ANDREA
No deseo parecer insistente, pero no tengo muchas alternativas. Necesito hablar con Danna. El tiempo apremia y en cualquier momento podrían venir a expulsarme si no me adelanto por mi cuenta.
Sintiendo ansiedad, pulso el botón de llamada. Intento no emocionarme demasiado, ya que podría ser muy pronto para esperar resultados; apenas discutimos esto ayer.
Además, ¿qué tipo de trabajo podría conseguir? Aunque creo que eso no es lo más importante en este momento. El verdadero problema es que nunca he tenido un trabajo antes. Sería mi primera experiencia laboral y carezco de experiencia en cualquier campo. Sin embargo, no es que no sea capaz de hacer nada. Solía ayudar a mi tía en su tienda de flores cuando estaba viva. Me desenvolvía bien, interactuando con las personas y organizando las cosas. Estas habilidades fueron fundamentales en su negocio.
Hago un cuarto intento de llamada y, nuevamente, no obtengo respuesta de mi amiga. No quiero presionarla excesivamente; si continúo así, podría hartarse y negarse a ayudarme. Decido esperar a que ella me devuelva la llamada. Solo espero que no tarde demasiado, ya que no sé qué más puedo hacer en esta situación.
¿A dónde iré si me desalojan? Esta pregunta me ha atormentado toda la noche. No pude dormir en absoluto, agotada, sin dinero, sin trabajo y a punto de quedarme en la calle. Es una de las situaciones más difíciles que he enfrentado.
Abandonando la cama en la que estaba sentada, esperando la llamada mientras lidiaba con mis pensamientos, comienzo a empacar mi equipaje. No tengo muchas cosas, pero debo acomodarlas en una pequeña bolsa que uso como maleta. Cuando llegué aquí hace unos meses, no me costó adaptarme a este lugar. Los espacios pequeños y solitarios suelen ser cómodos para mí. No debería haber problema con eso cuando encuentre un trabajo y un sitio nuevo para dormir.
Termino de empacar mis pertenencias y busco en mi bolsa. Encuentro cinco dólares; reviso los bolsillos de mis pantalones y los encuentro vacíos. Con solo cinco dólares, no podré sobrevivir y no tengo idea de cuánto tiempo estaré sin trabajo.
Mi estómago protesta por la falta de comida. No he comido desde el almuerzo de ayer cuando Danna me invitó. Ahora ya es mucho más tarde. La nevera está casi vacía, solo hay agua. Me dirijo hacia allí, me sirvo un vaso de agua y lo bebo, repitiendo el proceso varias veces hasta sentirme saciada. Al menos así puedo engañar al estómago mientras consigo algo de comida.
No es la primera vez que me enfrento a esta situación. Podría decirse que estoy acostumbrada, aunque eso no cambia lo terrible que se siente estar sin nada y vivir con la angustia de quedarme en la calle.
Cuando mi tía falleció, el banco me desalojó, sin un centavo en mi bolsillo y recién cumplidos los 18 años. Esa noche vagué por las calles, pero afortunadamente Danna se enteró y me buscó de inmediato. Al estar al tanto, me ofreció su hogar hasta que encontrara una solución o hasta que tuviera una respuesta sobre una habitación en la residencia universitaria. Eso fue lo que sucedió, pero ahora me enfrento nuevamente a la posibilidad de ser desalojada y volver a vagar sola por las calles.
Por la tarde, me dirigí a la biblioteca, el único lugar donde puedo usar una computadora, ya que mi teléfono celular es demasiado antiguo para manejar internet; solo puede utilizarse para llamadas y mensajes de texto. En resumen, está bastante viejo.Hice una búsqueda en el navegador y aparecieron numerosas ofertas de trabajo. Parece que conseguir trabajo no será un problema, pero el detalle radica en los requisitos. Casi todas las ofertas piden experiencia previa, al menos ciertos conocimientos básicos en el área solicitada. Esto resultará ser más difícil de lo que imaginé.
Sin embargo, no pierdo la esperanza de que eventualmente encontraré algo. Solo necesito seguir buscando hasta que aparezca una oportunidad. De lo contrario, podría terminar limpiando baños, incluso en un restaurante, ya que incluso para ser mesero se requiere experiencia.
