Los labios de Michael eran para ella una maldita droga que la mantenía sumida en un profundo trance.Sentir sus manos nuevamente sobre su cuerpo, la encendía y la volvía un ser irracional que lo único que deseaba era tenerlo de nuevo sobre su cuerpo, besándola, refregándose y sobre todo empujando con fuerza contra su cuerpo.El maldito tenía una manera tan exquisita de encenderla que ella no podía más que gemir por más.El agarre que tenía contra su cuerpo la tenía con las ganas al límite.—Por favor…Michael era cada vez más osado en su toque, volvía a querer tenerla bajo su cuerpo, como lo había hecho antes.La forma que ella respondía a cada una de sus caricias lo tenía loco, sin poder enfocarse, sin ser capaz de no querer ir cada vez más lejos.Llevo una de sus manos hasta la intimidad de ella, abriendo sus pliegues, descubriendo ese pequeño botón que lo único que hizo fue hacer que ella gimiera más para él.Todo su cuerpo se tensó y arqueo bajo su cuerpo. Era deliciosa y era suya
—No volveré a trabajar contigo.Esas habían sido las últimas palabras que le había dedicado ella a Michael. Tras decir esas palabras se había arrepentido pero también era cierto que eran verdaderas. No deseaba trabajar más para él.Cada que sentía las ganas de regresar a esa casa las recordaba y no solo eso. Pensaba en como él no la había respetado en todas esas ocasiones, vigilándola y espiándola, como si fuera una niña pequeña.No, ella no podía regresar a trabajar para él, mucho menos podía aceptar sus sentimientos. Aceptar los sentimientos de una persona como Michael, era peligroso, se decía a sí misma. Aunque en el fondo sabía que él podía tener un poco de razón al no confiar en ella.Sin embargo en esos momentos lo importante ahora era encontrar trabajo, así que eso haría a partir del día de mañana.El primer día, caminó por casi toda la ciudad, también había peleado para encontrar lugar en el metro y sobre todo golpeó a un buen par de hombres que no paraban de acosarla. No en
Era un restaurante de comida rápida, por lo que todos los platillos estaban en tiempo récord sobre las mesas y eso no era lo único, también los clientes iban y venían de la misma manera.—¡Esto no es lo que pedí!— se quejó uno alzando la voz— yo pedí garnachas.Otro cliente que se encontraba a pocas mesas de ese se levantó con un plato gritando — yo tengo sus garnachas ¿Quién tiene mis picadas?— pregunto haciendo que otro se parara.—Por favor fíjese al momento de entregar. Si no puede con el trabajo, vaya a hacer otra cosa.Empezaron a regañarla entre todos. El padre de su amiga Míriam salió al ver el alboroto que había en el área del comedor del restaurante.—Señores, por favor seamos paciente y dejemos que Fleur se adapte.En el fondo el señor conocía a sus comensales y él exigieran de la joven un aprendizaje rápido era porque no deseaban que ella dejara el trabajo.—Bien, bien seremos pacientes. Pero que no tome este trabajo a la ligera, la mayoría de nosotros siempre venimos a co
Esa mujer lo desesperaba y al mismo tiempo lo hacía suspirar cómo nadie, simplemente Michael no sabía cómo hacer frente a lo que sentía.Se encontraba en una constante montaña rusa llamada Fleur Lombardi.Lo peor es que no podía evitar mostrarse enojado.No solo su secretaria padecía del mal humor de su jefe recientemente, también sus hombres en la organización lo padecían.No había día que no temieran cometer un error y que hiciera que su jefe descargara su frustración en ellos. Sin embargo, no había necesidad de que alguien preguntara ¿qué o quién? Era la causante de que el gran Michael se encontrará en ese estado.Más de uno había sido testigo de lo que su jefe podía ser capaz si la señorita Lombardi la ex niñera de su hijo, estaba incluida en la ecuación. Por lo que sin duda algo había pasado.Uno de los hombres se encargó de averiguarlo y no porque deseara saber por el mismo, sino por qué había perdido en el sorteo que se había llevado a cabo entre todos los hombres.Fue así como
