DAVID―Yo no veo nada de malo en ello, al contrario, está haciendo muy bien su trabajo —contesta Samuel por la bocina.—Desobedeció mi orden —digo molesto.—Pero lo está haciendo bien, y eso es lo que importa. ¿Qué no querías una buena niñera para tus hijos?Samuel tiene toda la razón. De todas maneras, no se salvó de una reprensión mía. No solo se tomó de su tiempo para quedarse por la mañana, sino que también los acompañó al colegio. Si no me lo hubiera mencionado la maestra de mis hijos, ni me habría enterado.¿Dónde estaba Hilda cuando eso sucedió? No puedo enojarme con ella; sin embargo, no puedo evitar sentirme molesto ahora.—No la puedes despedir por algo como eso. Andrea está haciendo el trabajo de niñera, y eso es todo —me repite Samuel.—No sé por qué te llamo y te cuento esto, nunca estás de mi lado.—Porque soy el único que te aguanta —se ríe.Es su manera de decirme que siempre lo fastidio y él está ahí para recordármelo.—No estoy de humor para bromas ahora.—Siempre ta
ANDREAMientras me dirijo hacia el plantel de la universidad, mi amiga no deja de insistir en que la acompañe a la fiesta de fraternidad que se va a llevar a cabo este sábado en la noche. Voy caminando con mi mirada fija en el suelo, concentrada en mis pensamientos, pensando en mis problemas que me aquejan desde hace días.—Vamos, Andy, será divertido. No entiendo por qué te niegas a ir. Sé que tienes que trabajar, pero podrías pedir la tarde libre. No puedes perderte esta fiesta, siempre son épicas —exclama ella, tratando de persuadirme.Suspiro profundamente, intento explicarse una vez más.—Ya te dije, y no puedo pedir que me den la tarde. Ya sabes que mi horario no comienza desde la mañana, es como pedir el día completo, y ahora necesito mucho el dinero.Me quitaron la beca y ahora estoy tratando de encontrar la forma de cubrir los gastos, es por eso que hoy vine a la universidad, para preguntar cuánto me saldrá la matrícula. Y aunque quisiera, no puedo permitirme ir de fiesta en
ANDREA —Mira, sé que tienes la cabeza ocupada con tus cosas, con eso de la matrícula y quién sabe qué más, pero no deberías aislarte del mundo. Como te dije antes, debes salir y disfrutar de la vida. —Me echa todo un discurso. —Esta fiesta hasta podría servirte. —¿De qué me serviría ir a una fiesta? —No sé por qué hice esa pregunta, yo misma sé que eso no me sirve de nada. —Yo qué sé —encoge los hombros. —Tal vez te ayude, aclare la mente, y veas las cosas desde otro punto de vista. —Quedo igual, no le veo lógica a lo que estás tratando de decirme. —Tomo la pajita de mi bebida y le doy un sorbo a mi café frío. —Está bien —sacude las manos como si así borrara lo que había dicho antes. —Puede que no resuelva ninguno de tus problemas, pero al menos servirá para distraerte y te hará olvidarte de todo por un momento. Eso también podría ser bueno, ¿no? —No sé —me deja dudando. Me mira con esos ojos suplicantes que pone siempre cuando quiere conseguir algo. Suspiro antes de agregar: —V
ANDREARecuerdo que hoy tengo la cita con la psicóloga del colegio de los mellizos, debo apresurarme para llegar a tiempo, antes de que suene el timbre de salida.Termino de conversar con mi amiga, quedó con ella de que le llamaré mañana por la tarde para avisarle si podré asistir con ella a la fiesta. Me despido y salgo casi corriendo de la cafetería. Detengo al primer taxi que veo y me subo de inmediato, le doy la dirección del colegio de los mellizos.Algo me dice que ella podrá darme los consejos que necesito para entender los comportamientos de los mellizos y cómo mejorar mi trabajo con ellos. He estado esperando esta cita toda la semana, incluso he preparado algunas preguntas en mi mente para hacerle.Cuando llego a su oficina, me encuentro con una puerta cerrada. Llamo varias veces, pero no tengo respuesta ninguna vez. Me giro y voy a buscar a alguien que me pueda orientar. Entro en la dirección del colegio y me dirijo hacia la secretaria que está ahí.—Hola, buenas tardes —dig
