La música de la fiesta retumbaba en los oídos y ahogaba la mayoría de los sonidos. La joven, al borde del pánico, seguía gritando, pero gracias a la música, sus gritos apenas eran audibles.—¡Por favor, no grites! —le pedí, tratando de mantener la calma.—¡Es el Alacrán, acaso no lo ven! ¡Te advierto que tengo gas pimienta! —respondió, su voz temblando.Él rió a carcajadas, mostrando su cinismo. —¡Por supuesto, preciosa!—¿Por qué la llamas preciosa, estúpido? —exclamé molesta. Me resultaba inconcebible que él fuera tan descarado como para coquetear con otras mujeres en mi presencia. Quizás no era tan especial para él como me había hecho creer.—¿Y a ti qué te importa cómo le dice ese tipejo a las mujeres? —espetó Michael, visiblemente irritado.Justo entonces, las sirenas de la policía comenzaron a sonar, lo que alarmó al Alacrán. Intentó huir, pero dos policías aparecieron a la salida del jardín. En un movimiento rápido, el Alacrán agarró a Grace y la apuntó con un arma.Michael me
Simón está más insoportable de lo habitual. Se ha convertido en la burla de todos los oficiales y no ha logrado obtener ninguna pista del Cóndor. En este momento, estoy escribiendo una carta que me pidió para su superior, en la que le informa sobre sus avances, los cuales no son muchos.—Ya terminé. ¿Puedo irme? —pregunté, mirando a Simón con expectación.Él rió con desdén. —Obviamente no te irás —respondió, cruzando los brazos y mirándome con desdén.—Tengo una vida afuera de estas cuatro paredes. También estudio y tengo un novio —dije, tratando de imponer un tono firme.—Esa relación se acabará. A tu padre no le agrada —dijo, con una mirada fría y calculadora.—Yo no obedezco a mi padre, Simón. No me importa lo que él diga. No dejaré a Miguel Ángel —respondí con determinación, sintiendo cómo la tensión crecía en la sala.—No me retes. No olvido que interviniste en la captura del Cóndor. Podría arrestarte por obstrucción... —advirtió, acercándose un paso.—¡Entonces, ¿por qué no lo h
Me desperté muy relajada y feliz como nunca antes lo había estado. Noté que el alacrán ya no estaba en mi cama y, en su lugar, había una rosa y una nota."Fue hermoso velar tu sueño, mi bella Paloma. Espero que pronto se repita nuestra cita. No hay nada más bello que despertar a tu lado. Te ama, tu alacrán."No pude evitar lanzar un suspiro. Nunca he conocido a un hombre tan romántico como el Alacrán; siempre he soñado con que alguien me quiera y me cuide así.Cuando me dirigí a la cocina, noté que Alaska estaba lavando los platos, lo cual era extraño en ella.—No me avisaste que no venías a dormir —rió mi amiga.—Simplemente ocurrió. ¿Y tú con quién estuviste anoche? Dos copas y dos platos —respondí, sorprendida.—No es nada.—Vamos, Regina, es Michael. Los veía muy enamorados aunque decías que se odian —insistió Alaska.Negué con la cabeza.—Es mucho mejor —dije con seguridad.—Cuéntame todo con detalles —pidió Alaska, curiosa.—Es diferente a todos. Me cuida, me procura. Todo el ti
Michael FosterMe siento impotente y estúpido; siempre ocurre lo mismo con Regina. Quiero decirle algo, demostrarle que la quiero, y termino haciendo lo contrario. Planeé una cena para ella, con la intención de pedirle que dejáramos las tonterías y estuviéramos juntos oficialmente, pero todo me salió al revés.Es como si el destino o mi propia torpeza se interpusieran entre nosotros. Ya no sé qué hacer para cambiar mi suerte. Tal vez se deba a nuestras personalidades diferentes o al hecho de que me vuelvo torpe cuando la tengo cerca. No sé qué pasa, pero siempre termino arruinándolo. Suelo controlar perfectamente mis emociones, pero Regina me descontrola con facilidad. A veces, creo que podría volverme un completo psicópata por su culpa.Creo que es mi destino arruinar las cosas que me importan. Ahora me odia y, sinceramente, no creo poder solucionarlo. Es evidente que ella nunca me amará, no importa lo que haga para ganarme su corazón.Desde que la vi por primera vez, cuando éramos p
