ANDREA
El hombre, de unos treinta años aproximadamente, destaca por su impecable apariencia. Es alto y su cabello castaño claro está peinado hacia atrás, mientras que sus cautivadores ojos azules observaban el mundo con cautela.
―Buenos días, señorita ―saluda en un tono serio.
―Amm… ―titubeo, ―buenos días, soy Andrea, me puede llamar…
―Siéntese, por favor ―indica con un gesto de su mano para que vuelva a la silla.
Ni siquiera me di cuenta en qué momento me había puesto de pie. Senti una mezcla de emoción y ansiedad, volví a sentarme frente a él.
―Me dijeron que está muy interesada en el trabajo, incluso me dieron buenas recomendaciones de usted.
―Oh, sí, sí ―continúo temblando, ―quiero decir que sí, estoy muy interesada en el trabajo de cuidadora.
El señor McKibbon me interrumpa, su mirada intensa se clava en mí.
― ¿Y tiene experiencia cuidando niños? ―Se acomoda en su silla, apoyando la espalda en el respaldo y mirándome desde esa distancia.
Mis piernas tiemblan, agradezco estar sentada y no flaquear en este momento. No podía mentirle; él se daría cuenta después o lo averiguaría en algún momento.
―Bueno, no exactamente, pero estoy dispuesta a aprender y hacer lo mejor que pueda ―forzo una sonrisa, ya que mis nervios no me permiten más.
―No necesito a alguien que se esfuerce, y mucho menos a una aprendiz. ―Sonó molesto, aunque su rostro sigue serio. ―Necesito a alguien con experiencia. Mis hijos son lo más importante para mí, y no puedo dejarlos en manos de alguien que quizás no sepa cuidarlos adecuadamente, porque tal vez ni ella sepa cuidarse a sí misma.
Sus palabras me hirieron profundamente y no sé porque, ni siquiera lo conozco, fue casi como una bofetada. ¿Qué estaba tratando de decir? El ambiente se ha vuelto incómodo, ya no lo veo atractivo, aunque continúa estándolo. Ahora me cae mal este hombre; ¿quién se cree para juzgarme? No sabe nada de mí.
―Lo comprendo, señor ―trato de no mostrar irritación; ―pero realmente estoy dispuesta a…
―No creo que sea adecuada para este trabajo, ―me vuelve a interrumpir sin prevención ―Sin ofender, pero parece muy joven y carece de experiencia. Busco a alguien maduro y centrado en la tarea que realizará. Gracias por venir, señorita. Hablaré con el padre de su amiga para evitar cualquier malentendido.
¿Me está despidiendo así de simple sin antes contratarme? Ni siquiera me entrevistó, ¿o fue esto una entrevista? No preguntó nada de mi vida o algo relacionado. Tal vez no exista mucha información sobre mí, pero al menos debió averiguar algo. Parece que solo le interesa eso, la experiencia y la edad.
Pensé que tenía asegurado el trabajo, pero evidentemente no es así. A pesar de haber sido recomendada por el padre de Danna, eso tampoco ayudo en absoluto. ¿Qué voy a hacer ahora?
Desilusionada, me levanto de la silla.
―Perdón por haberle quitado algo de su tiempo ―digo antes de salir de la habitación.
No volví a mirarlo a los ojos, así que, sin mirar atrás, abandono la oficina. Me doy cuenta de que la primera impresión que tuve de él estuvo lejos de la realidad. La belleza exterior no garantiza una personalidad agradable. Es un hombre que se siente intocable y superior a los demás. Su atractivo no le sirve de nada, siendo tan frío e indiferente con todo mundo.
*****
DAVID
No debí hablarle así a esa joven, pero estaba claro que no estaba preparada para lo que estoy buscando, y además, era muy joven, demasiado, diría yo. Sé que le pregunté a Sam acerca de su edad, y me dijo que era casi de la misma edad que su sobrina, pero no imaginé que se vería tan joven. ¿La rechacé por eso o por lo bonita que es?
