28. ¡He dicho basta!

—No, es que no quiero— decía Fleur al joven que trataba de abrazarla y así besarla.

—Debes besarme, son las reglas, es mi castigo.

—Por eso es tu castigo, no el mío— trataba ella de hacerme entender al idiota que ella no era la que tenía que sufrir por un castigo que no era suyo.

Pero no solo era el beso, era la forma en que su cuerpo se rozaba con el cuerpo de ese hombre.

Era un roce molesto para ella, porque parecía que hacía a propósito el frotar su entrepierna contra sus piernas o contra su trasero cuando intentaba era huir.

Lo peor es que nadie parecía querer ayudarla todo lo contrario, parecían divertirse con lo que ese imbécil Neandertal trataba de hacerle.

—Por favor para ya…— pedía Fleur, sin embargo, el otro sujeto parecía que ella lo único que hacía era invitarlo a más.

—Eres tan hermosa — murmuró contra su cuello, aspirando su aroma, era un hermoso, suave y dulce que no hacía más que invitarlo a lamer y morder su cuello.

Ella no podía más que seguir intentando tratar de sa
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