Aslin se cambió lentamente, como si cada prenda que se ponía la ayudara a recuperar un poco de control sobre sí misma. Eligió un vestido azul oscuro, de tela suave, que le cubría los brazos y le caía justo por debajo de las rodillas. Se recogió el cabello en una trenza suelta y se puso un poco de rubor en las mejillas para disimular la palidez. Aun así, sus ojos seguían delatándola.Se miró una última vez al espejo antes de salir de la habitación.Bajó las escaleras con pasos silenciosos, sujetándose del barandal como si el equilibrio aún le costara. A medida que se acercaba al comedor, las voces de su familia comenzaron a llegarle en murmullos. Voces cálidas, mezcladas con risas, el tintinear de cubiertos y el sonido lejano de una copa al chocar con otra.Al doblar por el pasillo y cruzar el umbral del comedor, fue recibida por un estallido de alegría.—¡Mami! —gritó Isabella, saltando de su silla para correr hacia ella—. ¡Viniste!—¡Mamá! —la siguió Noah con una sonrisa que le ilum
POV : Aslin Ventura Justo cuando comenzaba a sentirme un poco más estable, más presente en esa cena rodeada de quienes me amaban —o al menos de quienes fingían hacerlo—, se escucharon unos golpes secos en la puerta principal. Unos toques firmes, seguros, pero breves. Nadie en la mesa se movió al principio, hasta que una de las sirvientas —Marina, creo— se apresuró por el pasillo en dirección al vestíbulo.No le di importancia. Pensé que sería un mensajero o algún encargo olvidado. Pero entonces, la vi volver… con algo entre sus brazos.Un ramo.Un ramo de rosas blancas.Marina lo traía como si fuera algo frágil, aunque en su rostro se le notaba la confusión. Se detenía a cada paso, mirando a su alrededor, como si esperara que alguien apareciera de pronto para reclamar lo que llevaba. Cuando entró al comedor, el aroma de las flores la precedió. Su perfume era suave, dulce, casi anestesiante. Todos nos giramos hacia ella.—¿Y eso? —preguntó Soraya con su tono firme, cruzando los brazos
POV : Tercera persona Aslin forcejeó con todas sus fuerzas, cada músculo de su cuerpo tensándose con desesperación mientras sus dedos intentaban arrancar la mano que le cubría la boca. Pero Alexander era más fuerte. Su brazo la rodeaba con firmeza, inmovilizándola contra su pecho. El pánico le nublaba la razón. Pataleaba, se sacudía, pero sus esfuerzos eran inútiles. Su captor ni se inmutaba.Y entonces, él la giró con un solo movimiento, rápido, violento. Aslin quedó de frente a él. La oscuridad reinante en la habitación apenas permitía distinguir su rostro, pero sus ojos... sus ojos brillaban. Un resplandor enfermizo, casi sobrenatural, reflejaba una locura contenida por demasiado tiempo.Antes de que pudiera gritar, de que pudiera recuperar siquiera el aliento, Alexander se inclinó y capturó sus labios con los suyos.El beso fue una invasión, una condena. No tenía dulzura, no tenía amor. Era una posesión marcada por la rabia, por la obsesión. Aslin trató de apartarlo, de empujarlo
Carttal regresó a la habitacion con el corazón aún galopando en el pecho. Había recorrido cada rincón de la propiedad con sus hombres, gritado órdenes, revisado hasta el más mínimo detalle, pero no encontró nada. Solo el silencio… y esa maldita cuerda colgando como una sombra de lo que había sucedido.Al cruzar el umbral de la habitación, sus ojos buscaron con desesperación a Aslin. Y entonces la vio, encogida en un rincón, temblando, pero esta vez no estaba sola.Soraya se había arrodillado junto a ella. La sostenía con ternura, una mano acariciando su cabello mientras la otra envolvía sus hombros. Aslin lloraba desconsoladamente, y Soraya, con el rostro serio y una fuerza serena en sus ojos, murmuraba palabras suaves, casi como un rezo.—Shh… tranquila… ya pasó —le decía con voz dulce—. Estoy aquí, Aslin. Te creo. Yo sé que no estás loca… Yo sé que fue real. Él está vivo, y lo vamos a encontrar.Carttal se detuvo en seco al ver la escena. Su rabia se disipó por un momento, sustituid