No, claro que no. No vi eso en ella para nada. Solo estoy buscando una niñera, y no necesito ver su belleza para aceptarla como cuidadora de mis hijos. Por Dios, qué tonterías pienso. Fue mejor haberla rechazado. Como le dije, no es adecuada para el empleo. Eso significa que debo seguir buscando y debo apresurarme; los gemelos no pueden estar tanto tiempo sin una niñera.
Salgo de la oficina y mientras camino, llamo a Samuel. Tarda en responder, estoy por cortar cuando lo hace.
― ¿Qué pasa? ¿Cómo salió la entrevista? ―Estoy por responderle, pero agrega, ―espera, ¿tan rápido acabó? ¿Qué tal la chica?
―Si dejaras de hacer tantas preguntas, podría explicarte ―le digo. ―Y no, no fue tan bien como creías, era de esperarse.
― ¿De qué hablas? ¿Qué tenía de malo la chica?
―Pues no tiene experiencia y se ve muy joven.
― ¿Y eso qué?
― ¿Cómo que eso qué? Pues que no quiero dejar a mis hijos con alguien irresponsable.
― ¿Por qué dices eso? Ni siquiera la conoces o, ¿acaso investigaste sobre ella? ¿Averiguaste si es una universitaria fiestera, de esas chicas que no toman nada en serio?
―No y no ―suspiro hondo.
―Entonces no entiendo por qué no la contrataste.
―Ya te dije. ―Estoy perdiendo la paciencia.
Puede que él no me entienda, es soltero y no tiene hijos, lo único que tiene es la familia de su hermana, y muy pocas veces ha sabido el sentido de la responsabilidad cuando se trata de su sobrina.
― ¿Por qué es joven? ―se ríe. ―Eso es absurdo, David. Si ella quiere, te puede demandar por negarle un empleo solo por parecer joven. Tengo entendido que ella es mayor de edad y no necesita la autorización de sus padres.
―No solo por eso, te dije que la chica no tiene experiencia…
―Eso también es una tontería. ¿Cuántos jóvenes a esa edad tienen experiencia en un empleo? ―Se escucha un rechinido de una puerta y después el sonido de una silla, como si se hubiese sentado. ―Lo que quiero decir es que te viste muy grosero en el momento que la rechazaste. No necesito estar allí para saberlo; te conozco y sé cuando algo no cumple tus expectativas. ―Suspira y se toma unos segundos. Mientras tanto considero sus palabras. ―Pero si quieres, podemos buscar por otro lado. Está bien, solo esta vez debemos aclarar lo de la edad. Yo digo que lo hagamos para que no hagas perder el tiempo a la siguiente chica. Me imagino que esa joven dejó todo para ir hasta allí contigo, debió estar segura de que le darías el trabajo porque iba recomendada por una persona cercana. No te preocupes por mi cuñado, yo le explico.
Samuel sonó molesto casi toda la llamada, y yo no pude hacer más que decirle que después hablábamos. Entiendo que él dará la cara para que no se sienta mal su familia por la chica, ya que él fue el primero en proponerla como niñera.
No tengo tiempo para lamentarme por algo que no es de mi interés. Hasta ahora, no me arrepiento de haberle dicho que no.
