Pasó más de un día desde que llegamos al búnker, el estrés en mi vida se mantuvo, no había podido dormir y los avances eran mínimos.Omar solo había podido hacer contacto con el objetivo pocas veces. Según él, era muy difícil sacarla de ahí. La habían metido en una habitación donde se la pasaba escribiendo algo, estaba siempre vigilada por un par de guardias en el centro de aquel campamento lleno de rebeldes.Seguramente estaba descifrando el código que su padre había dejado. Me sentía un poco traicionado pues ese código lo debía descifrar para mí y no para ellos.Omar tenía la noble tarea de volverse un amigo para ella, para lograrlo, se portó muy amable y comprensivo. Aparentemente Míriam no deseaba estar ahí, pero eso no garantizaba que ella quisiera regresar conmigo. A esas alturas ella ya debía saber que yo y todo el gobierno estuvimos involucrados en la muerte de su padre.Los rebeldes no la torturaban ni amenazaban. Estaban utilizando otro tipo de armas para ponerla de su lado.
Me quedé congelando pensando en eso, pero el secretario me volvió a llamar tan desesperado que comencé a avanzar como un robot, pues mi mente seguía reprochandome aquel terrible error.Llegué con el grupo y todos estaban muy ansiosos, el secretario me miró y me dijo a los ojos.—Han lanzado un ataque en contra de la casa presidencial.—Estaba muy asustado mientras me lo notificaba.—Parece ser que el bombardeó le ha provocado grandes perdidas, no se sabe si total pero los daños son severos.Tal vez la edad, tal vez las preocupaciones, tal vez la situación, tal vez mi reciente error, o todas juntas, eran las razones por las que no me había impactado por la noticia, de hecho, ni siquiera la había tomado tanta importancia pues mi atención no estaba en eso.Era como estar en un sueño y la voz del secretario era la que luchaba por despertarme. Sabía que lo miraba y estaba muy atento a él pero no les podía dar la atención correcta mientras él me seguía hablando como loco. Después de eso, junt
Tres días pasaron, mismos en los que no puedo decir que disfruté el tiempo ni mucho menos que la desesperación no se apoderó de mí.Fue el tiempo que pude resistir las presiones de Sergio. Aparentemente la batalla que luchaba se le había ido de las manos y descifrar el código para descubrir lo que mi padre había dejado era su única salvación.Durante aquellos días, sólo escuchaba amenazas y comentarios malos hacia el gobierno y sus representantes. Las ocasiones en las que salí a pasear, la gente hacia reuniones como si estuviesen manifestandose. Subían pancartas y banderas en las que expresaban su odio y desconformidad contra ellos, era como un tipo de motivación para seguir su causa.Las personas que me veían intentaban contagiarme esos sentimientos para que me uniera de corazón a ellos, sinceramente no me faltaban motivos para odiar al presidente y ya los que estaban con él. No me consideraba una persona extremista ni de las que se manifiestan. Nunca me gustó la política y la forma
—Listo, ya se por dónde podemos escapar. Me dijo con tanta emoción que me contagió bajando mis niveles de estrés y ansiedad que se me habían generado en las horas de espera. Era como recibir una buena noticia esperada por mucho tiempo. —Prepare sus cosas que en unos veinte minutos los soldados se moverán de posición.—Me apresuró con sus manos.—Tenemos que estar listos para entonces. Me sorprendió su capacidad para analizar todos los movimientos e idear una ruta de escape, me había sacado la lotería con ese contacto. Ahora solo faltaba lo más difícil… que su plan funcionara y me pudiera escapar de ahí. —No tengo muchas cosas.—Le dije intentando corresponder a su velocidad.—Solo me llevaré está libreta. Él me sonrío y estuvo de acuerdo. Después de eso nos acercamos a la puerta para salir de ahí y acordamos caminar lo más normal posible. Yo no era una prisionera y en ocasiones salía a caminar, así que no habría problema con que me vieran por ahí. Lo raro o incómodo sería que me v
