La niñera del millonario
La niñera del millonario
Por: Anne Mon
CAPITULO 1

DAVID

―No pueden seguir comportándose de esa manera, no los eduqué para que sean unos malcriados ―sermoneo a mis gemelos. Los llamé hace unos minutos. Estaba muy molesto con ellos, decidí hablar de cosas de su colegio para calmarme un poco y no ser demasiado duro.

―Pero papá, ella tuvo la culpa, no nosotros ―se queja Axel, mi hijo mayor, por solo cinco minutos más, siempre lo dice así.

―Axel tiene razón, la niñera fue la culpable ―salta Alexia, defendiendo a su hermano. Físicamente, es idéntica a su madre, ambos tienen mucho de ella, pero Alexia tiene aún más parecido. Verla a veces me duele, aunque ya no tanto como al principio; los recuerdos se han ido desvaneciendo con el tiempo. Ellos dos son todo lo que tengo y lo único que me importa.

―De igual manera no debieron haber sido groseros con ella. ¿Ahora qué se supone que haré? ―Fijo mi mirada primero en mi hijo y después de unos segundos, la dirijo a mi princesa. ―Es la cuarta niñera en este mes que sale corriendo debido a sus travesuras. No pueden seguir haciendo esto.

Alexia agacha su cabecita mientras Axel me sostiene la mirada. Él se parece más a mí, sin duda alguna.

―Pues no nos gustó, se la pasaba tomándose fotos y hablando con sus amigas por teléfono, ni siquiera nos cuidaba ―dice Axel en el momento en que cruza los brazos.

―No por eso tenían que ser groseros con ella y cortarle el cabello ―digo, mientras recuerdo a la pobre chica que salió casi llorando de mi casa.

―Ella fue grosera primero con nosotros ―aclara mi hija.

En sus brazos carga una muñeca de trapo a la que le puso el nombre de “Sol”. No he querido indagar en ese tema, sé que no debería ignorarlo. Me he estado negando a que vaya a terapia, pues la psicóloga del colegio ha estado insistiendo en que asistamos a unas cuantas sesiones.

―Les guste o no alguien, ustedes no deben responder como lo hicieron. Nunca les enseñé ese tipo de comportamiento.

Los labios de Axel hacen un gesto de disgusto, mientras que Alexia se concentra en cepillar el cabello de su muñeca con sus manos. Mi hijo necesita más disciplina, siempre he tratado de educarlos con dureza; sin embargo, mi tiempo con ellos es limitado, ya que últimamente una, de mis empresas ha tenido dificultades y no se ha recuperado como debería.

Alexia es más tranquila, pero aun así sigue a su gemelo en cada una de las travesuras que se le ocurren, como ahuyentar a todas las niñeras que contrato. Eso se ha convertido en su principal objetivo desde que cumplieron 6 años. Los conozco, nada es accidental, todo está planeado por mis dos pequeños traviesos.

―¡Pero papá, no necesitamos una niñera! ¡Ya somos grandes y podemos cuidarnos solos! ―Esas son palabras de Alexia, ahora es Alexia la que las repite.

― ¡Sí! ―lo apoya su hermana.

― ¿Por qué siempre tienes que contratar a alguien? ¡Yo puedo cuidar de Alexia y de mí mismo!

―Entiendo que quieren ser independientes, que ya se sienten mayores, pero no, todavía deben quedar bajo el cuidado de un adulto. Saben que paso mucho tiempo en la empresa y cuando llego a casa ya es muy tarde ―esto me recuerda que ha pasado tiempo desde que no los arropo cuando van a dormir; por eso me detuve antes de decirlo, no quiero entristecerlos. ―Tienen 8 años y ya comprenden muchas cosas, no los puedo dejar solos, así que necesito ayuda adicional.

―Cuando te vas al trabajo no nos quedamos solos ―responde mi hija. ―Teo y Hilda se quedan con nosotros, ellos también ayudan.

Suspiro. Tienen algo de razón; sin embargo, ellos no pueden quedar al cuidado total de mis hijos, porque Teo es el chofer y Hilda es la cocinera. Tienen sus propias tareas y horarios ocupados.

―Hilda y Teo no fueron contratados para cuidarlos.

― ¡No importa! ―exclama Axel. ―Ellos nos quieren mucho y nos cuidan bien. ¿Es que acaso no confías en ellos?

―No se trata de eso, Axel.

Hilda y Teo son los únicos empleados que permanecen más tiempo en mi hogar; Hilda no se va hasta que yo llego y Teo también espera casi todos los días. Solamente los fines de semana se va cuando su horario termina, ya que también tiene familia esperándolo en casa.

