ANDREA—¿Tú qué haces aquí?Ignoro por completo al niño cascarrabias. Me ajusto el cinturón de seguridad al lado del chófer, luego me giro y miro a Alexia, le guiño un ojo y ella me sonríe, no cuestiona nada de lo que hago.Antes de subirme al auto, le comenté a Hilda que acompañaría a los mellizos a su colegio, ella rehusó el hecho de que yo hiciera eso, puesto que al señor no le agrada que lo desobedezcan. No desistí en mi idea de acompañarlos y por eso estoy aquí sentada en el asiento de enfrente.El hombre a mi lado se aclara la garganta y ve de reojo el espejo retrovisor, luego dirige su mirada hacia adelante.—¿Listos? —pregunta.—¡Sí! —Alexia grita.—Ya es hora —respondo viendo mi reloj.Axel no dice nada, y en todo el camino se queda en completo silencio. El trayecto es algo largo, tienen que salir de casa antes de las 7:30, para estar 15 minutos antes en la puerta del colegio.Teo detiene el auto en la entrada de la puerta del colegio, sale del auto y abre la puerta de atrás
ANDREASubo las escaleras y camino por el pasillo con cautela. Me detengo cuando llego a la puerta de su despacho. Estoy nerviosa, más que la primera vez que lo vi, y no sé si se deba a eso o al hecho de que recibiré un regaño de su parte.Respiro hondo antes de llamar a la puerta. En cuanto toco la fina madera, alguien del otro lado dice “pase”. Tomo otro último respiro para relajarme y abro la puerta lentamente. Con pasos seguros, camino y entro en la habitación, ni siquiera me molesto en mirar a mi alrededor. Siento que el ambiente está tenso, o tal vez sea yo.― ¿Quería hablar conmigo? ―pregunto cuando finalmente me acerco.―Tome asiento ―es todo lo que dice. Ni siquiera me mira, está de espaldas a mí. Hago lo que dice y me siento enfrente de su escritorio. Mis palmas sudan, así que aprieto las manos sobre mi regazo mientras espero a que hable. ―Desobedeció mi orden.Cuando se gira, aprecio mejor su aspecto. Lleva un costoso traje gris oscuro con una camisa blanca. Su cabello cast
DAVID―Yo no veo nada de malo en ello, al contrario, está haciendo muy bien su trabajo —contesta Samuel por la bocina.—Desobedeció mi orden —digo molesto.—Pero lo está haciendo bien, y eso es lo que importa. ¿Qué no querías una buena niñera para tus hijos?Samuel tiene toda la razón. De todas maneras, no se salvó de una reprensión mía. No solo se tomó de su tiempo para quedarse por la mañana, sino que también los acompañó al colegio. Si no me lo hubiera mencionado la maestra de mis hijos, ni me habría enterado.¿Dónde estaba Hilda cuando eso sucedió? No puedo enojarme con ella; sin embargo, no puedo evitar sentirme molesto ahora.—No la puedes despedir por algo como eso. Andrea está haciendo el trabajo de niñera, y eso es todo —me repite Samuel.—No sé por qué te llamo y te cuento esto, nunca estás de mi lado.—Porque soy el único que te aguanta —se ríe.Es su manera de decirme que siempre lo fastidio y él está ahí para recordármelo.—No estoy de humor para bromas ahora.—Siempre ta
ANDREAMientras me dirijo hacia el plantel de la universidad, mi amiga no deja de insistir en que la acompañe a la fiesta de fraternidad que se va a llevar a cabo este sábado en la noche. Voy caminando con mi mirada fija en el suelo, concentrada en mis pensamientos, pensando en mis problemas que me aquejan desde hace días.—Vamos, Andy, será divertido. No entiendo por qué te niegas a ir. Sé que tienes que trabajar, pero podrías pedir la tarde libre. No puedes perderte esta fiesta, siempre son épicas —exclama ella, tratando de persuadirme.Suspiro profundamente, intento explicarse una vez más.—Ya te dije, y no puedo pedir que me den la tarde. Ya sabes que mi horario no comienza desde la mañana, es como pedir el día completo, y ahora necesito mucho el dinero.Me quitaron la beca y ahora estoy tratando de encontrar la forma de cubrir los gastos, es por eso que hoy vine a la universidad, para preguntar cuánto me saldrá la matrícula. Y aunque quisiera, no puedo permitirme ir de fiesta en
