—Buenas tardes a todos los asistentes, para los que no me conozcan, soy Nathaniel Hansen, padre de Hariella Hansen y quiero compartir con todos ustedes unas palabras —dijo él, mirando al público y después se giró hacia Hermes—. Hoy dejo en tus manos a mi tesoro más preciado. He visto nacer a mi hija, en tal momento me propuse protegerla y hacerla feliz. La he seguido en todos sus pasos, la he apoyado en todas sus decisiones, he reído y llorado con ella; le he enseñado lo bonita que es la vida y lo difícil que, a veces, es. He querido cada día formar sus alas para que a la hora de volar vuele tan alto como quiera. Mi hija, con el paso de los años, se ha transformado de una flor linda y delicada a toda una mujer. Puedo decir bien alto que me siento orgulloso de la hija que tengo y que, a pesar de la pena que siento dejándola ir, estoy tranquilo porque la dejo en manos de un buen hombre. —Nathaniel hizo una pausa y luego prosiguió diciendo—: es por eso que hoy te entrego a mi hija, para q
Nota: Desde aquí comienza el segundo libro que sigue de la historia de LA MAGNATE. Estará protagonizada por el segundo de los mellizos, Helios Darner, con romance, Herses Hedley. Este es el libro 2. EL JOVEN MAGNATE. Linaje de diamantes II.La chica crespa de cabello marrón estaba en la cafetería con otras amigas de la universidad. Llevaba puesto un atuendo del que había adquirido aquel día, gracias a un pequeño salvador que la había ayudado en su momento de mayor angustia. Aún recordaba los eventos como si hubiera sido ayer. Habían entrado a la tienda con un grupo de amigos que la habían invitado a ir de shopping. Sin saber que era observada por un distinguido niño.El pequeño Helios, mientras su padre, su hermana y las dos señoras buscaban la ropa, vio como un grupo de muchachas se probaba atuendos. Hubo uno que llamó su atención por el tipo de cabello que tenía, era rizada, demasiado. Se veía un poco excéntrico y llamaba la atención por ser inusual. Aquella muchacha comenzó a proba
En ese momento llegó Hermes con Hera, Marianne y la niñera. La extraña creyó que esa era la familia, el padre y la madre de él. Aunque la mujer no era rubia. Además, la otra niña tenía el rostro igual al del chico, solo que en versión femenina y con el cabello largo. La tiara que tenía los hacía como dos príncipes. Sin mencionar que la belleza de aquel hombre era demasiado abrumadora. Era como uno de esos modelos o actores que gozaban de mucha fama.—Deseo agradecerle a su hijo —dijo la muchacha—. ¿Quieres un helado?Helios miró a su papá para obtener permiso.—Yo también quiero helado —dijo Hera de forma animada.Hermes la cargó en sus brazos de manera cariñosa.—Yo te compraré uno luego —dijo Hermes de forma neutra—. Ve a acompañarlos. —Le indicó a la niñera.—Sí, señor.Así, Helios y la muchacha fueron por un helado en el centro comercial, siendo supervisados por la niñera desde una distancia prudente, aunque también recibió uno. Los dos disfrutaron del sabor chocolate y vainilla c
Herseis moldeó una sonrisa de sorpresa y asombro por volvérselo a encontrar allí, en el edificio mirador. ¿Quiénes eran ellos? A su corta edad ya tenía una tarjeta de crédito y ahora estaba en medio de ese evento con esa mujer vestida de negra. ¿Era la madre? Ella era una excéntrica y una protagonista de una novela; era alguien con la que nunca podía compararse, su realidad y su vida era superior, como si no fueran personas normales en este mundo. Quiso llamar al niño para saludarlo. Pero al llegar el rascacielos, los guardaespaldas, imponentes y serios, les impedían el paso, pero desde allí podían ver con más claridad la entrada decorada con flores negras y velas blancas.Sintió una mezcla de admiración y envidia. La imagen de la mujer, tan segura de sí misma, tan rodeada de elegancia, contrastaba con su propia vida, llena de dificultades y preocupaciones. Además que, su agradecimiento por el chico era genuina y sincera. Ese niño la había salvado en su momento de mayor agonía y cuand