― ¿Entonces? ¿Quieres dejarnos con alguien que sea bueno, como Teo y Hilda?

―No sería justo para ellos, así que no voy a pedirles que cuiden de ustedes. Buscaré otra niñera y no habrá más problemas con respecto a la joven, ¿entendido?

―Pero, papá… ―replican los dos al mismo tiempo.

―No quiero quejas y mucho menos más travesuras ―les advierto severamente.

En lugar de disfrutar el resto de la noche con ellos, estoy aquí regañándolos y advirtiéndoles que no repitan lo que hicieron antes. Si lo hacen, los castigaré durante varias semanas sin televisión, tabletas y videojuegos.

Termino de hablar con ambos y después de cenar, los acompaño a sus dormitorios. Axel solo me pide que apague la luz y me marche. Él se ha vuelto algo independiente. En cambio, Alexia me pide que le lea un cuento y que me quede unos minutos más con ella hasta que se duerma.

Voy hacia mi habitación y me dirijo a la mesa, donde dejé mi celular. Busco entre mis contactos el número de mi amigo Samuel.

―Hola, ¿qué pasa? ―responde de inmediato. ― ¿Algún problema con la empresa?

―No, no es eso. Te llamo por otra razón.

Por lo general, no lo llamo a esta hora y cuando lo hago, es por asuntos relacionados con la empresa.

― ¿Entonces? ―pregunta sorprendido. ―Es extraño que me llames a esta hora y más en un sábado. ¿Acaso cambiaste de opinión y has aceptado mi invitación para salir a beber a un bar?

Lleva tiempo invitándome a un bar; quiere que bebamos unos tragos y que me olvide por un momento del trabajo. Esa es su sugerencia para que me relaje.

―Te llamo por algo importante. Estoy buscando una niñera para mis gemelos.

― ¿No habías encontrado una ya?

―Sí, pero es una larga historia. ¿Podrías ayudarme con eso?

―Por supuesto ―dice sin dudar. ― ¿Qué es exactamente lo que estás buscando?

―Primero lo primero, necesito a alguien responsable y capaz de manejar sus travesuras.

―Ahora ya entiendo todo.

Samuel está al tanto de las travesuras de los gemelos y de todas las niñeras que he contratado y que se han ido por esos motivos.

― ¿Te encargo eso entonces? Digo, si conoces a alguien así y que sea de confianza.

―Sí, no te preocupes, déjamelo a mí.

Hablamos de algunas cosas más y luego nos despedimos. Le recuerdo al final de la llamada que no se olvide de avisarme cuando haya conseguido algo.

*****

ANDREA

Estoy sentada en la clase de diseño corporativo, la última del día de hoy. No he conseguido concentrarme, mi mente ha estado en otra parte desde que recibí la mala noticia sobre mi beca.

La voz del profesor de diseño se escucha a lo lejos. Sé que debería prestar atención, normalmente no me distraigo, pero ahora me cuesta mantenerme concentrada.

Necesito buscar un empleo lo antes posible, o perderé mi primer semestre. Tal vez Danna sepa de algún trabajo a través de sus conocidos; podría averiguar si alguien sabe algo. Cuando salgamos de clase, le preguntaré.

―¡Hey, Andy! —la voz de mi amiga Danna me hace salir de mis pensamientos. Parpadeo y giro la cabeza para verla; está de pie a un lado de mí—. He estado tratando de contactarte, incluso tu clase ya terminó.

Ni siquiera me di cuenta de eso; si no hubiera hablado tan alto, seguiría perdida en mis pensamientos.

—Lo siento, estaba distraída.

—Eso está claro. ¿En qué estabas pensando? Debe ser algo realmente importante para distraerte tanto y no prestar atención en clase.

No quiero contarle mis problemas financieros, pero no tengo otra opción. Danna es mi mejor amiga, normalmente le cuento todo, pero en este caso no puedo permitir que me ayude. Ella trataría de solucionar mi situación, y no puedo permitirlo porque entonces le contaría a sus padres, y no tengo los medios para devolverles el favor.

Aún absorta en mis pensamientos, Danna chasquea los dedos frente a mi rostro para que reaccione.

―Oye, sigo aquí —mueve la cabeza, sin apartar su mirada de mí—. ¿Qué te pasa hoy? Estás muy distraída.

―Nada, es solo que… —sacudo la cabeza—. Tengo que irme.

―Pero habíamos quedado en almorzar juntas hoy.

―No puedo —digo de inmediato—. Lo siento, quedamos para la próxima semana.

Apenas doy un paso, cuando la mano de Danna me detiene, sujetándome del brazo.

―No te irás hasta que me digas qué pasa. Te conozco y sé que me estás ocultando algo.

Suspiro y bajo la mirada.