ANDREA —Mira, sé que tienes la cabeza ocupada con tus cosas, con eso de la matrícula y quién sabe qué más, pero no deberías aislarte del mundo. Como te dije antes, debes salir y disfrutar de la vida. —Me echa todo un discurso. —Esta fiesta hasta podría servirte. —¿De qué me serviría ir a una fiesta? —No sé por qué hice esa pregunta, yo misma sé que eso no me sirve de nada. —Yo qué sé —encoge los hombros. —Tal vez te ayude, aclare la mente, y veas las cosas desde otro punto de vista. —Quedo igual, no le veo lógica a lo que estás tratando de decirme. —Tomo la pajita de mi bebida y le doy un sorbo a mi café frío. —Está bien —sacude las manos como si así borrara lo que había dicho antes. —Puede que no resuelva ninguno de tus problemas, pero al menos servirá para distraerte y te hará olvidarte de todo por un momento. Eso también podría ser bueno, ¿no? —No sé —me deja dudando. Me mira con esos ojos suplicantes que pone siempre cuando quiere conseguir algo. Suspiro antes de agregar: —V
ANDREARecuerdo que hoy tengo la cita con la psicóloga del colegio de los mellizos, debo apresurarme para llegar a tiempo, antes de que suene el timbre de salida.Termino de conversar con mi amiga, quedó con ella de que le llamaré mañana por la tarde para avisarle si podré asistir con ella a la fiesta. Me despido y salgo casi corriendo de la cafetería. Detengo al primer taxi que veo y me subo de inmediato, le doy la dirección del colegio de los mellizos.Algo me dice que ella podrá darme los consejos que necesito para entender los comportamientos de los mellizos y cómo mejorar mi trabajo con ellos. He estado esperando esta cita toda la semana, incluso he preparado algunas preguntas en mi mente para hacerle.Cuando llego a su oficina, me encuentro con una puerta cerrada. Llamo varias veces, pero no tengo respuesta ninguna vez. Me giro y voy a buscar a alguien que me pueda orientar. Entro en la dirección del colegio y me dirijo hacia la secretaria que está ahí.—Hola, buenas tardes —dig
ANDREA―Me imagino que ya no hay pretextos para que no comas tus vegetales ―le señalo el plato a Alexia.Hilda les puso en su desayuno zanahorias, cortadas en tiras, como si fueran papas fritas, pero están cocinadas a vapor.―Es que no me gustan las zanahorias aguadas ―irradia una expresión de asco.―Están cocidas, así se les dice ―le corrige Hilda.―No me gustan de todas maneras. ―Levanta la mirada de su plato y mira a Hilda. ―Y si me cortas unas crudas, solo con sal ―le pide amablemente mientras le sonríe.―Está bien ―asiente ella y se vuelve a la cocina hacer el pedido de Alexia.Ahora se le metió en la cabeza que comerá solo verduras, y nada de carne, solo vegetales y otros alimentos que no tengan nada relacionado con los animales. Si su padre se entera, nos mata a Hilda y a mí, por seguir su capricho. La verdad, yo veo que es más que eso, anoche cuando estaba cenando con ellos y ella mencionó lo de los dinosaurios, pude sentir lo que dijo, Alexia estaba realmente triste por unos
DAVID Me encuentro en la sala, solo, con un vaso de whisky en la mano. Las luces tenues están en un toque de calidez, pero mi semblante refleja un estado de ánimo bastante distante. La botella de whisky reposa en la mesa de centro junto a unos vasos, como testigo silencioso de mi soledad. Escucho unos pasos suaves acercándose. No le presto atención, mi mirada está fija en mi vaso con whisky. ―Buenas noches ―dice esa voz que ha estado en mi mente toda la semana, o más bien desde la primera vez que la escuche. Levanto la cabeza, está de pie frente a mí. ― ¿Tiene un minuto? No le respondo, solo le hago un gesto para que se siente en el sofá de enfrente. Mientras observo como ella se acomoda en el asiento, le doy otro sorbo a mi vaso con whisky que tengo en mi mano derecha. ― ¿Qué es eso que desea hablar conmigo, señorita Andrea? ―Arrastro las palabras, el licor ya está haciendo un poco efecto en mi sistema. Nunca bebo hasta emborracharme, solo que hoy es diferente. No acostumbro a be