No habrá compasión.

Aún en el hospital, con una gran protuberancia en la frente, Zia despertaba. Este debía ser uno de los días más importantes y felices de su vida, pensaría cualquier persona normal, pero en vez de eso, ella era la víctima de un asalto muy bien planificado.

No necesitaba actuar, ella sintió mucho miedo al ver a los ojos al primo de su amante, fue aterrador como ese loco y desquiciado hombre, impulsado por sabrá Dios qué droga se abalanzaba sobre ella para darle semejando golpe entre sus dos ojos.

— Buenos días señorita Berlusconi, ¿Cómo se encuentra?— dijo una voz penetrante, Zia después de abrir los ojos con dificultad quería seguir durmiendo, esperando que todo su malestar se disipara rápidamente.

— ¿Dónde está mi novio?— preguntó Zia, sin ver el rostro de la voz que le hablaba.

— Me temo que aún no han venido a visitarla hoy, yo soy el doctor de turno.— respondió gentilmente el apuesto caballero que se mezclaba con todas las luces de la habitación.— déjame ver cómo está tu her
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