Isabella se queda congelada al ver que de espalda a ella, a solo dos pasos, se encuentra Christian. No gira al escuchar la puerta, y más bien se aleja rumbo al balcón mientras le dice.—Irene, lleva esos papeles a mi hermana, para que los revise y me los devuelva para firmarlos, los enviaré hoy mismo. Isabella se da cuenta que habla de unos que están en la cama, se acerca sigilosamente sin hacer ningún ruido y los toma, para darse cuenta que son los papeles del divorcio de ellos. Abre la boca para decirle algo, cuando lo escucha seguir hablando.—Dile que mire muy bien la sección que le dije, dónde no estoy de acuerdo en renunciar a mis hijos por ningún motivo. Solamente quiero dejar libre a Isabella para que haga lo que quiera. Ella no se merece vivir así…. Irene, esto no funciona, pediré a mamá que me ponga a otra persona a atendermeIsabella ahora no entiende de qué está hablando Christian. ¿Es que acaso tiene una relación con la sirvienta? Se pregunta mientras le ruedan las
—Señor, ¿qué hace aquí? —escucha la voz de un guardia de seguridad. Sin darse cuenta ha ido a parar a la entrada.—Emilio, ¿por casualidad mi esposa ha andado por aquí?—¿Cómo lo sabe?—¿Estuvo, la dejaron entrar? ¡Di órdenes precisas de que no lo hicieran! —dice furioso de que lo hayan desobedecido. —¿Por qué nadie me avisó?—No, no, señor, la señora Isabella vino en la mañana, y no la dejamos pasar, estuvo un rato detenida en la calle, pero después se marchó y no regresó. —Le aclara el guardia que lo observa curioso.—¿Estás seguro que no regresó o que de alguna manera entró en la casa? —vuelve a preguntar, sintió el perfume de ella, casi está seguro que fue ella en su habitación que lo vio y fue la que tomó los papeles del divorcio.—Seguro señor, la señora no ha entrado, al menos que yo sepa, y no me he movido de mi puesto. Por esta puerta no entró. —Le aseguró el guardia. Gira sobre sus pasos y regresa lentamente a la casa, dudando si en verdad fue ella o quizás Marta que regre
Isabella se queda observando a su abuela por un instante, y luego se echa a llorar de nuevo desconsoladamente, sin que Tania lo pueda entender, que viene a su lado y la abraza fuertemente tratando de consolarla.—Vamos hija, de seguro no es tan malo, para que llores así. ¿Qué es? ¿Christian se quiere divorciar? Isabella al escuchar la pregunta, vuelve a romper a llorar, como si su corazón le doliera de una manera insoportable. En ese momento entra su padre Santiago, seguido de su abuelo y se quedan sin saber que hacer, viendo como Tania trata de consolarla sin lograr su objetivo. Santiago se le acerca y la estrecha fuertemente.—¿Qué tienes linda? ¿Por qué lloras así?—No es nada papá, no es nada. Isabella trata de limpiar sus lágrimas y disimular, el abuelo Sardino le toca el hombro a su hijo y le dice que la deje sola con su madre. A pesar que quiere saber qué le sucede a su hija, entiende que es mejor que haga lo que le indica por señas su padre. La besa en la cabeza y
Grita Marta con los ojos bien abiertos leyendo el mensaje que enviara la señora Elmira en voz alta. —Dice que tenía un tumor en la cabeza, y que lo operaron el día que nos rescataron. ¡Lucy tenía razón, era Chris en aquella camilla! Estuvo muy grave por seis meses en el hospital, y se quedó ciego. ¡Dios! ¡Es verdad, Christian está ciego!—¡Noooo! ¡No es verdad, no, no, no puede ser verdad! —Las hace saltar el grito que ha dado Isabella, que ha escuchado todo. —¡No, no, Chris no puede estar ciego, no puede, no puede! Le arrebata el teléfono que tiene Marta en la mano, lee una y otra vez el mensaje que ha mandado la señora Elmira, repitiendo lo mismo una y otra vez.—¡No, no, no puede ser verdad, no puede ser verdad ! ¿Por qué no me lo dijo? ¿Por qué?—Cálmate Bella, no ganas nada con ponerte así. Le pide la abuela, en lo que la toma y se la lleva al ver cómo los niños, Santiago y el abuelo, han entrado corriendo en la cocina ante los gritos que ella da.—¿Qué sucede? —pregunta e