En la ceremonia de boda de Hariella y Hermes, los meseros, con sus elegantes atuendos de blanco y negro, repartían aperitivos y bebidas a los invitados del matrimonio. Lo hacían con amabilidad y destreza.Hermes estaba sentado en la mesa principal, que era de forma circular, y jugaba con sus dos niños. Era increíble, cómo habían llegado a él, y los había concebido la única mujer que amaba y con la que se había imaginado un hogar. Sus ojos se cristalizaron, al ser invadido por la ternura que le provocaban sus mellizos. Ya no estaban solos, no se escondían de los demás, como cuando Hariella había fingido ser otra persona. Ahora los acompañaban sus suegros y sus padres, pues Hariella se había retirado a cambiarse el fascinante vestido de novia; era grande y se le dificultaría seguir usándolo por más tiempo. Además, conocía el carácter de su hermosa esposa y pronto le estaría colmando la paciencia, llevar encima una prenda tan difícil de movilizar, por lo que no podía estar cómoda, y nece
En el edificio mirador, la noche había caído de forma, envolviendo todo en un resplandor cálido bajo las luces de la ciudad que se extendía más allá de la vista de los allí presentes. El aire estaba cargado de emociones mientras los invitados se congregaban en la recepción, disfrutando de los aperitivos, bebidas y demás pasabocas que ofrecían los meseros contratados para la boda. Las paredes de vidrio del salón ofrecían una vista panorámica impresionante, pero la verdadera belleza de la noche estaba centrada en la pareja que había sellado su amor con votos eternos. Comentaban acerca de la belleza del novio y de la novia y de lo bellos que eran sus hijos. En las redes sociales vieron algunas publicaciones acerca de la entrada de Hariella con su excéntrico y hermoso vestido de novia negro. Al igual que el mensaje en el cielo por parte de los aviones. Ella era una magnate conocida, respetada y poderosa, mientras que el hombre era el CEO de Industrias Mars. Ambos tenían estatus y la difer
Herseis, aún sorprendida por el encuentro, se quedó paralizada por un momento. El chico con el que se había chocado era el mismo que le había ayudado en el centro comercial días atrás. Se reconocieron al instante, y una sonrisa cómplice iluminó sus rostros. Era ya la segunda vez que se chocaban de manera sorpresiva, justo como pasaba en los libros y novelas entre los personajes principales, que estaban destinados a estar juntos.—¡Tú otra vez! —dijo ella, un poco nerviosa pero divertida por la coincidencia. Él era demasiado lindo y atractivo.—Sí, parece que el destino sigue poniéndonos en el mismo camino —respondió él, con una sonrisa cálida por la nueva casualidad de encontrarse con esa muchacha de cabello rizado del centro comercial. Aquella vez le había tumbado las bolsas de compras—. Soy Edán Grey, por cierto.—Herseis Hedley —respondió ella, extendiendo su mano de forma reverente.Edán la tomó con suavidad, su toque fue firme y amable, lo que hizo que Herseis sintiera una extrañ
Los niños, ya cansados por las emociones del día, se acomodaron en la cama, mientras Hariella y Hermes se miraban, conscientes de que habían construido algo sólido y hermoso. Esa noche, en ese hotel, no solo se celebraba una boda, sino también la consolidación de una familia que había pasado por mucho para llegar a ese punto. Y aunque la ciudad seguía vibrando a sus pies, en esa habitación, solo existían ellos. Luego de cuatro años, de sus discusiones e intrigas habían podido estar juntos. Lo que había iniciado solo como un experimento de parte de ella para saber cómo se sentía el amor, se había convertido en algo tan grande que ella no podía imaginar. Tenía el afecto de un hombre maravilloso como Hermes y había dado a luz a sus hermosos mellizos; cada uno con la herencia genética de ambos. Era el producto de su pasión. A pesar de que las mentiras y engaños, eso era real y verdadero, genuino e irrevocable.Hariella y Hermes se cambiaron en la suite del hotel, preparándose para disfr