6. El timpo pasa

Emma

La puerta se abrió y Amanda entró en la habitación, su presencia me sobresaltó. Se sentó a mi lado y comenzó a acariciarme el cabello con dulzura, mientras me decía -Te dije ayer que descansaras.-

Yo me erguí en la cama, aún con los ojos hinchados por las lágrimas y el cansancio. -No pude hacerlo. ¿Qué va a pasar conmigo?- Pregunté, con voz temblorosa.

Amanda me miró con compasión y respondió: -Primero, irás a mi casa. Allí comerás algo y tomarás una ducha. Después, hablaremos sobre tu futuro.-

Al salir de la gran casa de la manada, alcé mi mirada al cielo y cerré los ojos, permitiendo que la suave brisa acariciara mi rostro y me envolviera en un momento de serenidad. Amanda tomó mi mano con una calidez reconfortante y, mientras caminábamos, vi a lo lejos a Alex y otras personas que me observaban con una mezcla de curiosidad y hostilidad. Agaché la cabeza, evitando su mirada, y seguí a Amanda, agradecida de que su casa estuviera cerca y de que no tuviéramos que cruzarnos con nadie más en el camino, lo que me habría hecho sentir aún más incómoda.

Al llegar a su casa, Amanda me proporcionó una muda de ropa limpia y me indicó dónde está el baño, para que pudiera ducharme tranquilamente. Disfruté de una ducha prolongada y, al sentirme lista, me vestí y regresé a la cocina. Amanda me esperaba con galletas y té. Me indicó que me sentara y me preguntó si podía contarle todo lo que había pasado.

Le relaté lo vivido desde el fatídico día en que perdí a mis padres hasta el día anterior, mientras Amanda escuchaba atentamente, sin interrumpir.

Al concluir, Amanda me explicó cómo el Alfa Alejandro, tras la muerte de Luna Misere, enloqueció de ira. Dictaminando la muerte de mis padres y de los guerreros responsables de su protección, también como provocó la extinción de la manada Luna Menguante.

Me reveló que todos pensaban que había perdido la vida junto a mis padres, que solo el alfa Alejandro y algunos guardias, de su confianza, sabían de mi encierro. Finalizando su relato, de cómo la locura lo había consumido al alfa hasta el día de su muerte.

Después, me detalló cómo sería mi vida a partir de ese momento y me propuso mudarse conmigo a la choza, para que no estuviera sola. A pesar de su insistencia, me negué enérgicamente. No podía permitir que, a su edad, abandonara la comodidad de su hogar, para vivir en un lugar tan humilde. Llevó un tiempo en que aceptará mi decisión.

Luego de curar mis heridas, preparó un bolso con ropa, ungüentos y comida. Y nos dirigimos a la choza.

...

Pasó un año desde que me instalé en la choza, un espacio austero, similar a una celda pero esta contaba con una mesa, dos sillas, una cama y un pequeño baño equipado solo con un inodoro. Amanda no se mudó conmigo, pero cada mañana llega antes del alba para despertarme, compartir el desayuno y, ocasionalmente, me trae ropa y libros.

Esos breves momentos juntas son un tesoro para mí, ella es la única que me muestra amabilidad en este lugar hostil. La mayoría de los omegas me ignoran, pero los guerreros no. Me desprecian, me culpan por todo lo que ha ocurrido y no pierden la oportunidad de insultarme, humillarme o golpearme.

Hoy, mi tarea es lavar las opulentas cortinas de terciopelo y las sábanas blancas de algodón de la casa de la gran manada, así que me dirijo al río. Allí, siempre encuentro a tres chicas trabajando en la orilla, una morena y dos rubias, probablemente parte de algún grupo. Aunque no me dirigen la palabra, me entero de detalles interesantes de la manada, al escuchar sus conversaciones.

-¿Te enteraste de que Luciana encontró a su compañero?- Pregunta una de las rubias, con un tono de voz lleno de emoción y curiosidad.

-Sí, pero él la rechazó.- Responde la otra rubia, con un suspiro y una expresión de tristeza. -Es un guerrero y ya tenía una pareja elegida. Me parece cruel que la haya rechazado así.-

-Es increíble que rechace a su compañera predestinada.- Dice la morena, con una expresión pensativa -Ahora debe estar sufriendo las consecuencias de su decisión. El vínculo entre ellos sigue existiendo, pero él lo ignoró y eligió a otra. Seguro que se arrepiente de su elección, pero es demasiado tarde para cambiar el pasado.-

-Mi madre una vez me dijo que es posible que el vínculo de compañeros se rompa.- Comenté, sin darme cuenta de que he hablado en voz alta. Me sonrojo ligeramente y me pongo nerviosa al darme cuenta de mi error.

La morena se vuelve hacia mí con una mirada sorprendida y curiosa. -¿De verdad? ¿Tu madre te dijo eso?- Me mira con una mezcla de interés y compasión, como si estuviera tratando de entenderme.

La rubia que habló primero, asiente con la cabeza, como si estuviera recordando algo. -Sí, mi madre también me habló de eso. Dijo que era un vínculo muy fuerte, pero que hay casos en los que se ha roto.-

La líder de su grupo se acercó con una expresión exaltada y autoritaria, agita sus brazos y les dice: -¡Basta de chismes! ¡Vuelvan al trabajo de inmediato! ¡Quiero irme al mediodía y no tengo todo el día para esperar a que ustedes terminen!- Su tono es intimidante, pero hay algo en su expresión que me hace encontrar gracioso el momento. Sin poder evitarlo, suelto una sonrisa.

Después de que las chicas se marcharon, el canto de los pájaros fue el único sonido que rompió el silencio. A medida que la noche caía, los grillos se unieron al coro, creando una melodía nocturna.

Esta parte del río era un lugar solitario, especialmente después de la puesta de sol, cuando las sombras envolvían el paisaje. Sin embargo, yo me sentía atraída por este lugar, donde podía encontrar algo de paz.

Al terminar mi tarea, me quité el vestido y lo acomodo cuidadosamente junto a mis zapatillas, antes de sumergirme en el agua fresca y cristalina.

El río me envolvía en su tranquilidad, y mientras observaba la luna en el cielo, comencé a pensar en un plan de fuga. Pero mis pensamientos fueron interrumpidos por una voz ronca y profunda que resonó en la noche

- ¿Qué estás haciendo?- Preguntó Alex, sorprendiéndome.

Oh diosa ¿Qué carajos hace Alex acá?

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