Aunque hay muchas oportunidades en línea, no tengo posibilidades reales para ninguna de ellas. ¿Cómo se supone que lograré adquirir experiencia si me rechazan en todas partes a las que me postulo?
Con un suspiro de frustración, cerré el buscador y apagué el monitor antes de recoger mis cosas para irme. No pude asistir a clases, ya que mi beca está suspendida. Me dirigí afuera para dejar algunas solicitudes en las cafeterías cercanas.
Regresé a la facultad y fui hacia mi dormitorio. Introduje la llave en la cerradura, pero esta no cedió. Intenté varias veces, sin éxito, solo terminé frustrada. Cuando escucho la voz de alguien detrás de mí, me giro, es una compañera de piso, su dormitorio está enfrente del mío.
Me explica lo que, paso, que vino administración y cambiaron mi cerradura, la chica no entendía el porqué, pero no tenía tiempo para conversaciones, así que solo le agradecí y salí casi corriendo de allí para irme directo a las oficinas del plantel.
Cuando crucé la recepción sin prestar atención a nadie, casi choco con la puerta de la oficina al intentar entrar sin avisar; la puerta ya estaba cerrada.
Al parecer todo el personal se había ido, excepto la secretaria del rector. Se acerco y me pregunto que se me ofrecía, le conte rápido lo que sucedió con mi dormitorio, ella no podia ayudarme a solucionar mi problema, así que solo me aconsejo volver mañana más temprano para alcanzar al encargado de los dormitorios.
¿Como es posible que se fueran sin importarle que estuvieran mis cosas todavía adentro? Se que no podia culpar a los demás por mi descuido y mi mala suerte.
*****
DAVID
― ¿Tienes alguna noticia para mí? ―pregunto en cuanto Samuel responde mi llamada.―Sí, estaba a punto de llamarte. Me retrasé un poco y perdí la noción del tiempo ―explica. ―Mi sobrina tiene una amiga, mientras hablaba con su padre sobre la búsqueda de una niñera, ella escuchó la conversación y me dijo que su amiga está buscando trabajo.
― ¿Tu sobrina? ―exclamo con dudas. ― ¿No se supone que tiene diez años?, ¿sigue teniendo esa edad, no?
―Hace más de una década que no la ves, por eso aún la imaginas como una niña. Sí, se trata de Danna, pero ya es adulta, ya tiene la mayoría de edad.
―Entonces, ¿su amiga debe de tener dieciocho o diecinueve años?
―Exacto, Danna tiene dieciocho, así que supongo que su amiga también.
Es muy joven, y me preocupa, ya que una chica de esa edad sea lo capaz de cuidar adecuadamente a mis hijos. No me siento seguro dejándolos al cuidado de alguien tan joven.
―No estoy seguro, sobre su edad. ¿Y tu cuñado, no conoce a nadie más?
―No, él también recomendó a esta chica. Al parecer, la conocen desde hace tiempo ―se queda en silencio unos segundos. ―Si Pedro la recomienda, debe ser por algo.
Tal vez tenga razón, aun así, mis dudas se mantienen. Necesito asegurarme de que esta joven sea de confianza y sea capaz de cuidar a dos pequeños inquietos.
―No sé, me parece muy joven. Pero primero, necesito entrevistarla para asegurarme de que esté calificada para el trabajo ―aclaro.
―Entiendo completamente, es una decisión importante. Entonces, le diré a mi sobrina que hable contigo y coordine la entrevista.
―No, ―lo interrumpo, ―preferiría hacer la entrevista en la oficina, dile a tu sobrina que le dé la dirección a la chica. Creo que sería más apropiado.
―De acuerdo, si eso prefieres, la enviaré y le diré que la envié a tu empresa.
―Perfecto, gracias por tu ayuda.
Hablamos sobre algunos detalles adicionales relacionados con el trabajo y luego terminamos la llamada. Como todos los días, sabía que saldría tarde del trabajo. Tengo que ocuparme de algunas máquinas que se han averiado y también revisar unas cuentas con el encargado principal de la administración de ese sector, pasa saber si podemos invertir en su reparación o cambiarlas por unas nuevas.
