Aquella mañana, como todas desde que Fleur decidió dejarlo, porque así se sentía él como un hombre abandonado por la mujer y de la que estaba enamorado, Michael se despertó antes de tiempo.Se preparó un café y otro para ella, era una costumbre que no perdía y al lado del café le dejaba una nota disculpándose por haber tenido que marcharse antes de tiempo, pero en realidad no tenía que hacerlo, simplemente no quería enfrentarse a lo que le provocaba la decisión que ella había tomado.Fleur iba todos los días a casa de Michael, no faltaba ni un día, no llegaba tarde.Todo con tal de que Michael no pudiera tener ningún problema con ella o tuviera motivos para pedirle regresar.Pero no importaba lo temprano que ella llegara, ya no podía encontrarse con él en la cocina, era como si la evitará, lo único que podía encontrar sin falta era su taza de café con una pequeña nota.Por otra parte, no era lo mismo, ella deseaba poder bromear con él, mientras veían al pequeño Michael desayunar.—¿Fl
— A ver si te aclaras con lo que quieres, porque yo ya no entiendo tu forma de actuar, ya no sé ni qué decirte o que debo hacer las cosas contigo para agradarte.Negó el hombre, quien caminó hasta la puerta de su habitación indicándole con un gesto de su mano donde estaba la salida.Realmente ese hombre la ponía en una maldita montaña rusa, que la hacía subir y bajar de golpe.Fleur no entendía, ¿cómo diablos, podría estar enamorada de alguien como Michael?No era más que un Neandertal, un maldito hombre de las cavernas, que sino se hacían las cosas como él quería, no estaban bien. Un hombre por demás desesperante.— Vamos, vete a tu casa y aléjate de mí, si tanto te molesta mi presencia, yo no voy a ser un obstáculo para ti.Justo en ese momento ella no quería más que gritarle, darle hasta un buen par de golpes por ser tan estúpido.¿Acaso no veía cómo ella se derretía en sus brazos?Que lo único que ella quería de él, era un poco de respeto. Si él se lo diera, ella no tendría motivo
—No, es que no quiero— decía Fleur al joven que trataba de abrazarla y así besarla.—Debes besarme, son las reglas, es mi castigo.—Por eso es tu castigo, no el mío— trataba ella de hacerme entender al idiota que ella no era la que tenía que sufrir por un castigo que no era suyo.Pero no solo era el beso, era la forma en que su cuerpo se rozaba con el cuerpo de ese hombre.Era un roce molesto para ella, porque parecía que hacía a propósito el frotar su entrepierna contra sus piernas o contra su trasero cuando intentaba era huir.Lo peor es que nadie parecía querer ayudarla todo lo contrario, parecían divertirse con lo que ese imbécil Neandertal trataba de hacerle.—Por favor para ya…— pedía Fleur, sin embargo, el otro sujeto parecía que ella lo único que hacía era invitarlo a más.—Eres tan hermosa — murmuró contra su cuello, aspirando su aroma, era un hermoso, suave y dulce que no hacía más que invitarlo a lamer y morder su cuello.Ella no podía más que seguir intentando tratar de sa
Fleur odio ver a Michael justo frente a ella ese día. No después de que días anteriores ella hubiera deseado eso.Verlo ahí, pero el maldito Neandertal de su jefe, simplemente la ignoró todos los días, haciéndola sentir miserable hasta ahora.Si hasta ahora, que se encontraba parado, viéndola como si hubiera hecho algo imperdonable, cosa que ella no permitiría.Además, todavía tenía presente la forma en que se había comportado en la fiesta, la manera en la que la vio.Era sentir esa mirada sobre ella y ella simplemente querer golpearlo, porque todo era su culpa. Si no la hubiera puesto triste. Tal vez Míriam no sé hubiera agarrado de eso para hacer la dichosa fiesta.—Ya voy tarde, necesito ir a levantar a Michael para que vaya a la escuela— trato de pasar hacia el interior de la casa, más su jefe parecía empecinado a no dejarla pasar.Michael estaba tan lleno de rabia, tan molesto. Aún recordaba a ese chico sobre ella, el maldito intentaba violarla, tocar lo que era suyo y además si
