2. Miradas que traen problemas

Emma (Presente)

Estoy arrodillada en el suelo, inmersa en el caos de gritos a mi alrededor. Mis padres están encadenados a pocos metros de distancia, observo a mi madre mover los labios intentando decir algo que no alcanzo a comprender. Mis lágrimas distorsionan mi visión y al intentar gritar, mi voz se desvanece en la oscuridad que me rodea, solo para despertar sobresaltada y empapada en sudor, la misma pesadilla que me atormenta sin piedad.

Decido levantarme. Tomé una ducha apresurada, al terminar, un grito tras la puerta anuncia el inicio de la rutina.

-¡En 5 minutos te quiero en la cocina!- Resuena la voz de Kate, la líder de mi grupo.

Vivo en una modesta cabaña en el extremo del territorio, aunque llamarla "cabaña" es un modo amable de referirse a mi hogar. En realidad, es más bien una choza de madera descuidada, pero no me quejo. Es preferible a estar en la mazmorra.

Los omegas sin pareja viven en grupos en estas cabañas. Cada grupo tiene un líder que organiza las tareas y la cantidad de compañeros depende de las responsabilidades asignadas.

En la cabaña en la que estoy somos 5:

Kate es la líder, debe rondar los 50 años, aunque no estoy segura. Su cabello corto es de color negro, sin canas, una ventaja del gen lobo, supongo. Tiene una hija llamada Liz, de 17 años, su cabello es largo, de un negro brillante y es envidiablemente lacio.

También está Gema, tiene 20 años. Sus ojos de color cielo son bellisimo y tiene una melena rubia que le llega hasta los hombros. No estuvo de acuerdo con mi incorporación al grupo, pero no pudo hacer nada al respecto, así que optó por ignorar mi existencia.

Amy, es la hermana de Gema, tiene 14 años. Ella también es rubia, como el de Gema, pero su cabello llega hasta la cintura. Los padres de Gema y Amy murieron hace unos años, cuando los lobos pícaros invadieron el territorio.

Finalmente, estoy yo: Emma Kelp. Estoy a punto de cumplir 20 años en dos semanas. Mi cabello, de un tono castaño claro y ondulado hasta la cintura, mis ojos son de color verdes, con un lunar bajo el ojo izquierdo. Mi padre solía decir que ese lunar era una señal de que la diosa Selene me había otorgado un regalo, y que lo descubriría cuando mi loba se despertara. Sin embargo, mi loba no apareció al cumplir los 16, que es la edad que tú lobo se despierta.

-Emma llegaremos tarde si no sales ahora mismo- Gritó Liz desde detrás de la puerta.

Comienzo a vestirme rápidamente, me pongo una remera negra con capucha, unos jeans gastados y zapatillas negras. Recojo mi pelo en una cola y salgo corriendo. No quiero llegar tarde y perder el privilegio de estar en la cabaña, donde al menos tengo una cama, comida y puedo ducharme con agua caliente. Es más de lo que merezco, me repite siempre Kate.

Al llegar a la cocina de la gran manada, comienzo a cortar la carne junto a Gema. En la pizarra está puesto el menú del día, asi que sé lo que debo hacer.

-Hoy todo tiene que salir perfecto, no quiero errores. El Alfa Alexander regresó anoche después de estar ausente durante dos meses.- La voz de Kate era autoritaria.

Llega el momento de servir la comida en el gran salón. Liz y Amy llevan las bebidas, mientras Gema, Kate y yo llevamos las bandejas de comida.

Intento mantener la cabeza baja, pero una mirada persistente en mi nuca me obliga a alzar levemente la cabeza y para mi sorpresa veo que es el alfa Alexander quien me observa.

Me quedo petrificada por un momento, hasta que siento un golpe fuerte en mi costado derecho, me despertó de mi aturdimiento, quitándome el equilibrio y haciéndome caer. Por suerte, ya había repartido la comida que llevaba en la bandeja y no provoqué un desastre en el salón, esparciendo alimentos por todas partes.

Me esfuerzo por levantarme rápidamente para dirigirme nuevamente a la cocina, pero, como siempre, las cosas nunca salen como espero. Siento una presión fuerte en mi espalda, un pie que me mantiene en el suelo.

-Hace tiempo que no te veo, dime ¿ya tienes a tu loba?-

Reconozco enseguida esa voz, era Briana, mi ex-amiga, la más querida que tuve en la infancia.

-No.- Logro articular.

La presión en mi espalda es tan intensa que respirar se vuelve difícil. El salón permanece en silencio, mi cabeza da vueltas, solo quiero huir.

-Aún así... ¿Te atreves a mirar a Alex?- Preguntó con una maliciosa sonrisa -Vete, tu trabajo ya está hecho.-

Retira su pie de mi espalda y se va pavoneándose con sus sexy y estúpidas piernas largas, moviendo su hermosa cabellera rubia para luego sentarse en las piernas de Alex.

Me dirigí rápidamente a la cocina, dejando atrás el bullicioso salón donde las risas resonaban por el espectáculo que habíamos protagonizado.

Kate, visiblemente molesta, me ordenó encerrarme en el almacén hasta que terminara la cena. Liz y Amy me miraban con tristeza, y Gema parecía preocupada. ¿Lo habré visto bien?

Estaba enojada y frustrada al mismo tiempo. No comprendía por qué no podía simplemente ignorarme. Éramos amigas, habíamos estado juntas desde que nacimos y también estábamos juntas el día en que todo cambió para mí.

Ese día pasamos toda la tarde en las hamacas del parque imaginando nuestro futuro, discutiendo quién sería la pareja de Alex. En nuestras inocentes mentes, no existía la posibilidad de que alguien más ocupara ese lugar. Era ella o yo. Al final, fue ella quien lo consiguió, no como la compañera predestinada, pero sí como la elegida por Alex.

Permanecí sentada en el almacén al menos dos horas, deseando volver a la seguridad de mi cama y olvidar este mal momento. Mis lágrimas empezaban a asomar cuando la puerta del almacén se abrió. Era Gema, sosteniendo un plato de comida.

-¡Ten! Tienes que comer algo.- Me dijo con voz amable y tranquila, mientras me entregaba el plato.

Lo tomé sin dejar de mirarla. Desconocía qué expresión tenía en ese momento, pero seguramente mi boca estaba entreabierta. Estaba realmente sorprendida, era la primera vez que me dirigía la palabra.

Después de soltar un suspiro, se sentó a mi lado. Tras unos minutos de silencio, dijo:

-Escuché a un grupo de guerreros comentar que Briana será la próxima Luna, ya que el Alfa aún no ha encontrado a su compañera. Si eso es cierto, tu situación se complicará más. Debes tener cuidado.- Me dió un suave golpecito en el hombro, se levantó y se marchó.

Me quede viendo la puerta mientras pensaba: 'Es hora de poner en marcha el plan de escape'

Mientras los recuerdos de mí pasado me golpean como baldazo de agua fría...

Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP