Sentía arder mis mejillas y una comezón impropia se apodero de mí. Me sentía incomoda. Quizá exagere al venir aquí haciéndome pasar por la luna. Pero situaciones desesperadas requieren medidas descabelladas. Así que Ann me necesitaba y debía dar la cara.—¿Lo soy después de todo no?—¿Quieres decir que me estas aceptando?Su sonrisa arrogante volvió a surcar en sus labios, me miraba fijamente y parecía no querer quitarme la vista de encima. ¿Que estará pasando por su retorcida cabeza?—Nunca dije tal cosa.—¿Qué es lo que quieres?—Saber que quieres de Ann y que me ayudes en algo.—¿Y por qué debería seguir tus ordenes?—Porque soy tu mate.—¿Y? Eso no significa nada.—Te equivocas, para ustedes lo es todo.—En fin... Ann déjame a solas con tu defensora. —sentenció. Ann asintió hizo una reverencia leve con la cabeza y salió—, ¿En qué requieres mi ayuda?—Quiero saber más sobre el mundo inmortal y saber si pertenezco a él.—¿Y dónde entró yo?—Tienes más conocimientos y miles de años.
Mis alarmas se encendieron al escuchar el "papá ha sido quién le abrió". Papá es sumamente intimidante y experto en alejar chicos. Es el ideal para espantar a este lobito indeseable. Sonreí con suficiencia y bajé las escaleras con lentitud, desde el décimo piso vi como estaban sentados en los sofás de la sala estar, uno en frente del otro.—Así que eres el famoso Alfa.—S—sí.—¿Mi hija es realmente tú mate o solo fue una artimaña para invitarla a salir?—E—es..m—mí mate.—Prúebalo.—¿C—como señor?—Sorprendeme.—No...se como hacer eso.—¿Intenciones con mi hijita?—Solo una cita para conocerla mejor.—¿te refieres a su personalidad verdad?—¿A que otra cosa podría referirme?—¡No me retes!—L—lo siento.—¿A donde la llevarás?—Al July Bernaveu. Señor.—Me gusta, es un lugar costoso y elegante a la altura de una princesa como mi pequeña.—sí señor—¿Y luego?—Por un helado y la traigo de regreso, señor Brandwolf.—No me convence eso de "helado". Amor traeme a "Sely".Bien bien, ya es s
Estaba sentada frente a él, pero mi mente divagaba, atrapada en cada palabra que salía de su boca. ¿Estaba realmente enamorado de mí? Mi cabeza no lograba encajar las piezas. No podía ser. Eso tenía que ser solo porque era su mate. ¿Cómo podría alguien enamorarse de alguien que no conoce? Todo esto me resultaba ilógico y fuera de lugar.—¿Eso es un sí? —me atreví a preguntar, mi voz temblando un poco mientras sus ojos se clavaban en los míos, brillando con una intensidad que nunca antes había visto. ¿O no?—Haces demasiadas preguntas, preciosa —dijo con una sonrisa traviesa, pero sus ojos no dejaron de brillarme.Lo observé, entrecerrando los ojos. Él había marcado el tono de este juego, pero no estaba dispuesta a rendirme tan fácilmente.—Te propongo algo —continuó, sin apartar la mirada—. Tú tendrás 10 preguntas, y yo otras 10. ¿De acuerdo?Me recosté en la silla, cruzando las piernas con un aire desafiante.—Con una condición —respondí con una sonrisa astuta—. Solo se puede respond
—¿Podrías darme un beso?— preguntó, y supe de inmediato que era un jugador astuto, aprovechando al máximo su última pregunta.—¿Por qué debería?— sorné, sintiendo la brisa salada del río acariciar mi rostro. Negó con la cabeza, una sombra de diversión cruzando sus facciones. —¿Con cuántas has estado?Y ahí se agotaron mis dos últimas preguntas.—Mm, creo que, con tres, pero solo fueron por necesidades carnales—, respondió, la mirada fija en su copa, como si buscara respuestas en el líquido rojizo. —¿Con cuántos has estado tú?—Se te acabaron las preguntas—, zanjé, una risa traviesa escapando de mis labios mientras mostraba los dientes.—¡No se vale!— se quejó, con un mohín infantil que lo hacía irresistible. —Es trampa, ¿sabes?—Para nada—, dije entre risas, sintiendo una corriente cálida recorrer mi cuerpo.Se cruzó de brazos, con el ceño fruncido como un niño pequeño haciendo un berrinche. De repente, una necesidad imperiosa de abrazarlo me invadió, de sentirlo cerca, de rodearlo co