Si tuviera una niñera a cargo en este momento, sería distinto, y no me sentiría tan abrumado por dejar a mis hijos tanto tiempo solos. Aunque no están completamente solos, los empleados de la casa están con ellos y los cuidan cuando pueden ponerles atención; sin embargo, ellos tienen sus propias tareas y no pueden ocuparse de los gemelos todo el tiempo. Solo espero que esa joven resulte ser eficaz para cuidar de dos niños con mucha energía.
*****
― ¿Papi, nos llevarás hoy a la escuela?
Levanto la mirada de la pantalla donde estaba leyendo las noticias y la fijo en mi pequeña que está sentada delante de mí en el comedor. De nuevo, lleva un bocado de su desayuno a la boca.
―Alexia, no hables con la boca llena ―la reprendo en lugar de responder a su pregunta.
Ella pone esa mirada que me parte el corazón, es difícil para mí decirles no todo el tiempo. ¿Pero qué más puedo hacer? El tiempo no me sobra, y sé que debería dedicárselo a ellos. Si lo hiciera, la empresa se vendría abajo sin mi supervisión. Ni siquiera puedo tomar una tarde en un domingo para llevarlos a pasear.
He hecho todo lo que he podido desde que su madre se fue y los dejó, sin importarle que eran pequeños. Creo que ahora estoy haciendo lo mismo, solo que estoy aquí físicamente, pero no mentalmente.
―Hoy no, cariño, pero Teo los llevará como todos los días.
Termino mi desayuno y me pongo de pie. Tomo mi saco que está en el respaldo de la silla y me lo coloco.
―Pero, papá… hace mucho que no nos acompañas…
―Alexia… ―soy interrumpido cuando mi celular suena en el bolsillo de mi saco. Lo tomo, y antes de contestar, me giro hacia mis hijos. ―Terminen pronto, ya saben que no pueden llegar tarde al colegio, Teo ya debe estar esperándolos en el auto. ―Me acerco a ambos y les doy un beso en la cabeza. ―Los veré esta noche.
Con eso me despido y salgo de la habitación. No les prometí cenar con ellos porque, por lo general, nunca llego a casa a tiempo para verlos despiertos cuando regreso a casa. Es mejor así.
―Señor ―Me llama Hilda antes de que suba a mi auto. Me detengo y me giro para verla.
― ¿Sí?
―El cumpleaños de los gemelos es en dos semanas, y no me ha dicho qué quiere que cocine o prepare ese día. Estaba esperando a que me lo dijera.
Demonios, ¿cómo pude olvidarlo? No es que haya olvidado la fecha de sus cumpleaños, es solo que ni siquiera sé qué día es hoy. He estado muy ausente.
―Te pido el favor de que te encargues de todo. Hazles su pastel favorito y la comida que ellos elijan.
― ¿Pero no habrá invitados? ¿No será un festejo más elaborado?
―No, no tengo tiempo para fiestas.
―Le recuerdo que Alexia quería una fiesta de cumpleaños grande, con sus compañeros y amigos. ―Le echo una mirada determinante, refiriéndome a que ya he dejado claro el asunto de la fiesta. ―Está bien, señor, si así lo desea.
― ¿Eso es todo? ―Ella asiente con la cabeza en señal de afirmación. ―Bien, entonces ya me voy. Nos vemos en la noche, no me esperen para la cena. ―Finalizo y me subo a mi auto para salir del estacionamiento de mi casa.