Regina Balmaceda Después de la discusión con Michael, no hemos vuelto a hablar. En este momento, estoy en mi departamento, conversando con Diego sobre el proyecto que planea. Él quiere utilizar las tierras de la hacienda, pero Michael no está dispuesto a venderlas. La propiedad es herencia de ambos, y un porcentaje también pertenece a Mauricio, ya que Julia se lo legó.Diego se casó con Romina para heredar su parte de la herencia de su abuelo. Según me contó, tuvieron una discusión tan fuerte que anoche Romina se fue y no ha sabido nada de ella desde entonces. Diego no ha querido entrar en detalles sobre la pelea.Se acaban de casar y ya tienen problemas. No me imagino qué les depara el destino, especialmente conociendo el carácter de mi hermana.—Diego, no puedes evadir los problemas con trabajo. Dime, ¿qué ocurrió? ¿Por qué regresaron antes? —pregunté, preocupada.No soy chismosa; simplemente deseo ayudar. La felicidad de mi hermana no me interesa en lo más mínimo, pero Diego es y
Ha sido un día horrible en el trabajo. Ni siquiera he tenido tiempo para comer por culpa de Simón. Pasé más horas de las que planeaba en la hacienda con toda la intención de que se enojara conmigo. Mi nuevo plan es que me despida.No puedo dejar de pensar en lo ocurrido en la hacienda. Debo admitir que también me encuentro triste porque extrañaré demasiado a Michael. Siento una especie de odio y cariño hacia él; no puedo odiarlo completamente. Es un buen hombre a pesar de que no es capaz de tener sentimientos por nadie, ni de entablar una relación.—¿Nos vamos?— Me pregunta Paco, sacándome de mis pensamientos.—Me quedaré un rato más. Guerra me pidió que lo ayude con unos asuntos.— Respondo, tratando de sonar tranquila.—No me parece que te quedes a solas con él.— Expresa Paco, algo molesto.Paco es un hombre muy extraño; suele ser muy tímido, pero en ocasiones muestra su carácter. Su actitud hacia mí es peculiar.—Estoy bien, Paco.— Le aseguro con una sonrisa.—Te esperaré.— Él insis
—¿Qué hacemos? —pregunté alarmada. No puedo creer que Simón me haya seguido. Él no puede descubrirnos aquí; no quiero imaginar lo que ese imbécil sería capaz de hacer.—No te preocupes, Paloma, ahora debemos huir. Los distraeré. —afirmó, con decisión.—Yo lo haré. Te buscan a ti —le dije, intentando mantener la calma.—No te dejaré en manos de Simón. Ya me imagino de lo que es capaz ese infeliz —espeto, con firmeza.—¡Maldito alacrán! —la voz de Simón se escuchaba cada vez más cercana.—Regina, corre hacia el monte, allí encontrarás un caballo. Cabalga y vete. No tienes idea cuánto te amo, mi amor —ordenó, su voz llena de urgencia y afecto.—Yo más —respondí, tratando de controlar mis emociones.El parque en el que nos encontramos está muy cerca del monte que conecta con las haciendas del campo. No entiendo por qué nos reunimos en un lugar tan lejano; la ciudad está a varios kilómetros. Pero a mi amado cóndor le fascina escabullirse en la oscuridad y en el monte.El Alacrán corrió hac
Gracias al cielo, la bala solo rozó el brazo del Alacrán y él está fuera de peligro, pero el susto no me lo quita nadie. Cuando llegué a casa, le pedí a Alaska que, si alguien pregunta, dijera que estuve toda la noche con ella. Le expliqué todo lo que ocurrió anoche, omitiendo, por supuesto, las cuevas.Nunca revelaría los secretos de mi novio. Anoche, todo se volvió mucho más real. Caí en cuenta de que estoy saliendo con un delincuente y que mi vida será completamente diferente. También decidí dejar el trabajo con Simón. Debo hablar con Michael cuanto antes porque, prácticamente, le estoy siendo infiel. Necesitamos arreglar nuestra situación.No es solo el hecho de que invadió mi privacidad al colocar un GPS en mi celular. Sinceramente, ya no lo soporto y no tengo por qué aguantarlo. Ningún trabajo vale tanto la pena.En este momento, estoy entrando en su oficina para presentarle mi renuncia. Ya he pensado en todas las excusas que le daré y tengo varias. Me percaté de que él está muy