ANDREA ― ¡Es un idiota ese hombre! ―grité molesta mientras daba vueltas en la habitación de mi amiga. ―Fíjate que decirme esas cosas, casi me insinuó que soy una niña inmadura. ―Solté una risa irónica. ―Tranquila, ―mi amiga se paró delante de mí y me detuvo, ―no lograrás nada poniéndote así. Hablaré con mi tío, veré qué puedo hacer. ―No ―dije de inmediato, ―no le rogaremos a ese hombre por un empleo. Él que decida, pero dudo que haya alguien dispuesto a soportarlo. Compadezco a su pobre esposa e hijos. ―No está casado, es padre soltero. No sé por qué de repente esa información me interesó tanto. Ese hombre no merecía que nadie lo recordara. Pero no voy a darle más importancia; mi frustración es mayor que mi interés en él. ―Y tengo entendido que los complicados son los niños. Solo sé que David es un hombre muy serio, no piensa en otra cosa más que en el trabajo y sus hijos, así que no tiene espacio para mujeres en su vida. ―A quien le importa eso ―sacudí la mano en el aire, fingi
ANDREA ―En verdad no es necesario, solo con un atuendo está bien ―protesté, ya que mi amiga e incluso su madre habían insistido en que necesitaba varios cambios de ropa para mi nuevo empleo. ―No aceptaremos un no por respuesta. No trabajarás en cualquier empresa, así que necesitas ir muy presentable y con diferentes opciones de blusas. ―Muchas gracias, señora Tompkins. En cuanto reciba mi primer pago, le devolveré todo lo que ha gastado en mí. ―Deja de pensar en eso ―respondió la madre de mi amiga con un gesto de indiferencia. ―Ahora ve a probar estos conjuntos. Elegí diez, de la talla que me dijiste, así que deben quedarte bien. ― ¿Diez? ―exclamé. ―Pero eso es mucho. ―Anda, ve ―casi me empujó hacia los vestidores. ―Yo la acompaño para que no diga que ninguno le queda bien ―mi amiga me siguió y se quedó fuera como un guardia. Más tarde, las tres salimos de la tienda con varias bolsas en las manos. Habíamos comprado blusas, faldas, pantalones e incluso zapatos. Fue mucho más de
ANDREAAparto la mirada de la niña y la elevo para ver a esa persona, me encuentro con el tío de Danna, Samuel, lo recuerdo bien.― ¿Te está incomodando esta chiquilla? ―Me sorprende cuando se dirige a mí.― Ah, no, para nada. ―Me levanto rápidamente de la silla. ―Solo estábamos conversando, ¿verdad? ―le guiño el ojo a la pequeña, que todavía no me ha dicho su nombre porque no se lo he preguntado.Su cambio me sorprende aún más, me está sonriendo.―Sí, estábamos platicando sobre temas de chicas, así que no te preocupes, tío.¿Tío? ¿Será que también es familiar de Danna? No recuerdo que me haya mencionado a una niña tan linda como ella.―Andrea, si nos disculpas, la princesita ya tiene que volver a su castillo ―dice Samuel, mientras mira a la pequeña que todavía está sentada a mi lado, le ofrece su mano para que ella la tome. ―Despídete de Andrea, Alexia.Finalmente, sé su nombre, y es muy bonito como lo es ella.―Fue un gusto conversar contigo, ―sacude su manita despidiéndose, me desp
ANDREANunca imaginé que caminar diariamente con tacones sería la peor experiencia para mis pies. ¿Y todo esto por qué? ¿Para lucir mejor y estar presentable? Supongo que sí. Además del incómodo uniforme que me obligan a usar: la falda ajustada que llega hasta las rodillas y la blusa blanca de manga larga con botones. Solo espero que no sea para atraer las miradas lascivas de los hombres, porque eso sería inaceptable.Sigo llenando las tazas que limpié previamente; el aroma a café llena la pequeña habitación. Cierro los ojos un momento para disfrutar de ese olor. En mi primera semana, me he acostumbrado a él. Lo encuentro relajante y delicioso. Lo irónico es que, a pesar de trabajar en una empresa de café, yo misma no lo bebo. Quién lo diría, que terminaría sirviendo café y disfrutando de su aroma.Termino de organizar las tazas de porcelana de la manera que he practicado todos los días. Llevar dos o tres tazas a la vez es más lento, lo que a menudo irrita a mis colegas, ya que sus be