—¡Bien, entonces empecemos, con el entrenamiento!— les llegó gritando Michael a sus hombres, quienes solo se vieron a los ojos, sabiendo que en cualquier momento alguno de ellos moriría tras acabarse el entrenamiento.El padre de la amiga de Fleur llamó a todos sus empleados ese día, tras días donde casi no hubo nada de trabajo, era momento de ponerse serios, por lo que tomaría por fin cartas en el asunto.—Bien, es hora de traer nuevos clientes, si los clientes no vienen al “Guarache Veloz” nosotros los traeremos hasta aquí.Todos los empleados empezaron a ver preguntando si su jefe no se habría vuelto loco ¿Qué es lo que pretendía?—Calma, calma chicos, no os preocupéis porque vuestro trabajo tendrá una buena recompensa.Bueno, eso era diferente, una vez ante la mención de recompensa y dinero, no había nadie que se quejara, todo lo contrario. Parecía que todos estaban atentos y con ganas de saber que era lo que su jefe traía entre manos.—Vamos, jefe, no se haga del rogar— pidió uno
—Fleur trata de controlarte — murmuraba, bajito mientras trataba de mostrarse amable con Michael.Pero el maldito parecía no querer enterarse de que su actitud le molestaba y es que Michael no dejaba de mostrarse frío y hostil con ella. Era como si la estuviera culpando de algo o estuviera enfadado con ella. ¿Pero qué diablos se creía, era ella quien debía de estar furiosa con él?¿Que acaso no era él quien la vigilaba a ella?Pero no, solo la vigilaba, sino que le quitaba el privilegio de sentirse enojada.El problema no era problema, el problema era que le dolía la actitud de Michael, la frialdad que este mostraba. Le importaba poco si él era así con todo, su problema era que a ella le afectaba.En pocas palabras, el enojo de Fleur o si dilema, no era si ella se había enamorado de ese hombre, sino que él parecía no estar lo ella.Era doloroso para ella tener un dolor no correspondido, todas esas veces anteriores, no se había enojado con él por lo que había hecho o dicho, sino por
Michael no podía permitir que Fleur siguiera lejos de él. No entendía como ella no moría por estar cerca de él.Los recuerdos de ambos juntos, sobre todo de manera íntima, era lo que lo tenían más ansioso al ver que la joven parecía no querer tenerlo cerca.La forma que parecía cansada después de cada turno lo mataba, pese a que era su niñera. Michael jamás permitió que ella hiciera cosas que pudieran cansarla de la manera que lo hacía en el restaurante.Dónde su cansancio se hacía cada vez más visible, día a día. Debía de haber una manera de que él pudiera hacerla volver.Llevaba más de dos horas pensando en cómo hacerlo, pero siempre llegaba a la misma conclusión y era la de hacer uno del contrato que ella había firmado con él.Amenazarla con él. Decirle que de no regresar la demandaría por mucho dinero. Sabía que no era la mejor manera para demostrarle que ella debía de estar con él.¿Pero cómo hacerlo?Maldita sea Fleur, solo reflexionar en su nombre hacía que él entrara en pánico
Michael tenía sus razones para mantener a Fleur protegida y muy pronto comprobaría si eran justificadas sus acciones o solo eran una manera de hacer que ella volviera con él y mantener en su casa.Mientras aguardaba, el rostro de Michael era sombrío, al igual que su mirada.La puerta de su despacho fue tocada, antes de abrirse, un par de hombres con de trajes y con folder en las manos aparecieron.— Jefe lo hemos verificado, sus sospechas eran ciertas.Su jefe no dijo nada; sin embargo, no tenía que decir algo para que ellos supieran el informe que ellos le habían dado, no era para nada de su gusto.Ambos hombres voltearon a verse, por un momento, algo les decía que pronto habría sangre de por medio.—¡Márchense!— les ordenó a sus hombres, tenía que pensar como debía de proceder.Necesitaba poder garantizar la seguridad de la mujer que amaba. Sabía que tarde o temprano sus enemigos sabrían que él tenía una debilidad y tratarían de usarlo en su contra.—Por favor reúna a todos los homb