ANDREAEstoy completamente en la calle, y no sé si algo peor puede sucederme en este momento. Incluso he perdido todas mis pertenencias, ya que en la oficina no pudieron ayudarme debido a la falta de personal adecuado. Tendré que regresar mañana temprano, pero por ahora, debo pensar a dónde iré, puesto que no tengo un lugar donde pasar la noche.Incluso mi teléfono se ha quedado sin batería, y no he encontrado ningún lugar donde pueda cargarlo. Las instalaciones del campus universitario ya están cerradas. Me acerco a una banca y me siento, apretando mi bolso contra mi pecho, que es lo único que tengo en este momento.Decido no salir de la explanada de la universidad, ya que la seguridad no es tan estricta como para darse cuenta de que un estudiante está tratando de dormir en uno de los jardines. Aunque puede parecer extraño, cualquiera que me vea pensará que soy un indigente solo por dormir al aire libre, aunque mi ropa está en perfectas condiciones y no tengo un aspecto sucio o demac
ANDREAEl hombre, de unos treinta años aproximadamente, destaca por su impecable apariencia. Es alto y su cabello castaño claro está peinado hacia atrás, mientras que sus cautivadores ojos azules observaban el mundo con cautela.―Buenos días, señorita ―saluda en un tono serio.―Amm… ―titubeo, ―buenos días, soy Andrea, me puede llamar…―Siéntese, por favor ―indica con un gesto de su mano para que vuelva a la silla.Ni siquiera me di cuenta en qué momento me había puesto de pie. Senti una mezcla de emoción y ansiedad, volví a sentarme frente a él.―Me dijeron que está muy interesada en el trabajo, incluso me dieron buenas recomendaciones de usted.―Oh, sí, sí ―continúo temblando, ―quiero decir que sí, estoy muy interesada en el trabajo de cuidadora.El señor McKibbon me interrumpa, su mirada intensa se clava en mí.― ¿Y tiene experiencia cuidando niños? ―Se acomoda en su silla, apoyando la espalda en el respaldo y mirándome desde esa distancia.Mis piernas tiemblan, agradezco estar sent
ANDREA ― ¡Es un idiota ese hombre! ―grité molesta mientras daba vueltas en la habitación de mi amiga. ―Fíjate que decirme esas cosas, casi me insinuó que soy una niña inmadura. ―Solté una risa irónica. ―Tranquila, ―mi amiga se paró delante de mí y me detuvo, ―no lograrás nada poniéndote así. Hablaré con mi tío, veré qué puedo hacer. ―No ―dije de inmediato, ―no le rogaremos a ese hombre por un empleo. Él que decida, pero dudo que haya alguien dispuesto a soportarlo. Compadezco a su pobre esposa e hijos. ―No está casado, es padre soltero. No sé por qué de repente esa información me interesó tanto. Ese hombre no merecía que nadie lo recordara. Pero no voy a darle más importancia; mi frustración es mayor que mi interés en él. ―Y tengo entendido que los complicados son los niños. Solo sé que David es un hombre muy serio, no piensa en otra cosa más que en el trabajo y sus hijos, así que no tiene espacio para mujeres en su vida. ―A quien le importa eso ―sacudí la mano en el aire, fingi
ANDREA ―En verdad no es necesario, solo con un atuendo está bien ―protesté, ya que mi amiga e incluso su madre habían insistido en que necesitaba varios cambios de ropa para mi nuevo empleo. ―No aceptaremos un no por respuesta. No trabajarás en cualquier empresa, así que necesitas ir muy presentable y con diferentes opciones de blusas. ―Muchas gracias, señora Tompkins. En cuanto reciba mi primer pago, le devolveré todo lo que ha gastado en mí. ―Deja de pensar en eso ―respondió la madre de mi amiga con un gesto de indiferencia. ―Ahora ve a probar estos conjuntos. Elegí diez, de la talla que me dijiste, así que deben quedarte bien. ― ¿Diez? ―exclamé. ―Pero eso es mucho. ―Anda, ve ―casi me empujó hacia los vestidores. ―Yo la acompaño para que no diga que ninguno le queda bien ―mi amiga me siguió y se quedó fuera como un guardia. Más tarde, las tres salimos de la tienda con varias bolsas en las manos. Habíamos comprado blusas, faldas, pantalones e incluso zapatos. Fue mucho más de