POV : Aslin Ventura Desperté con un sobresalto. El primer rayo de luz apenas se colaba por las cortinas, pero mi pecho ya sentía el peso de la angustia. Me tomó un segundo ubicarme, reconocer la habitación, la manta sobre mí… y entonces, como una bofetada fría en la cara , la imagen de los ojos frios de Alexander regresó. El , estuvo aquí. En esta misma habitación. A centimetros de mí. Me beso .Tragué en seco. No podía permitirme caer otra vez. No ahora. Tenía que dejar eso de lado, aunque por dentro me carcomiera el miedo. Me levanté de un salto y corrí por el pasillo, descalza, con el corazón latiendo como un tambor en mis oídos. Necesitaba ver a mis bebes . Necesitaba sentir que estaban bien .Abrí la puerta de su habitación con rapidez, y ahí estaban. Mis tres pequeños, aún medio dormidos, con sus caritas suaves y sus ojitos entrecerrados. Corrí hacia ellos y los abracé fuerte, tan fuerte como si con eso pudiera protegerlos de todo el mal del mundo.—Mamá… estabamos preocupado
—¡Alexander! —grité de nuevo, con el pecho ardiendo, los ojos llenos de lágrimas y la garganta hecha un nudo—. ¡Maldito cobarde, da la cara!Pero no hubo respuesta.Solo el viento.Solo el maldito sonido del viento meciéndose entre las hojas, como una burla suave, como si la misma naturaleza quisiera recordarme que él siempre se escondía tras las sombras, dejando migajas de miedo a su paso.Me quedé allí, en medio de los árboles, respirando con dificultad, sintiendo cómo la rabia se mezclaba con el cansancio. No podía más. Estaba harta. Agotada. Cansada de correr, de temer, de fingir que estaba bien cuando por dentro me encontraba deshecha .Me di la vuelta y regresé a la mansión sin mirar atrás. Las puertas se cerraron tras de mí con un golpe seco. Subí las escaleras sin detenerme, sin pensar. Mi cuerpo se movía solo, como si conociera el camino hacia mi refugio de tristeza.Entré a mi habitación y cerré la puerta con fuerza.Me acerqué al buró con pasos rápidos y desesperados, abrí
POV : Carttal AzacelLa puerta de la empresa se abrió con un golpe seco, y entré con pasos firmes, cargando una furia que apenas podía contener. Mis guardaespaldas venían detrás de mí, como sombras silenciosas, sabiendo que algo no andaba bien. Mi rostro estaba endurecido, tenso, como una piedra a punto de quebrarse, y mis ojos fijos al frente, incapaces de disimular la rabia que hervía en mi interior.Ethan me había llamado minutos antes. Su voz tensa, frustrada, me había dado la noticia que no quería escuchar: aún no había rastro de Alexander.Maldito cobarde.—Señor —la voz dulce, algo temblorosa de mi secretaria me sacó un segundo del torbellino mental—, lo están esperando en la reunión.Ni siquiera la miré. Apenas solté un gruñido bajo, un simple:—Mmm.Le extendí el portafolios a uno de mis guardaespaldas y continué sin detenerme. Crucé el pasillo que llevaba a la sala de juntas, y al abrir las puertas, el aire cambió de inmediato. Un silencio denso, pesado, se apoderó del ambie
POV : Alexander Líbano Lo miré.Miré a Carttal y me sentí… satisfecho.Ahí estaba, temblando de rabia, con el rostro pálido y los ojos desorbitados. Su mandíbula tensa, los puños cerrados, y ese brillo en la mirada que no sabía si era de miedo, de impotencia o de odio. Tal vez era todo junto.Era perfecto.Justo como lo había imaginado. Justo como lo había planeado todos estos años estando oculto , acechando como un leon entre las sombras .—¡Eres un maldito enfermo! ¡No tienes derecho! ¡Largo de aquí antes de que te haga desaparecer de nuevo! —gritó Carttal, fuera de sí, y los guardias tuvieron que poner una mano en su pecho para evitar que se lanzara hacia mí de nuevo.Yo no dije nada.No era necesario.Mi silencio lo irritaba aún más. Y eso me gustaba.No necesitaba palabras cuando mi sola presencia lo destrozaba.Me mantuve de pie, con las manos en los bolsillos, el rostro tranquilo y la cabeza en alto. Por dentro, sin embargo, ya saboreaba el golpe final. Ese que estaba a punto