―Me cancelaron la beca —digo apenada—. Ahora será más difícil seguir en la universidad.

―¡¿Qué?! —exclama—. ¿Pero por qué? ¿Qué te dijeron?

―Que no pueden seguir apoyándome porque el benefactor redujo el apoyo y solo lo darán a los estudiantes que llevan tiempo en la institución, no a los nuevos —encojo los hombros—. Eso es todo.

―Eso es injusto —dice molesta—. Le diré a mi padre que hable con el rector. Andy, no pueden hacerte esto.

―No, no lo hagas, buscaré una solución.

―Pero es que no conoces a nadie que pueda ayudarte, excepto yo. Déjame hablar con papá, él podría…

―No —digo firmemente—. Por favor, no lo hagas.

―Pero…

La interrumpo:

―Dame tu palabra de que no le dirás nada a tu padre.

Me mira mientras guarda silencio; veo desilusión y tristeza en su mirada. Soy consciente de que ella quiere ayudar de una manera buena, sabe que no soy del tipo de persona que pide favores ni le gusta dar pena para recibir ayuda.

―No quiero que te sientas mal, Danna. Sabes que me gusta resolver mis asuntos por mí misma.

―Está bien —asiente resignada.

―Gracias.

―¿Y entonces, qué tienes en mente? Supongo que ya estuviste pensando en algo.

―Pues la única opción que tengo es buscar un empleo.

Hace un gesto con los labios mientras piensa.

―¿Al menos me permitirás ayudarte con eso?

―¿A buscarme un empleo?

No me negaría; después de todo, es solo un empleo. Si lo rechazo, ella podría pensar que mi orgullo es tan grande y absurdo por no dejar que me ayude a buscar un trabajo. Además, estoy muy desesperada por encontrar algo.

―Sí, me refiero a que, si escucho de algún lugar que esté buscando estudiantes de 18 años, te lo haré saber de inmediato.

―¡Oh, sí! Eso me sería de mucha ayuda —respondo con entusiasmo.

―¡Genial! —dice con una enorme sonrisa—. Entonces, en cuanto sepa algo, te lo diré al instante.

―Gracias, Danna.

―No tienes que agradecerme, sabes que para siempre es un gusto apoyarte. —Me rodea los hombros con su brazo—. Ahora, vamos a comer algo.

―Pero no tengo dinero para pagar —digo avergonzada.

―No te preocupes, yo invito.

―No puedo aceptarlo.

―Cuando tengas trabajo, te tocará pagar a ti —me guiña el ojo.

No puedo evitar soltar una risita al escuchar eso.

―Bueno, pagaré la próxima vez —contesto.

Todavía no sé cuánto tiempo me llevará encontrar un empleo, pero me apresuraré; no descansaré hasta encontrar algo. No puedo permitirme perder el semestre, así que cualquier trabajo servirá.

**

Cuando llego a la puerta de mi dormitorio, me encuentro con una nota pegada. En ella dice “Para Andrea Parker”. Tomo la hoja y la doblo antes de abrirla. Me doy cuenta de que mi compañera no está, debido al silencio absoluto que reina en la habitación.

Después de entrar, dejo el papel sobre la cómoda y me encamino hacia el cuarto de baño. Hoy tuve un día agotador, y ahora lo único que deseo es tomar una ducha y relajarme un poco. Después revisaré la nota que dejaron en mi puerta.

En cuanto termino, me tomo mi tiempo para preparar una cena instantánea. La verdad es que tengo mucha hambre, pero no quise abusar de la amabilidad de Danna, así que solo pedí un jugo y un bizcocho glaseado. Ella se había molestado un poco, pero no podía permitirme hacerla gastar más.

Mientras llevo mi primer bocado a la boca, desdoblo la hoja y leo: “Lamentamos informarle que, debido a la cancelación de su beca, ya no podremos ofrecerle un dormitorio en nuestras instalaciones. Se disculpa el departamento directivo.”

Dejo de hacer lo que estaba haciendo, mis ojos se empañan y las lágrimas caen, mojando la hoja que sostengo en mis manos.

¿Me están echando? ¿Y ahora, dónde me quedaré? No tengo a dónde ir. La casa de mi tía fue tomada por el banco cuando ella falleció, ya que el terreno quedo embargado. Me quedé completamente sin hogar, y Danna me ayudó mientras esperaba ser aceptada en la universidad. De hecho, me ofreció quedarme en su casa, pero me negué. Ahora, cuando se entere de que también me desalojaron de aquí, seguramente insistirá en que vuelva.

Aparentemente, no solo necesito el trabajo, sino que lo necesito con urgencia y en gran medida.

Capítulos gratis disponibles en la App >
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo