Herseis, aún sorprendida por el encuentro, se quedó paralizada por un momento. El chico con el que se había chocado era el mismo que le había ayudado en el centro comercial días atrás. Se reconocieron al instante, y una sonrisa cómplice iluminó sus rostros. Era ya la segunda vez que se chocaban de manera sorpresiva, justo como pasaba en los libros y novelas entre los personajes principales, que estaban destinados a estar juntos.—¡Tú otra vez! —dijo ella, un poco nerviosa pero divertida por la coincidencia. Él era demasiado lindo y atractivo.—Sí, parece que el destino sigue poniéndonos en el mismo camino —respondió él, con una sonrisa cálida por la nueva casualidad de encontrarse con esa muchacha de cabello rizado del centro comercial. Aquella vez le había tumbado las bolsas de compras—. Soy Edán Grey, por cierto.—Herseis Hedley —respondió ella, extendiendo su mano de forma reverente.Edán la tomó con suavidad, su toque fue firme y amable, lo que hizo que Herseis sintiera una extrañ
Los niños, ya cansados por las emociones del día, se acomodaron en la cama, mientras Hariella y Hermes se miraban, conscientes de que habían construido algo sólido y hermoso. Esa noche, en ese hotel, no solo se celebraba una boda, sino también la consolidación de una familia que había pasado por mucho para llegar a ese punto. Y aunque la ciudad seguía vibrando a sus pies, en esa habitación, solo existían ellos. Luego de cuatro años, de sus discusiones e intrigas habían podido estar juntos. Lo que había iniciado solo como un experimento de parte de ella para saber cómo se sentía el amor, se había convertido en algo tan grande que ella no podía imaginar. Tenía el afecto de un hombre maravilloso como Hermes y había dado a luz a sus hermosos mellizos; cada uno con la herencia genética de ambos. Era el producto de su pasión. A pesar de que las mentiras y engaños, eso era real y verdadero, genuino e irrevocable.Hariella y Hermes se cambiaron en la suite del hotel, preparándose para disfr
Hariella, con una sonrisa sugestiva, comenzó a desabrocharse el traje de baño, dejando que el material oscuro cayera al suelo. Hermes la imitó, y pronto, ambos estuvieron frente a frente, completamente desnudos, expuestos en todos los sentidos. La vulnerabilidad del momento no los hacía sentir inseguros; al contrario, los unía aún más, como si no hubiera absolutamente nada que esconder entre ellos.En la ducha, el agua tibia podría lavar no solo el cloro de sus cuerpos, sino también cualquier rastro de las antiguas cicatrices que alguna vez los separaron. Al encender la regadera, un torrente suave comenzó a caer sobre ellos, envolviéndolos en una burbuja de vapor y calor.Hermes deslizó sus manos por la espalda de Hariella, sintiendo la suavidad de su piel, su tacto esbelto que, a pesar del paso del tiempo y los cambios que la maternidad había traído, seguía siendo la encarnación de la belleza etérea.Hariella cerró los ojos por un momento, disfrutando de la sensación del agua calient
Hermes, con cada embestida, era un nuevo golpe de placer, una nueva ola de calor que lo recorría de pies a cabeza. Sentía que su cuerpo estaba al borde del colapso, pero al mismo tiempo, una energía inagotable lo impulsaba a seguir, a explorar cada rincón de su esposa, a perderse en la sensación de estar tan cerca de ella, tan unido a ella. Era como si estuviera siendo bañado por lava ardiente, una lava que no quemaba, sino que lo envolvía en un calor acogedor y embriagador.El contacto con la humanidad de Hariella, esa ardiente, suave y húmeda humanidad, era como una droga que nublaba sus pensamientos y lo hacía desear más, mucho más. Cada vez que entraba en ella, sentía que estaba siendo abrazado por algo más que su cuerpo. Era un abrazo que trascendía lo físico, que alcanzaba lo espiritual, uniendo sus almas de una manera que lo hacía sentirse completo, como si en ese momento todo en su vida estuviera exactamente en su lugar.Su mente estaba nublada por el placer, incapaz de concen
