POV : Aslin Ventura Justo cuando comenzaba a sentirme un poco más estable, más presente en esa cena rodeada de quienes me amaban —o al menos de quienes fingían hacerlo—, se escucharon unos golpes secos en la puerta principal. Unos toques firmes, seguros, pero breves. Nadie en la mesa se movió al principio, hasta que una de las sirvientas —Marina, creo— se apresuró por el pasillo en dirección al vestíbulo.No le di importancia. Pensé que sería un mensajero o algún encargo olvidado. Pero entonces, la vi volver… con algo entre sus brazos.Un ramo.Un ramo de rosas blancas.Marina lo traía como si fuera algo frágil, aunque en su rostro se le notaba la confusión. Se detenía a cada paso, mirando a su alrededor, como si esperara que alguien apareciera de pronto para reclamar lo que llevaba. Cuando entró al comedor, el aroma de las flores la precedió. Su perfume era suave, dulce, casi anestesiante. Todos nos giramos hacia ella.—¿Y eso? —preguntó Soraya con su tono firme, cruzando los brazos
POV : Tercera persona Aslin forcejeó con todas sus fuerzas, cada músculo de su cuerpo tensándose con desesperación mientras sus dedos intentaban arrancar la mano que le cubría la boca. Pero Alexander era más fuerte. Su brazo la rodeaba con firmeza, inmovilizándola contra su pecho. El pánico le nublaba la razón. Pataleaba, se sacudía, pero sus esfuerzos eran inútiles. Su captor ni se inmutaba.Y entonces, él la giró con un solo movimiento, rápido, violento. Aslin quedó de frente a él. La oscuridad reinante en la habitación apenas permitía distinguir su rostro, pero sus ojos... sus ojos brillaban. Un resplandor enfermizo, casi sobrenatural, reflejaba una locura contenida por demasiado tiempo.Antes de que pudiera gritar, de que pudiera recuperar siquiera el aliento, Alexander se inclinó y capturó sus labios con los suyos.El beso fue una invasión, una condena. No tenía dulzura, no tenía amor. Era una posesión marcada por la rabia, por la obsesión. Aslin trató de apartarlo, de empujarlo
Carttal regresó a la habitacion con el corazón aún galopando en el pecho. Había recorrido cada rincón de la propiedad con sus hombres, gritado órdenes, revisado hasta el más mínimo detalle, pero no encontró nada. Solo el silencio… y esa maldita cuerda colgando como una sombra de lo que había sucedido.Al cruzar el umbral de la habitación, sus ojos buscaron con desesperación a Aslin. Y entonces la vio, encogida en un rincón, temblando, pero esta vez no estaba sola.Soraya se había arrodillado junto a ella. La sostenía con ternura, una mano acariciando su cabello mientras la otra envolvía sus hombros. Aslin lloraba desconsoladamente, y Soraya, con el rostro serio y una fuerza serena en sus ojos, murmuraba palabras suaves, casi como un rezo.—Shh… tranquila… ya pasó —le decía con voz dulce—. Estoy aquí, Aslin. Te creo. Yo sé que no estás loca… Yo sé que fue real. Él está vivo, y lo vamos a encontrar.Carttal se detuvo en seco al ver la escena. Su rabia se disipó por un momento, sustituid
POV : Aslin Ventura Desperté con un sobresalto. El primer rayo de luz apenas se colaba por las cortinas, pero mi pecho ya sentía el peso de la angustia. Me tomó un segundo ubicarme, reconocer la habitación, la manta sobre mí… y entonces, como una bofetada fría en la cara , la imagen de los ojos frios de Alexander regresó. El , estuvo aquí. En esta misma habitación. A centimetros de mí. Me beso .Tragué en seco. No podía permitirme caer otra vez. No ahora. Tenía que dejar eso de lado, aunque por dentro me carcomiera el miedo. Me levanté de un salto y corrí por el pasillo, descalza, con el corazón latiendo como un tambor en mis oídos. Necesitaba ver a mis bebes . Necesitaba sentir que estaban bien .Abrí la puerta de su habitación con rapidez, y ahí estaban. Mis tres pequeños, aún medio dormidos, con sus caritas suaves y sus ojitos entrecerrados. Corrí hacia ellos y los abracé fuerte, tan fuerte como si con eso pudiera protegerlos de todo el mal del mundo.—Mamá… estabamos preocupado