Christian se ha puesto de pie de un salto, para inmediatamente agacharse y abrazarse fuertemente de sus dos hijos, que lo llenan de besos.—Mamá no vino papá, se fue a trabajar —le dice Lucas.—Sí, papá, es que yo le pedí que me trajera a verte. ¿Estás bien papito? —Le dice Lucy pasándole la mano por el rostro. Christian está tan emocionado que no haya que hacer ni qué decir, sólo atinó a abrazar y besar a sus hijos una y otra vez, deseando con toda su alma poder verlos.—Mamá…, papá…, Christie… Llama a todos tratando de que lo vengan a ayudar, para que los niños no se den cuenta de que no los ve. Su hermana al momento sale corriendo a ver de qué se trata y por qué la llama con tanto desespero.—¡Tía! Gritan los niños cuando la ven salir corriendo por la puerta de la cocina y van a su encuentro abrazándola felices.—¡Lucas, Lucía! ¿Cómo vinieron?—Nos trajo mamá —contesta Lucas.—¿Y dónde está?—No la dejaron entrar.—¿Qué?—El guardia le dijo que no podía entrar, tampoco el
Christian se ha puesto de pie de un salto, para inmediatamente agacharse y abrazarse fuertemente de sus dos hijos, que lo llenan de besos.—Mamá no vino papá, se fue a trabajar —le dice Lucas.—Sí, papá, es que yo le pedí que me trajera a verte. ¿Estás bien papito? —Le dice Lucy pasándole la mano por el rostro. Christian está tan emocionado que no haya que hacer ni qué decir, sólo atinó a abrazar y besar a sus hijos una y otra vez, deseando con toda su alma poder verlos.—Mamá…, papá…, Christie… Llama a todos tratando de que lo vengan a ayudar, para que los niños no se den cuenta de que no los ve. Su hermana al momento sale corriendo a ver de qué se trata y por qué la llama con tanto desespero.—¡Tía! Gritan los niños cuando la ven salir corriendo por la puerta de la cocina y van a su encuentro abrazándola felices.—¡Lucas, Lucía! ¿Cómo vinieron?—Nos trajo mamá —contesta Lucas.—¿Y dónde está?—No la dejaron entrar.—¿Qué?—El guardia le dijo que no podía entrar, tampoco el
Isabella se había marchado casi al amanecer, sintiendo que tenía que dar una dura batalla para volver a recuperar a Christian. Ahora se sentía arrepentida, de haber estado tanto tiempo alejada de él. Por lo que decidida al otro día, mandó de nuevo a los niños a que se pasarán con su padre el día. Y le mandó un recado con Lucas.—Papá, ¿dice mamá que si puedes recogernos todas las tardes en la escuela? —¿Todas las tardes?—Sí, tiene mucho trabajo con el abuelo, y como tu estás en la casa, pensó que te gustaría que viniéramos a estar contigo aquí. Di que sí papá.—Me gusta, me gusta, no es eso. También tengo trabajo… —dijo Christian tratando de negarse, porque sabía que si venían cada día, al final se darían cuenta de lo que le sucedía. —No sé si podré todos los días.—Di que sí, papito —le pidió melosa Lucy, subida en sus piernas llenándolo de besos— te extrañamos mucho, yo quiero venir a vivir contigo.—¡Y yo también! —le dijo Lucas firme. —Dale papá, te prometemos que nos portar
Le había preguntado Elmira, al tiempo que recogía el servicio del desayuno que le había puesto.—Tiene que comer más niño, ahora que vienen sus hijos, se van asustar si ven que se desmaya.—¿Elmira?—Sí, señor, soy yo.—Elmira creo que me estoy volviendo loco —dijo de pronto Christian.—¿Por qué lo dice señor?—Siento el olor de mi esposa por todas partes, y hasta la siento dormir conmigo—le confesó.—Ya le dije que eso es porque la extraña ahora que están viniendo sus hijos. A lo mejor, es que ellos lo traen arriba y se le queda prendado de su nariz. Hágame caso y pídale que regrese —le insiste ella. — ¿O está esperando que alguien se la robe? Christian se había quedado en silencio después que dijera eso la sirviente, que se alejó dejándolo al sol. ¿Sería capaz Isabella de olvidarlo y entablar una relación con otro hombre? ¿Y qué esperas Christian? Se preguntó, ¿es que acaso no es lo que quieres, que sea feliz? Eso incluye que tenga otro hombre. Y el solo pensamiento de que su Isab