Yo odiaba demasiado al presidente, pero quizás ellos eran los más indicados para poner fin a la guerra.Pero ¿Y si no?, ¿si los rebeldes tenían razón y esta información era su arma secreta como Sergio decía?De una o de otra forma tendría que encontrarlo para hacer mi trabajo.Todas esas situaciones estaban en mi mente y se apoderaron de mí. Fue fácil para Omar tomarme de la mano, jalarme y llevarme de ahí para seguir caminando por el sendero. Esta vez lo hicimos sin ninguna precaución, fue más como una huída, correr y correr hasta alejarse de aquel desastre.Estuvimos alejándonos durante varios minutos. La adrenalina nuevamente me ayudó porque en condiciones normales yo no hubiese podido correr tanto, en cambio, lo hice como si fuese fuera la gran atleta olímpica. Mi acompañante hizo lo mismo, él tenía mucha mejor condición que yo, además de menos edad.Al poco rato él me indicó que debíamos detenernos. El terreno seguía siendo llano, con algunos sectores de hierba y árboles que prop
Afortunadamente para mí y mi mente llegamos a nuestro destino. La camioneta pasó por unas rejas y entró en un camino que parecía como una granja, enfrente había una enorme casa de color blanco, no se veía tan lujosa ni protegida como en las que había estado antes con Esteban, pero sin duda esta también le pertenecía. Lo supe porque cuando me levanté para ver el camino, lo ví en la entrada principal esperándonos.Me bajaron de la camioneta presionandome por ambas manos. Me llevaron enfrente del querido presidente, quien mostró una actitud muy amable.—¡Miriam querida!—Dijo acercándose a mi para tomarme de los hombres, tenía la intención de darme un abrazo.—¡Me alegro mucho de que estés bien!Yo no le contesté y tampoco retrocedí, aunque quería hacerlo. Lo evité porque sus hombres estaban detrás de mí, no tenía espacio suficiente para dar ni un paso hacia atrás, pero mis manos las mantuve abajo y mi mirada penetrante en su rostro.Él notó que lo estaba viendo con odio y desprecio, así q
Aquella casa no tenía grandes lujos, lucía con gran espacio pues casi no tenía muebles ni vigilancia. Era uno de aquellos lugares a los que podía recurrir para pasar desapercibido.Me imaginé que en aquella situación, en la que su vida corría peligro, no había mejor lugar para esconderse.Al estar ahí pude sentirme tranquila, pues sabía que los rebeldes no atacarian.Independientemente de las intenciones, en un ataque armado podría quedar bajo el fuego cruzado sin que ellos supieran que estaba ahí.Aún desconocía los verdaderos alcances de los rebeldes. Había comprobado que el gobierno tenía un gran poder y que no se iba a tronar los dedos para dañar a sus enemigos. Lo tuve que corroborar con aquella mala experiencia.El presidente pidió que nos dejaran solos, nos acercamos a una sala que estaba justo a la derecha de aquella casa. Con sala me refiero a un par de sillones viejos de color café que estaban muy cerca el uno del otro. En la habitación no había mucha luz, carecía de ventana
Mi primera impresión fue muy buena, había una cama, la cual se veía bastante cómoda. El cuarto en general se veía lleno de paz, algo que sin duda necesitaba.Dí el primer paso para avanzar y él me detuvo tomándome del brazo para decirme.—En verdad me da mucho gusto que estés bien.—Parecia que había estado preocupado y que por fin se liberaba de aquella carga.—Te extrañé demasiado.Al decir esas palabras se agachó para quedar cerca de mis labios. Yo me quedé congelada, no me hubiera imaginado que se atrevería a eso, sentirlo cerca fue muy agradable y yo también me acerqué para corresponderle. Nos dimos un beso muy corto pero que significó mucho.Después de eso ambos cerramos los ojos, fue un momento mágico que tuvo que terminar.Él me sonrío y dió un paso hacia atrás, yo camine hacia enfrente después de dar la media vuelta para cerrar la puerta de la habitación.Aún sentía mariposas en el estómago ese cosquilleo que te da cuando alguien querido te hace perder los pies sobre la tierra.