ANDREA―Yo te acompaño ―se ofrece mi amiga.He tomado esta decisión y no hay vuelta atrás. Anoche lo pensé muy bien, hoy dejaré ese empleo y después iré a buscar al tío de Danna. Le pediré la dirección de la casa de Alexia y le diré al padre de esos niños que me dé el empleo de niñera. Ella fue una de las razones por las cuales me decidí a hacer esto.―Danna, déjame hacer algo por mí misma.―Pero él debe de estar en la empresa de David, ¿estás segura de que quieres volver allí?―Si me da el trabajo, supongo que de ahí en adelante eso pasará con frecuencia.Termino de arreglarme y me miro una última vez en el espejo para revisar mi peinado. Me giro hacia mi amiga, que sigue observándome con un gesto de preocupación.―No sé, Andy, no estoy segura de esto que vas a hacer.― ¿Entonces no me apoyas?―No es eso, sabes que siempre lo haré. Solo no quiero que sufras y ese hombre, junto con sus hijos…―Anoche hablamos de eso ―la interrumpo. ―No me voy a encariñar con ninguno de ellos. Aunque s
ANDREA―Y-yo no quise…—Empezará hoy mismo —me interrumpe, y me quedo perpleja mirándolo.—¿Disculpe? —digo aturdida.—Le presentaré a Axel; Alexia está en el colegio, y el chófer se encarga de llevarlos y traerlos. Usted debe estar aquí —quita sus ojos calculadores de mí y mira el reloj de su muñeca. —Su entrada será a esta hora; si en caso se le avisa que venga más temprano, se le informará de inmediato.Abro la boca para hablar, pero él me interrumpe añadiendo otra cosa.—No tiene hora de salida, ya que puede variar.—Pero, ¿no debo preparar a los niños para el colegio?—No —dice rotundamente. Se acomoda su saco y de nuevo vuelve su mirada hacia mí. —Hilda me ayuda con eso. Le estoy dando la oportunidad de no pasar toda la mañana completa en una casa casi vacía. No tiene sentido que la retenga aquí si los niños no están.Tiene razón en eso, pero me deja todavía con la duda. ¿Por qué no quiere que venga a ayudar temprano?―Puedo venir temprano, ¿a las siete de la mañana está bien? N
ANDREA Lo que quedaba del día, lo pasé ayudando a los mellizos con sus tareas, jugando con Alexia a las muñecas y haciéndole varios peinados. Incluso logramos ver una película juntas, pero con Axel no intercambié más de dos palabras. Se rehúsa a hablar conmigo. Cada vez que me acercaba, él se apartaba. Incluso cuando intenté ayudarle con la tarea, me dijo que podía hacerlo solo y que no necesitaba ayuda de nadie. Sigo sin entender por qué actúa de esa manera. Supongo que seguirá siendo un misterio para mí. Sé que es mi primer día y que estamos empezando a conocernos, pero ya he notado que ambos hermanos son muy diferentes, y que Axel ejerce un fuerte control sobre su hermana. —Alexia, levántate de ahí y sube a tu cuarto —dice con un tono severo, como si fuera un adulto regañando a un niño, lo cual era cierto en una parte, pero no en el sentido completo. —Pero estoy viendo la película —contesta ella sin moverse del sofá. —No me importa. Sube ahora —exige, cruzando los brazos. —¡De
ANDREA Llamo a mi amiga para decirle que no llegaré a dormir a su casa, que la pasaré aquí. Se pone a preguntarme si ellos me exigieron que lo hiciera, así que le cuento brevemente lo ocurrido. Ella evade lo que le digo de quedarme y me dice que mandará a su chófer para que venga a recogerme. Por supuesto no dejo que haga eso; su personal también necesita descansar, pues ya es muy tarde, y no voy a estar haciendo que otras personas me solucionen la vida, ya no más. Así que le digo que estoy agotada por el sueño, que necesito dormir porque me tengo que levantar muy temprano, y cuando regrese podemos hablar del resto. No le queda de otra, así que corta la llamada con un resoplido. Me instalo en la cama matrimonial que tiene la habitación, en la cual me dejó Hilda antes de irse a dormir. Dice que ella tampoco suele quedarse, pero por estos días lo va a hacer; cuando eso pasa, se queda en la habitación de al lado de la mía, es otra de invitados. También me comentó que hay un cuarto de