siempre podemos dar lo mejor de nosotros para hacer nuestro propio final feliz.Algunos de el
AmayaMe quedé en silencio durante varios segundos, por lo que él fue alentador.—Sé honesta, no hay nada malo, ni peor que nada… Podemos tener gustos variados, así como nos puede gustar un clásico, también algo que la crítica considere malo y eso está bien.—Me gustan las historias de romance paranormal, de romance de humanas con alienígenas y de criaturas misteriosas que se convierten en humanos —apunté con miedo porque la gente tendía mucho a burlarse—. Es decir…—Te gusta lo sucio que hay en ese tipo de relaciones, ¿o me equivoco?Me había dejado muda con su conclusión tan directa y sincera, sin grandes palabras, por lo que fui honesta.—Me gusta que esos fueron construidos por mujeres y creados a nuestro ideal —admití con la cara encendida—. En ese ideal entra el placer, el amor y las necesidades que la mayoría de las mujeres tenemos a la hora de tener parejas.—¿No te parece un concepto iluso? —preguntó en un tono que casi me pareció a burla.Fruncí el ceño ante ello.—No porque
Alessio—Jefe ya le tengo la investigación sobre el oyabun de la Yakuza y no me va a creer si se lo digo, por eso le dejo las fotos —dijo Massimo, mi hombre de más confianza.Tomé la carpeta de sus manos y en ella se veían los movimientos del hombre con el que estaba haciendo negocios: Hiroshi Yagami. Hacía el papel de oyabun de la mafia más grande de Asia, una que se había implantado en California con la diáspora de la segunda guerra mundial y al igual que muchas otras, incluida la Camorra misma que yo actualmente lideraba, tomó terreno y se estableció hasta hacerlo el sitio su hogar.La mafia japonesa no solo era cerrada y hermética, sino que se regían por un sistema y códigos de honor que eran mucho más sólidos que los nuestros. A diferencia de nosotros, ellos tenían una figura en jefe que servía de padre para todos sus miembros, y luego de ser perseguido en Asia, migró hacia aquí para internarse en los cimientos de unos de los sitios que le reportaba la mayoría de sus ganancias.E
Alessio —El hombre llegó solo —apuntó Massimo, mi Consigliere, mejor amigo y asesor. Eso me hizo sonreír con gusto y pensé en mi oferta final: cincuenta millones de dólares, paso sin restricciones desde Nevada hasta el estado de Washington, acceso a puertos y embarques. Todo ello por armas, drogas y que declinase su favor en medio de la guerra que libraríamos, una para que necesitaba que los otros quedasen solos, sin nadie que les tendiese la mano cuando llegase sin contemplación a matarlo. —¿Crees que vaya a aceptar? —le pregunté a mi amigo y me miró con el ceño fruncido. —El hombre no es idiota, sabe que es un negocio ganado contigo, pero es de esos que siguen códigos ridículos por los que querrá garantías y sobre eso, me temo que no leo mentes. El tipo es muy impredecible respeto a las acciones, sigue la mayoría de las veces los dictámenes del consejo, pero hay veces en los que se deja llevar —explicó sin más—. Descubrir su amorío y a su bastarda… Fue un gran golpe de suerte. So
Amaya—Tienes que estar bromeando, mamá —le dije a mi progenitora luego de escuchar la petición que me hizo.La mujer no solo me estaba diciendo que dejase de lado mis conceptos, sino que le diese una oportunidad a un hombre que hablaba de rectitud, de derechos, de valores y más, pero que le faltaba el respeto a su familia con una amante, además de que dirigía una de las organizaciones criminales que más daño le hacía al mundo.¡Era el colmo!—No, de verdad te estoy informando, tu padre quiere verte y debes ir. El encuentro va a pasar, quieras o no, y para mí lo mejor que podrías hacer es acercarte a tu padre sin que se vea obligado a hacerlo —me contestó con seriedad y un toque de preocupación en su voz—. Él… Quiere arreglar las cosas, Amaya, así que solo dale una oportunidad.—Lo siento, una persona que me tiene como su sucio secreto no merece que le dé una oportunidad.Le colgué a mi madre cuanto antes, cansada de siquiera pensar en que ella fuese insistente. Antes de que mi padre
Amaya—Esto tiene que ser una pesadilla…—Si te sirve de consuelo, hermanita, lo hace para protegerte —dijo Hiro.La mirada que le dio nuestro padre lo hizo callar de inmediato, tanto como para que voltease la cara.—¿De qué está hablando?—Cuando lleguemos a Los Ángeles, hablaremos de todo, te lo prometo, suki —contestó mi progenitor y fruncí el ceño.Negué, tenía algo de miedo y no se me pasó la mirada seria que Hiro le dio a Hiroshi, una que me hizo preguntarme si era algo natural, usual, que el oyabun fuese tan expresivo y cariñoso. No quise indagar, solo miré por la ventanilla hasta que llegamos a San Francisco, y para mi completa consternación, mi madre estaba esperando en la puerta de casa con una maleta de gran tamaño y un bolso de mano.—¿Por qué vamos a casa? —le cuestioné al hombre de todas mis tragedias.—Porque tu madre quiere verte antes de que nos subamos al avión, así como venimos por algunas de tus cosas —explicó y entrecerré los ojos.—Necesito todas mis tareas, todo