Esa es la niña.

La adrenalina se había apoderado de casi todos los que estaban en el mini bar, este era el momento que estaban esperando, entregar el dinero y poder recuperar a la dulce e inocente Caroline al fin.

Casi todos menos Alice, quien seguía paralizada, estas transacciones podían complicarse y pensar en que su hija estaba de por medio la dejaba sin reacción alguna.

— Iré a buscarte un te, estas muy alterada cariño.— le dijo Aron a Alice, levantándose de su silla.— ¿Quieres algo Roxana?

— Así estoy bien, gracias.— respondió Roxana, Alice, por su parte, solo pudo asentir, seguía aturdida, quería cerrar los ojos y tener a su hija a su lado, nada más.

Con esto, pasaron un par de horas, sin noticias, nadie escribió, nadie avisó nada, esto solo hacía parecer que las cosas habían empeorado.

— Han, ¿Dónde diablos estas?— gritaba John al entrar en la casa donde tenían oculta a Caroline.

— Shhh, no grites, la niña está dormida aún y no creo que sea buena idea decir esas palabras con
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