ANDREA―Me imagino que ya no hay pretextos para que no comas tus vegetales ―le señalo el plato a Alexia.Hilda les puso en su desayuno zanahorias, cortadas en tiras, como si fueran papas fritas, pero están cocinadas a vapor.―Es que no me gustan las zanahorias aguadas ―irradia una expresión de asco.―Están cocidas, así se les dice ―le corrige Hilda.―No me gustan de todas maneras. ―Levanta la mirada de su plato y mira a Hilda. ―Y si me cortas unas crudas, solo con sal ―le pide amablemente mientras le sonríe.―Está bien ―asiente ella y se vuelve a la cocina hacer el pedido de Alexia.Ahora se le metió en la cabeza que comerá solo verduras, y nada de carne, solo vegetales y otros alimentos que no tengan nada relacionado con los animales. Si su padre se entera, nos mata a Hilda y a mí, por seguir su capricho. La verdad, yo veo que es más que eso, anoche cuando estaba cenando con ellos y ella mencionó lo de los dinosaurios, pude sentir lo que dijo, Alexia estaba realmente triste por unos
DAVID Me encuentro en la sala, solo, con un vaso de whisky en la mano. Las luces tenues están en un toque de calidez, pero mi semblante refleja un estado de ánimo bastante distante. La botella de whisky reposa en la mesa de centro junto a unos vasos, como testigo silencioso de mi soledad. Escucho unos pasos suaves acercándose. No le presto atención, mi mirada está fija en mi vaso con whisky. ―Buenas noches ―dice esa voz que ha estado en mi mente toda la semana, o más bien desde la primera vez que la escuche. Levanto la cabeza, está de pie frente a mí. ― ¿Tiene un minuto? No le respondo, solo le hago un gesto para que se siente en el sofá de enfrente. Mientras observo como ella se acomoda en el asiento, le doy otro sorbo a mi vaso con whisky que tengo en mi mano derecha. ― ¿Qué es eso que desea hablar conmigo, señorita Andrea? ―Arrastro las palabras, el licor ya está haciendo un poco efecto en mi sistema. Nunca bebo hasta emborracharme, solo que hoy es diferente. No acostumbro a be
ANDREANo estoy de humor para salir de fiesta. La discusión que tuve con ese hombre, me dejo un sabor amargo en mi boca, y la idea de pasar una noche en una fraternidad llena de gente desconocida no es algo que considero divertido, al menos para mí. Pero de un momento, he cambiado de opinión, estoy segura de que veré más lindos a todos esos extraños que a mi jefe; aunque la crueldad no le quita lo atractivo.Sacudo esos pensamientos de mi mente y continúo vistiéndome. Mi amiga me apresura para que nos preparemos; a pesar de mis protestas por lo que me entrego para que me pusiera, cedo luego de unos minutos. Después de casi una hora que se tomó en su armario para elegirme algo sensual, como dijo ella, no le puedo hacer eso y no llevar el vestido que me he puesto ahora.Aunque no sea exactamente de mi estilo, es un poco elegante, pero atrevido para mi gusto, supongo que a eso se le puede llamar apropiado para esta ocasión. El vestido es de un tono azul profundo que resalta mi tez, no so
DAVIDÉl insiste por enésima vez. Tampoco es como que tenga algo que hacer, ni siquiera he logrado conciliar el sueño, todo por estar pensando en mi niñera. Así que acepto la oferta de Samuel, de ir a un bar y beber unos tragos.Entro al bar que Samuel y otros amigos suelen frecuentar los fines de semana. Soy el único que no asisto a este tipo de reuniones, a pesar de que los conozco desde nuestra adolescencia. Al que más veo es a Samuel, pues incluso casi trabajamos juntos, ya que su hermano es mi socio.―Este si es un milagro ―exclama uno de ellos cuando llegamos a la barra donde esperan tres viejos amigos.― Sam, ¿Qué hiciste para que aceptara venir contigo? ―pregunta el siguiente.―¿Acaso le pusiste una pistola en la cabeza y lo amenazaste? ―se une el que falta.―La verdad, no ocupe hacer absolutamente nada ―responde Samuel, encogiendo sus hombros.Nos dejamos caer en los taburetes que están vacíos a lados de nuestros otros amigos. Miro en esa dirección, uno de ellos está enfrasca