Los labios de Michael eran para ella una maldita droga que la mantenía sumida en un profundo trance.Sentir sus manos nuevamente sobre su cuerpo, la encendía y la volvía un ser irracional que lo único que deseaba era tenerlo de nuevo sobre su cuerpo, besándola, refregándose y sobre todo empujando con fuerza contra su cuerpo.El maldito tenía una manera tan exquisita de encenderla que ella no podía más que gemir por más.El agarre que tenía contra su cuerpo la tenía con las ganas al límite.—Por favor…Michael era cada vez más osado en su toque, volvía a querer tenerla bajo su cuerpo, como lo había hecho antes.La forma que ella respondía a cada una de sus caricias lo tenía loco, sin poder enfocarse, sin ser capaz de no querer ir cada vez más lejos.Llevo una de sus manos hasta la intimidad de ella, abriendo sus pliegues, descubriendo ese pequeño botón que lo único que hizo fue hacer que ella gimiera más para él.Todo su cuerpo se tensó y arqueo bajo su cuerpo. Era deliciosa y era suya
—No volveré a trabajar contigo.Esas habían sido las últimas palabras que le había dedicado ella a Michael. Tras decir esas palabras se había arrepentido pero también era cierto que eran verdaderas. No deseaba trabajar más para él.Cada que sentía las ganas de regresar a esa casa las recordaba y no solo eso. Pensaba en como él no la había respetado en todas esas ocasiones, vigilándola y espiándola, como si fuera una niña pequeña.No, ella no podía regresar a trabajar para él, mucho menos podía aceptar sus sentimientos. Aceptar los sentimientos de una persona como Michael, era peligroso, se decía a sí misma. Aunque en el fondo sabía que él podía tener un poco de razón al no confiar en ella.Sin embargo en esos momentos lo importante ahora era encontrar trabajo, así que eso haría a partir del día de mañana.El primer día, caminó por casi toda la ciudad, también había peleado para encontrar lugar en el metro y sobre todo golpeó a un buen par de hombres que no paraban de acosarla. No en
Era un restaurante de comida rápida, por lo que todos los platillos estaban en tiempo récord sobre las mesas y eso no era lo único, también los clientes iban y venían de la misma manera.—¡Esto no es lo que pedí!— se quejó uno alzando la voz— yo pedí garnachas.Otro cliente que se encontraba a pocas mesas de ese se levantó con un plato gritando — yo tengo sus garnachas ¿Quién tiene mis picadas?— pregunto haciendo que otro se parara.—Por favor fíjese al momento de entregar. Si no puede con el trabajo, vaya a hacer otra cosa.Empezaron a regañarla entre todos. El padre de su amiga Míriam salió al ver el alboroto que había en el área del comedor del restaurante.—Señores, por favor seamos paciente y dejemos que Fleur se adapte.En el fondo el señor conocía a sus comensales y él exigieran de la joven un aprendizaje rápido era porque no deseaban que ella dejara el trabajo.—Bien, bien seremos pacientes. Pero que no tome este trabajo a la ligera, la mayoría de nosotros siempre venimos a co
Esa mujer lo desesperaba y al mismo tiempo lo hacía suspirar cómo nadie, simplemente Michael no sabía cómo hacer frente a lo que sentía.Se encontraba en una constante montaña rusa llamada Fleur Lombardi.Lo peor es que no podía evitar mostrarse enojado.No solo su secretaria padecía del mal humor de su jefe recientemente, también sus hombres en la organización lo padecían.No había día que no temieran cometer un error y que hiciera que su jefe descargara su frustración en ellos. Sin embargo, no había necesidad de que alguien preguntara ¿qué o quién? Era la causante de que el gran Michael se encontrará en ese estado.Más de uno había sido testigo de lo que su jefe podía ser capaz si la señorita Lombardi la ex niñera de su hijo, estaba incluida en la ecuación. Por lo que sin duda algo había pasado.Uno de los hombres se encargó de averiguarlo y no porque deseara saber por el mismo, sino por qué había perdido en el sorteo que se había llevado a cabo entre todos los hombres.Fue así como