Herseis asistía a la universidad como cualquier otro día, con su rutina establecida por sus horarios académicos. A pesar de la emoción que aún perduraba desde su última salida con Edán, se concentraba en sus estudios, decidida a no dejar que sus pensamientos divagaran demasiado. Sin embargo, en uno de esos tiempos de espera entre clases, mientras se desplazaba por los pasillos de la universidad con su celular en la mano, su vida dio un giro inesperado.Estaba absorta revisando las redes sociales, viendo las imágenes del perfil social de Edán y lo que había pasado entre ellos aquel día de la boda de la novia de negro, cuando de repente, sintió un impacto leve pero firme. Levantó la vista rápidamente y se encontró con esos ojos familiares que tanto la habían cautivado. Era Edán, sonriendo con esa calidez que la hacía sentir segura y a la vez emocionada.—¿Otra vez tú? —dijo él con una risa suave, como si el destino omnisciente estuviera jugando con ellos.Herseis sintió que su corazón l
Hariella y Hermes aprovecharon cada momento para recuperar el tiempo perdido con sus mellizos, Hera y Helios, quienes, a pesar de su corta edad, sentían una profunda conexión con sus padres. Ahora, como una familia unida, se dedicaban a crear recuerdos y a disfrutar de actividades que nunca antes habían tenido la oportunidad de compartir juntos.Una de las actividades favoritas de la familia era ir al parque cercano a su hogar. Era un lugar amplio, con verdes praderas y un pequeño lago donde los cisnes nadaban tranquilamente. Hermes solía llevar a Helios a pescar en el lago, enseñándole pacientemente cómo lanzar la caña y esperar a que algún pez picara el anzuelo. Helios, con su cabello rubio alborotado por el viento y sus ojos azules brillando con curiosidad, imitaba cada movimiento de su padre, disfrutando del tiempo juntos.Hariella paseaba de la mano con Hera, su pequeño reflejo, por los senderos del parque. La niña, con su vestido de colores suaves, se deleitaba recogiendo flores
En las noches, después de que los mellizos se dormían, Hermes y Hariella se tomaban un tiempo para ellos. Se sentaban en el balcón de su habitación, disfrutando de la vista nocturna, recordando lo lejos que habían llegado y lo felices que eran ahora, juntos como una familia completa.—Nunca imaginé que llegaríamos aquí, después de todo lo que hemos pasado —dijo Hermes, tomando la mano de Hariella.—Y, sin embargo, aquí estamos —respondió ella, con una sonrisa serena.El hogar que antes era un refugio solitario para Hariella se había transformado en un lugar de amor, risa y vida, gracias a la presencia de Hermes y sus hijos. Juntos, como una pareja y como padres, habían encontrado el equilibrio perfecto, construyendo un futuro lleno de promesas y de la dicha de estar finalmente juntos, sin secretos ni mentiras, solo con amor y un compromiso inquebrantable hacia su familia y hacia ellos mismos.Hariella, al sentir los primeros indicios de malestar durante la cena, se levantó de la mesa
En una tarde soleada, mientras caminaban por un parque lleno de árboles frondosos y flores en plena floración, Edán decidió que era el momento adecuado para dar un paso más en su relación con Herseis. Habían estado saliendo durante semanas y ya habían tenido suficientes citas. Estaban más cómodos el uno con el otro, compartiendo los dos.Mientras paseaban por un sendero cubierto de hojas caídas, Edán se detuvo, haciendo que Herseis también parara en seco.Ella lo miró, sorprendida por la repentina pausa. Notó una expresión de seriedad en sus ojos, mezclada con una leve sonrisa. Su corazón comenzó a latir más rápido, presintiendo que algo importante estaba por suceder. Era increíble como lo que había comenzado con su colisión en aquel centro comercial se estaba por convertir en algo que marcaría su historia para siempre. No siempre el primer amor, era el amor de su vida, su alma gemela o su pareja predestinada para la eternidad. El tiempo y el destino escribían la fortuna de las person