DAVID Me encuentro en la sala, solo, con un vaso de whisky en la mano. Las luces tenues están en un toque de calidez, pero mi semblante refleja un estado de ánimo bastante distante. La botella de whisky reposa en la mesa de centro junto a unos vasos, como testigo silencioso de mi soledad. Escucho unos pasos suaves acercándose. No le presto atención, mi mirada está fija en mi vaso con whisky. ―Buenas noches ―dice esa voz que ha estado en mi mente toda la semana, o más bien desde la primera vez que la escuche. Levanto la cabeza, está de pie frente a mí. ― ¿Tiene un minuto? No le respondo, solo le hago un gesto para que se siente en el sofá de enfrente. Mientras observo como ella se acomoda en el asiento, le doy otro sorbo a mi vaso con whisky que tengo en mi mano derecha. ― ¿Qué es eso que desea hablar conmigo, señorita Andrea? ―Arrastro las palabras, el licor ya está haciendo un poco efecto en mi sistema. Nunca bebo hasta emborracharme, solo que hoy es diferente. No acostumbro a be
ANDREANo estoy de humor para salir de fiesta. La discusión que tuve con ese hombre, me dejo un sabor amargo en mi boca, y la idea de pasar una noche en una fraternidad llena de gente desconocida no es algo que considero divertido, al menos para mí. Pero de un momento, he cambiado de opinión, estoy segura de que veré más lindos a todos esos extraños que a mi jefe; aunque la crueldad no le quita lo atractivo.Sacudo esos pensamientos de mi mente y continúo vistiéndome. Mi amiga me apresura para que nos preparemos; a pesar de mis protestas por lo que me entrego para que me pusiera, cedo luego de unos minutos. Después de casi una hora que se tomó en su armario para elegirme algo sensual, como dijo ella, no le puedo hacer eso y no llevar el vestido que me he puesto ahora.Aunque no sea exactamente de mi estilo, es un poco elegante, pero atrevido para mi gusto, supongo que a eso se le puede llamar apropiado para esta ocasión. El vestido es de un tono azul profundo que resalta mi tez, no so
DAVIDÉl insiste por enésima vez. Tampoco es como que tenga algo que hacer, ni siquiera he logrado conciliar el sueño, todo por estar pensando en mi niñera. Así que acepto la oferta de Samuel, de ir a un bar y beber unos tragos.Entro al bar que Samuel y otros amigos suelen frecuentar los fines de semana. Soy el único que no asisto a este tipo de reuniones, a pesar de que los conozco desde nuestra adolescencia. Al que más veo es a Samuel, pues incluso casi trabajamos juntos, ya que su hermano es mi socio.―Este si es un milagro ―exclama uno de ellos cuando llegamos a la barra donde esperan tres viejos amigos.― Sam, ¿Qué hiciste para que aceptara venir contigo? ―pregunta el siguiente.―¿Acaso le pusiste una pistola en la cabeza y lo amenazaste? ―se une el que falta.―La verdad, no ocupe hacer absolutamente nada ―responde Samuel, encogiendo sus hombros.Nos dejamos caer en los taburetes que están vacíos a lados de nuestros otros amigos. Miro en esa dirección, uno de ellos está enfrasca
DAVID¿Qué se supone que estoy haciendo aquí?, he sobrepasado los límites. Debería volver a poner en marcha el motor e irme de aquí. Pero no lo hago, en vez de hacer eso, salgo del auto de Samuel y camino hasta esa casa.El ruido fuerte es lo primero que me rodea, después una pila de jóvenes embriagados por el exceso de alcohol que han ingerido o posiblemente por otras sustancias consumidas.Espero que ella no haya acabado así también, aunque no es ese tipo de chica que aparenta ser, nada quita que intente experimentar algo como eso.Un grupo de jóvenes se empujan entre ellos y cuando paso por su lado, uno cae tan cerca de mí y termina vomitando en el césped. Para mi desgracia, salpica un poco en mis zapatos. Hago un gesto de asco, y levanto la mirada del asqueroso desastre para ver al tipo que está casi inconsciente. No me voy a quedar viendo cuando se disculpa, es claro que están completamente perdidos en su asunto.Luego de sacudir mis pies, para retirar algo del vómito que me salp
