Ya faltan unos cuantos capítulos para darle final a esta historia. Gracias a todas las que emprendieron este viaje conmigo y llegaron hasta la parte ultima.
DOS SEMANAS DESPUÉSDAVIDEl tiempo ha pasado más rápido de lo que espere. La rutina diaria, aunque a veces agotadora, me ha dado una sensación de estabilidad. He dedicado más tiempo a mis hijos, a sus actividades y sus necesidades. Hemos tenido momentos de risa y alegría, pequeños destellos de felicidad que me recuerdan por qué sigo adelante.Una tarde, mientras mis hijos juegan en el jardín, Alexia me mira con esos ojos grandes y curiosos.—¿Crees que Andrea está feliz, papi? —pregunta de repente.Detengo un momento lo que estoy haciendo, pensando en cómo responderle. Quiero que entienda la complejidad de la situación, pero también quiero seguir manteniéndole esa esperanza.—Creo que Andrea está muy feliz, cariño. Ella es fuerte, sé que está haciendo todo lo posible para volver a ser la misma de antes.—Ella debe estar más feliz que nosotros, porque yo todavía no me siento super alegre, me hace mucha falta Andrea.—Ven aquí —le digo, dejo el periódico sobre la mesa y tomo a mi hija
OTRO MES MÁSANDREAHe ido mejorando con mis ejercicios, ya puedo dar mis pasos por mí sola. Claro, ahora uso un bastón, pero el médico dice que eso solo será por un tiempo. Me ha dicho que lo he hecho bien y que, quizás en un par de meses o menos tiempo, caminaré sin apoyo de nada.Estoy muy contenta por ese lado, pero mi corazón todavía se siente vacío. Es como si en mi pecho hubiera un hueco enorme que nada consigue llenar. Las únicas personas que pueden llenarlo se han ido.Entiendo que David quiso también tomarse su tiempo; sin embargo, no pensé que se iría fuera de la ciudad y por un buen tiempo. Danna se enteró por su tío y me contó lo que él le dijo. Aunque no me atreví a preguntarle dónde se encuentran ahora, mi ansiedad no se evapora, y ahora quiero saber con más ganas en qué lugar se encuentran.—Danna —la llamo, cuando entro a la cocina. Está ayudando a cocinar un postre. Ella deja la charola y se gira para verme—. ¿Tienes un momento?—Sí, dime, ¿te ha dolido la pierna otr
ANDREAMientras camino por el camino de piedra que lleva hasta la puerta principal, pienso qué diré si es David quien abre. Espero que sea la chica del servicio de limpieza la que me reciba.Me detengo y, cuando estoy por tocar, oigo risas al fondo, luego unas voces de niños. Las reconozco de inmediato, son Alexia y Axel, seguro en una de sus discusiones de hermanos. Me alejo de la puerta y camino por el pórtico, doblo en la esquina y sigo el sendero que lleva al patio al lado de la casa de campo.Conozco el lugar, por eso sé que allí está el patio donde suelen jugar los niños. Me detengo en seco y mis ojos se llenan de lágrimas cuando los veo. Alexia y Axel están pateando un balón de fútbol.Un sollozo se me escapa y velozmente me cubro la boca para que no me escuchen.—Andrea… —La voz de David llega a mis oídos. Debe de estar parado detrás de mí. Me encuentro con sus ojos cuando me giro, están llenos de sorpresa y alivio.—Hola… —digo, mi voz se quiebra por la emoción—. Solo quería v
SEIS MESES DESPUÉSANDREAHoy es el día de mi graduación. Estoy muy contenta, no solo porque hoy cierro una etapa y comienzo otra, sino por todas esas personas que están ahora a mi lado.Después de quedar sola, sin mis padres y mi tía, quien me cuidó por muchos años, y tras haber terminado en la calle, nunca pensé que la vida me diera este enorme regalo: tener la familia que siempre quise tener.A pesar de todas las cosas que hemos pasado David y yo, ahora estamos aquí, juntos y amándonos, cuidando de nuestros pequeños mellizos. Aunque todavía siento la pérdida de mi bebé no nacido, tengo la esperanza de que algún día vuelva a quedar embarazada y por fin darle ese hijo a David.Aunque él no me lo ha pedido, siento que él también deseaba ese bebé tanto como yo, sin haber sabido que venía. Esa noticia nos cambió, nos dio un fuerte golpe que nos sacudió, pero eso fortaleció nuestra relación.Cuando dicen mi nombre, salgo de mis pensamientos y lo siguiente que hago es ponerme de pie. Dejo