Al final del muelle estaba él, sentado en una manta roja que contrastaba vívidamente con las desgastadas tablas de madera. La brisa marina ondeaba suavemente la tela, creando pequeñas olas de color carmesí. Había dispuesto sobre ella unas copas de cristal fino que brillaban bajo la luz de la luna, una botella de vino tinto que parecía prometer una noche especial, cojines bordados con motivos marinos y una selección de dulces que desprendían un aroma tentador a chocolate y vainilla. El mar estaba tranquilo y silencioso, como un espejo oscuro que reflejaba las estrellas. Al fondo, se escuchaban las olas chocando con las rocas de la costa, un murmullo constante que se mezclaba con el sonido del viento y dispersaba su olor a sal por doquier. El salitre se diseminaba en pequeñas cápsulas que el viento arrastraba, depositándolas como un fino rocío sobre mi piel. Caminé hasta él, sintiendo la madera crujir bajo mis pies, y me senté en el cojín que estaba a su lado, notando su suave textura b
—¿Entonces preciosa mía, soy un perro?—burló, su voz llena de picardía.—No, me entendiste mal, ¿sabes?—quise alegar, sintiendo el pánico crecer en mi interior. Me sacudió suavemente y miré el agua que relucía bajo la tenue luz de la luna. A juzgar por el viento, debía estar a una temperatura helada. —, ¿No vas a lanzar a tu preciosa mate a esa agua helada?, ¿verdad? Podría pescar un resfrío y arruinar nuestro fin de semana.Su sonrisa se ensanchó aún más, superando con creces la del felino de Alicia. La gran sonrisa que preveía el rostro de mi acompañante me heló la sangre. Al predecir sus acciones, me aferré a él con fuerza, entrelazando mis brazos alrededor de su cuello y pegando mi cuerpo a su pecho. Tiró de mí, pero como buena larva apegada, lo traje hacia mí, cayendo así los dos a la fría agua. Una enorme cantidad de agua fue salpicada al caer juntos, creando un estruendo que rompió el silencio de la noche. Al salir a la superficie, solté una carcajada que resonó en el aire, al
Me desperté sintiéndome mucho mejor que el sábado, fue un fin de semana... Intenso. ¿Quien lo diría? Pase dos días de maravilla en una cabaña lejos de todo con un lobo, no quiero decir que soy todo un torbellino de emociones porque tampoco estoy loca por él. Pero he sentido muchas cosas por él que no había sentido antes, por más tonto y bochornoso que suene. Me siento atraída por su personalidad o lo que me ha demostrado. Aunque sigo teniendo mis dudas.Me levante como un resorte y camine hasta el baño de mi habitación, cepille mis dientes y tome una ducha merecedora. Salí colocándome un short tiro alto de blue jeans con unas sandalias y una blusa de mangas al hombro color roja. Me aplique base y polvo compacto, delineador, rímel y un labial del color de la camisa. Seque mi cabello y tome mi bolso. Celeste me esperaba abajo, mire el reloj colgante de nuestra habitación y marcaban las 7am aún nos queda una hora para llegar al colegio. Baje a la cocina y allí estaba mi repetida desayuna
Mis niveles de adrenalina estaban altos, era increíble como me sentía, llena de vida y como si nada pudiese contra mí. ¿Que había sucedido conmigo? ¿Como es que hice aquello? no pude evitarlo, fue un acto involuntario, podría decirse que mi cuerpo fue quien actuó ni siquiera mi mente fue consciente de mis actos. ¿Que es todo esto? ¿No que mis "poderes" se revelaban a los dieciocho? aún faltan 2 semanas para cumplirlos. ¿Acaso se adelantaron? ¿Soy una hechicera? ¿Que soy? ¡Fue genial! lo admito, pero la curiosidad me esta picando y torturando cada vez mas, ahora sí estoy segura que pertenezco al mundo sobrenatural y lejos de asustarme, me encanta la idea.—¿Te sientes bien? —. preguntó Archie a mi lado, lo miré asintiendo, sus ojos irradiaban preocupación. —¿Segura?—Sí, sentí un descargue de adrenalina renuente —. explique y sonreí con diversión. —. ¡Fue genial!—¿Genial? —. repite él, mirándome como si estuviese loca y sí, sí lo estoy —, Acabas de experimentar tu primer indicio, ¿N