—¡Alexander! —grité de nuevo, con el pecho ardiendo, los ojos llenos de lágrimas y la garganta hecha un nudo—. ¡Maldito cobarde, da la cara!Pero no hubo respuesta.Solo el viento.Solo el maldito sonido del viento meciéndose entre las hojas, como una burla suave, como si la misma naturaleza quisiera recordarme que él siempre se escondía tras las sombras, dejando migajas de miedo a su paso.Me quedé allí, en medio de los árboles, respirando con dificultad, sintiendo cómo la rabia se mezclaba con el cansancio. No podía más. Estaba harta. Agotada. Cansada de correr, de temer, de fingir que estaba bien cuando por dentro me encontraba deshecha .Me di la vuelta y regresé a la mansión sin mirar atrás. Las puertas se cerraron tras de mí con un golpe seco. Subí las escaleras sin detenerme, sin pensar. Mi cuerpo se movía solo, como si conociera el camino hacia mi refugio de tristeza.Entré a mi habitación y cerré la puerta con fuerza.Me acerqué al buró con pasos rápidos y desesperados, abrí
Escuchaba la música sonar y los aplausos resonar en el gran salón mientras mi padre me tomaba con fuerza del brazo sin ninguna delicadeza , mientras emprendíamos la marcha nupcial , al llegar al altar mi padre me entrega a quien será mi futuro marido Alexander Líbano . - Alexander te pido que cuides de mi hija ella es mi más grande tesoro en este mundo - escuchaba decir a mi padre hipócritamente pues sabía que solo lo decía para aparentar , desde que nací jamás me a dado ni la más mínima muestra de cariño siempre me a odiado pues me acusa que por culpa mía mi madre murió al darme la luz . Tomo la mano de Alexander y unos momentos después escucho las tan ansiadas palabras del juez. Mirando a la bulliciosa multitud del auditorio, siento una mezcla de expectación e inquietud. Anhelo el nuevo comienzo que supondrá mi matrimonio con Alexander, Pero la mirada fría de mi padre y la sonrisa hipócrita de mi madrastra me provocan una vaga sensación de inquietud. ¿Es ésta la felicid
Observarlo actuar como si nada me consumía por dentro. Una rabia ardiente recorría mi cuerpo mientras veía a mi padre tomar de la mano a mi hermana y a mi madrastra para marcharse juntos, dejándonos a solas a Alexander y a mí. Él me recorrió con la mirada de arriba abajo, como si fuera un simple insecto, una presencia insignificante. Su frialdad hacía que el dolor dentro de mí se intensificara aún más. Sin pensarlo, lo seguí al interior de la mansión, sintiendo mi pecho arder de indignación. —Eres un desgraciado —le solté, la voz quebrada por la furia—. ¿Cómo pudiste acostarte con mi hermana el mismo día de nuestra boda? ¿Es que no tienes vergüenza, Alexander? Se detuvo en seco. Cuando se giró hacia mí, su mirada me atravesó como un puñal, haciéndome temblar. Con una expresión imperturbable, metió las manos en los bolsillos de su pantalón y me habló con una calma que solo hacía mi dolor más insoportable. —No quería que te enteraras de esta manera, pero ahora que nos has visto junto
—Hermana, lo siento mucho. Sé que tuviste que pasar tu primera noche de bodas sola, pero tranquila, yo cuidé muy bien de Alexander —me dice con descaro. Siento la ira recorrer mis venas, y sin pensarlo, arremeto contra ella. Me acerco y le propino una fuerte bofetada. —¡Eres una descarada, una maldita zorra! Durante años te enredaste con mi prometido frente a mis narices —le grito, furiosa. Ella deja caer falsas lágrimas de inmediato. —Hermana, ¿cómo puedes ser tan cruel conmigo? De verdad no quería meterme con Alexander, pero él y yo nos amamos tanto… Yo lo amo tanto que no pude resistirme a esto que sentía. Intenté un millón de veces alejarme, pero el amor fue más fuerte. Créeme, lo último que hubiera querido era que te enteraras de esta manera —dice con cinismo. No me sorprende en lo absoluto. Fingir siempre se le ha dado muy bien. De repente, siento un empujón que me hace caer al suelo. Al levantar la mirada, veo el hermoso rostro de Alexander mirándome con una ira asesina.