DAVID ―No pueden seguir comportándose de esa manera, no los eduqué para que sean unos malcriados ―sermoneo a mis gemelos. Los llamé hace unos minutos. Estaba muy molesto con ellos, decidí hablar de cosas de su colegio para calmarme un poco y no ser demasiado duro. ―Pero papá, ella tuvo la culpa, no nosotros ―se queja Axel, mi hijo mayor, por solo cinco minutos más, siempre lo dice así. ―Axel tiene razón, la niñera fue la culpable ―salta Alexia, defendiendo a su hermano. Físicamente, es idéntica a su madre, ambos tienen mucho de ella, pero Alexia tiene aún más parecido. Verla a veces me duele, aunque ya no tanto como al principio; los recuerdos se han ido desvaneciendo con el tiempo. Ellos dos son todo lo que tengo y lo único que me importa. ―De igual manera no debieron haber sido groseros con ella. ¿Ahora qué se supone que haré? ―Fijo mi mirada primero en mi hijo y después de unos segundos, la dirijo a mi princesa. ―Es la cuarta niñera en este mes que sale corriendo debido a sus t
ANDREANo deseo parecer insistente, pero no tengo muchas alternativas. Necesito hablar con Danna. El tiempo apremia y en cualquier momento podrían venir a expulsarme si no me adelanto por mi cuenta.Sintiendo ansiedad, pulso el botón de llamada. Intento no emocionarme demasiado, ya que podría ser muy pronto para esperar resultados; apenas discutimos esto ayer.Además, ¿qué tipo de trabajo podría conseguir? Aunque creo que eso no es lo más importante en este momento. El verdadero problema es que nunca he tenido un trabajo antes. Sería mi primera experiencia laboral y carezco de experiencia en cualquier campo. Sin embargo, no es que no sea capaz de hacer nada. Solía ayudar a mi tía en su tienda de flores cuando estaba viva. Me desenvolvía bien, interactuando con las personas y organizando las cosas. Estas habilidades fueron fundamentales en su negocio.Hago un cuarto intento de llamada y, nuevamente, no obtengo respuesta de mi amiga. No quiero presionarla excesivamente; si continúo así,
ANDREAEstoy completamente en la calle, y no sé si algo peor puede sucederme en este momento. Incluso he perdido todas mis pertenencias, ya que en la oficina no pudieron ayudarme debido a la falta de personal adecuado. Tendré que regresar mañana temprano, pero por ahora, debo pensar a dónde iré, puesto que no tengo un lugar donde pasar la noche.Incluso mi teléfono se ha quedado sin batería, y no he encontrado ningún lugar donde pueda cargarlo. Las instalaciones del campus universitario ya están cerradas. Me acerco a una banca y me siento, apretando mi bolso contra mi pecho, que es lo único que tengo en este momento.Decido no salir de la explanada de la universidad, ya que la seguridad no es tan estricta como para darse cuenta de que un estudiante está tratando de dormir en uno de los jardines. Aunque puede parecer extraño, cualquiera que me vea pensará que soy un indigente solo por dormir al aire libre, aunque mi ropa está en perfectas condiciones y no tengo un aspecto sucio o demac
ANDREAEl hombre, de unos treinta años aproximadamente, destaca por su impecable apariencia. Es alto y su cabello castaño claro está peinado hacia atrás, mientras que sus cautivadores ojos azules observaban el mundo con cautela.―Buenos días, señorita ―saluda en un tono serio.―Amm… ―titubeo, ―buenos días, soy Andrea, me puede llamar…―Siéntese, por favor ―indica con un gesto de su mano para que vuelva a la silla.Ni siquiera me di cuenta en qué momento me había puesto de pie. Senti una mezcla de emoción y ansiedad, volví a sentarme frente a él.―Me dijeron que está muy interesada en el trabajo, incluso me dieron buenas recomendaciones de usted.―Oh, sí, sí ―continúo temblando, ―quiero decir que sí, estoy muy interesada en el trabajo de cuidadora.El señor McKibbon me interrumpa, su mirada intensa se clava en mí.― ¿Y tiene experiencia cuidando niños? ―Se acomoda en su silla, apoyando la espalda en el respaldo y mirándome desde esa distancia.Mis piernas tiemblan, agradezco estar sent