ANDREAAparto la mirada de la niña y la elevo para ver a esa persona, me encuentro con el tío de Danna, Samuel, lo recuerdo bien.― ¿Te está incomodando esta chiquilla? ―Me sorprende cuando se dirige a mí.― Ah, no, para nada. ―Me levanto rápidamente de la silla. ―Solo estábamos conversando, ¿verdad? ―le guiño el ojo a la pequeña, que todavía no me ha dicho su nombre porque no se lo he preguntado.Su cambio me sorprende aún más, me está sonriendo.―Sí, estábamos platicando sobre temas de chicas, así que no te preocupes, tío.¿Tío? ¿Será que también es familiar de Danna? No recuerdo que me haya mencionado a una niña tan linda como ella.―Andrea, si nos disculpas, la princesita ya tiene que volver a su castillo ―dice Samuel, mientras mira a la pequeña que todavía está sentada a mi lado, le ofrece su mano para que ella la tome. ―Despídete de Andrea, Alexia.Finalmente, sé su nombre, y es muy bonito como lo es ella.―Fue un gusto conversar contigo, ―sacude su manita despidiéndose, me desp
ANDREANunca imaginé que caminar diariamente con tacones sería la peor experiencia para mis pies. ¿Y todo esto por qué? ¿Para lucir mejor y estar presentable? Supongo que sí. Además del incómodo uniforme que me obligan a usar: la falda ajustada que llega hasta las rodillas y la blusa blanca de manga larga con botones. Solo espero que no sea para atraer las miradas lascivas de los hombres, porque eso sería inaceptable.Sigo llenando las tazas que limpié previamente; el aroma a café llena la pequeña habitación. Cierro los ojos un momento para disfrutar de ese olor. En mi primera semana, me he acostumbrado a él. Lo encuentro relajante y delicioso. Lo irónico es que, a pesar de trabajar en una empresa de café, yo misma no lo bebo. Quién lo diría, que terminaría sirviendo café y disfrutando de su aroma.Termino de organizar las tazas de porcelana de la manera que he practicado todos los días. Llevar dos o tres tazas a la vez es más lento, lo que a menudo irrita a mis colegas, ya que sus be
ANDREA―Yo te acompaño ―se ofrece mi amiga.He tomado esta decisión y no hay vuelta atrás. Anoche lo pensé muy bien, hoy dejaré ese empleo y después iré a buscar al tío de Danna. Le pediré la dirección de la casa de Alexia y le diré al padre de esos niños que me dé el empleo de niñera. Ella fue una de las razones por las cuales me decidí a hacer esto.―Danna, déjame hacer algo por mí misma.―Pero él debe de estar en la empresa de David, ¿estás segura de que quieres volver allí?―Si me da el trabajo, supongo que de ahí en adelante eso pasará con frecuencia.Termino de arreglarme y me miro una última vez en el espejo para revisar mi peinado. Me giro hacia mi amiga, que sigue observándome con un gesto de preocupación.―No sé, Andy, no estoy segura de esto que vas a hacer.― ¿Entonces no me apoyas?―No es eso, sabes que siempre lo haré. Solo no quiero que sufras y ese hombre, junto con sus hijos…―Anoche hablamos de eso ―la interrumpo. ―No me voy a encariñar con ninguno de ellos. Aunque s
ANDREA―Y-yo no quise…—Empezará hoy mismo —me interrumpe, y me quedo perpleja mirándolo.—¿Disculpe? —digo aturdida.—Le presentaré a Axel; Alexia está en el colegio, y el chófer se encarga de llevarlos y traerlos. Usted debe estar aquí —quita sus ojos calculadores de mí y mira el reloj de su muñeca. —Su entrada será a esta hora; si en caso se le avisa que venga más temprano, se le informará de inmediato.Abro la boca para hablar, pero él me interrumpe añadiendo otra cosa.—No tiene hora de salida, ya que puede variar.—Pero, ¿no debo preparar a los niños para el colegio?—No —dice rotundamente. Se acomoda su saco y de nuevo vuelve su mirada hacia mí. —Hilda me ayuda con eso. Le estoy dando la oportunidad de no pasar toda la mañana completa en una casa casi vacía. No tiene sentido que la retenga aquí si los niños no están.Tiene razón en eso, pero me deja todavía con la duda. ¿Por qué no quiere que venga a ayudar temprano?―Puedo venir temprano, ¿a las siete de la mañana está bien? N