ANDREAMi mente ha estado abstraída en lo ocurrido de anoche. No puedo dejar de pensar en lo que estuvo a punto de pasar o eso es lo que creo yo. Estoy convencida de que mi jefe me iba a besar. ¿Cómo es que permití que se acercará tanto a mí? Bueno, no lo esperaba, pero tampoco lo detuve en ese momento. Ahora me siento atrapada en esta gran duda.¿Fue real o yo me estoy haciendo una tormenta en la cabeza?Anoche, antes de bajar del auto, también parecía que iba a decirme algo, como si fuera a revelarme un secreto. Incluso sentí que mi corazón casi se salía mientras esperaba atenta, pero solo me dijo “buenas noches”.¿Qué está sucediendo?Quería mantener una buena relación con él, puesto que es mi jefe y quiero ayudar a unir a los mellizos con su padre, esa la forma en que nos acercamos ayer, fue distinta a lo que considere.Pueda que lo de besarnos sea inaceptable, pero no sé por qué deseaba tanto que lo hiciera, y todavía quiero que lo haga.No sé cómo voy a manejar esto de ahora en
ANDREAEn cierta forma estoy emocionada por Alexia. No le he dado la noticia porque quiero que sea una gran sorpresa para ella y su hermano. Lo que no tengo la menor idea es de como harán que vengan invitados, si la fiesta se planeó en una semana.Le cuento a Hilda lo que me contó su jefe, ella también se muestra sorprendida, así como me pasó a mí cuando me enteré. Mientras cruzo la sala de estar, pienso en lo que me respondió Hilda cuando le avisé lo que David me dijo antes de irse.¿Por qué me lo dijo, si Hilda ya estaba al tanto de ello? Ese hombre cada vez me deja más confundida.Abro puerta de la habitación de Alexia y la encuentro jugando con sus tacitas de té. Entro y su sonrisa contagiosa invade una emoción de alegría en mi corazón. Ella es la que me anima y por la que me mantengo plantada bajo este techo.—Andrea, ven a jugar conmigo al té —dice emocionada. —Tengo algo muy importante que contarte.—Ah, sí, ¿qué es eso tan importante que tienes para contarme? —indago, me sient
ANDREA—¿Licenciada Flores? —expreso cuando me cruzo con la mujer en la calle. Nunca pensé que la encontraría aquí.El clima está perfecto para salir y es domingo, por eso traje a los niños al parque, a pasear un rato, para que también se distraigan mientras comen un poco de helado. Yo los observo desde la banca que estoy sentada. Y ahora he visto pasar a la psicóloga del colegio, delante de mí, y le he hablado.Ella se detiene en cuanto me ve. Sus ojos se mueven para todas partes, como si estuviera buscando algo.—¿Viene sola? —inquiere ella.—No —niego. —Traje a los mellizos al parque, —señalo en dirección hacia donde están ellos en los columpios. —Ya no me volvió a llamar para concretar otra cita.—He estado muy ocupada últimamente —contesta rápido.Recuerdo lo que me dijo la secretaria, que había salido de emergencia, tal vez algún familiar suyo le pasó algo malo.—Espero todo este bien. —Ella se muestra confundida. —Es que en la oficina me comentaron que había salido por una emer
ANDREAA medida que nuestras miradas se conectan, una electricidad silenciosa pasa entre nosotros. Mis latidos se aceleran, y me doy cuenta de que David y yo compartíamos una atracción profunda y que es prohibida. La química entre nosotros es innegable, incluso hay algo que me dice que ese sentimiento ha estado presente desde el primer día en que nos conocimos.Sin previo aviso, David da un último paso, acortando toda la distancia entre nosotros. Nuestros rostros están a centímetros de distancia, y la tensión en la cocina se vuelve casi insoportable. Parece que ese beso que todavía no me ha dado, se ha convertido el mi más grande anhelo. Mis ojos se cierran con anticipación, esperando a que finalmente toque sus labios con los míos.Todo pasa tan rápido, así como siento ese calor abrazador en un segundo, tan así me alcanza un frío que entumece hasta mi corazón. Abro los ojos y compruebo que se ha alejado.—Buenas noches, señorita Andrea —dice usando de nuevo ese tono formal.Hace lo mi