AlexanderBriana me envolvió con sus brazos y dijo: -Tenemos asuntos pendientes Alex, asuntos que requieren nuestra atención- Luego miró a Emma y agregó -Si ya tienes tus pertenencias, puedes irte-Dago no paro de gruñir fuerte en mi mente desde que Briana entró.Me zafé de su agarre, cuando vi salir a Emma, y regresé a mi asiento, fije mi mirada distante en Briana. -¿Qué asuntos tenemos?- Mi voz era severa y controlada.-Dijiste que me harias tu luna.- Dijo con inseguridad.Dago me estaba desgarrando la cabeza con sus gruñidos, pero no iba a ceder ante él. Así que respondí con calculada indiferencia -Si, lo dije, pero estuve ocupado con otros asuntos estos días, mañana hablaré con Iker para empezar a ocuparme de eso.-Briana esbozó una sonrisa calculadora en su rostro, no me sorprendió, el puesto de Luna le daría el poder que tanto anhelaba. Se acercó a mí y se sentó en mi regazo, como lo hace siempre que tiene oportunidad, acaricia mi cabello y, como era predecible, empezó a susurr
EmmaPermanecía acostada en el mismo lugar donde Alexander me dejó. El entorno a mi alrededor se había vuelto aún más denso y helado, como si el mundo se hubiera quedado sin luz, sin calor. La voz de Kira, resonaba como un murmullo distante y confuso, como un eco suave que pasaba entre las copas de los árboles.Sin el consuelo de poder siquiera mover un dedo para escapar de aquella oscuridad que me envolvía y que cada vez me hundía más en un pozo que se hacía más profundo, reviviendo cada palabra, cada gesto, cada mirada que Alexander me había dedicado antes de marcharse.Anhelaba con toda mi alma escapar de aquel pozo de desesperación, de aquella prisión sin barrotes físicos pero tan real como el vacío que sentía en mi interior. Deseaba con fervor encontrar una rendija de luz que me permitiera salir de aquel abismo emocional, pero mis fuerzas se desvanecen ante la magnitud de la tristeza que me embargaba.De repente, percibí un suave pelaje que se recostó sobre mí, un calor reconfort
EmmaLa fría mañana de invierno despertaba con el sol asomando entre las sombras, tiñendo el cielo de un tenue rosa. No había pegado un ojo en toda la noche, con el aullido del lobo de Alexander resonando en mis oídos como un lamento persistente. Esta vez, sus pasos fuertes y rápidos rodearon la cabaña, haciendo vibrar las débiles paredes y sacudiendo el silencio. El lobo parecía más insistente que nunca, llamándome a salir con su presencia y aullidos. La tentación de abrir la puerta era irresistible, pero una pregunta me retuvo, ¿Qué sucedería si Alexander recuperara el control cuando saliera?. La posibilidad me helaba la sangre y me dejaba sin aliento. No estaba dispuesta a averiguarlo, así que me quedé acostada, escuchando el gruñido del lobo y el crujir de las ramas bajo sus patas, mientras la oscuridad se disipaba lentamente.Transcurrido un rato desde la partida del lobo de Alexander, me decidí a salir. Sabía que, después de su intensa carrera nocturna, Alexander probablemente
EmmaAcostada en la fría y húmeda hierba del bosque, con los ojos cerrados y sintiendo la brisa acariciar mi pelaje blanco, me encuentro abrazando un sentimiento que había perdido: la felicidad. Todo esto era nuevo para mí. Hasta hace unas horas, era simplemente una humana, aunque sabía que no lo era realmente. Cuando cumplí los 16 años y mi loba no se manifestó, dudé durante mucho tiempo de mi verdadera naturaleza como mujer lobo.No sé cuánto tiempo pasó desde que entré al bosque, ni cuánto corrí ni si me están buscando. Me perdí en las sensaciones nuevas, eufórica disfrutando este leve momento de libertad. Quizás, con suerte, mi ausencia pasó desapercibida.Aunque desearía que este momento no acabara, sé que debo regresar.Me pongo de pie, retomando mi forma humana, me visto y me encamino de vuelta a la cabaña. En ese instante, siento a Kira, mi loba, intranquila en mi mente, estando alerta y expectante. Antes de poder preguntarle qué sucede, un aroma llega a mí, provocando un rev
Emma (Presente) Estoy arrodillada en el suelo, inmersa en el caos de gritos a mi alrededor. Mis padres están encadenados a pocos metros de distancia, observo a mi madre mover los labios intentando decir algo que no alcanzo a comprender. Mis lágrimas distorsionan mi visión y al intentar gritar, mi voz se desvanece en la oscuridad que me rodea, solo para despertar sobresaltada y empapada en sudor, la misma pesadilla que me atormenta sin piedad. Decido levantarme. Tomé una ducha apresurada, al terminar, un grito tras la puerta anuncia el inicio de la rutina. -¡En 5 minutos te quiero en la cocina!- Resuena la voz de Kate, la líder de mi grupo. Vivo en una modesta cabaña en el extremo del territorio, aunque llamarla "cabaña" es un modo amable de referirse a mi hogar. En realidad, es más bien una choza de madera descuidada, pero no me quejo. Es preferible a estar en la mazmorra. Los omegas sin pareja viven en grupos en estas cabañas. Cada grupo tiene un líder que organiza las tareas y
Emma (5 años antes) Un día después del decimosexto cumpleaños de Briana, me escapé de casa para ir a verla. Mi padre me había pedido que no saliera ese día, ya que estaba previsto la llegada de los líderes de la manada Luna Menguante. Mi padre era Gamma y mi madre una guerrera, ambos encargados de la seguridad de Luna Misere, la madre de Alex. No creí que fuera tan peligroso como lo planteaba. El territorio era muy seguro. Así que, como toda adolescente rebelde, decidí tomar mi chaqueta y dirigirme al parque, nuestro lugar de encuentro. Pasamos la tarde charlando, riendo y soñando juntas. Briana me presentó a su loba Dana, su pelaje era rubio con algunas manchas mas oscuras y sus ojos de color marrón, me dejaron fascinada por su belleza. El propósito de nuestro encuentro era que Briana pudiera ver a Alex y así confirmar si él era su compañero predestinado, pero nuestro plan se vino abajo al enterarnos de que él se encontraba en el territorio de Black Moon. -Vayamos a la gr
Emma Hace dos años que me encuentro atrapada en esta mazmorra, un auténtico infierno día tras día. A pesar de todo, siento una fuerza interior que me une a la vida, una chispa de esperanza que se niega a apagarse.Sin embargo, últimamente me resulta difícil mantener esa fuerza. Mi cuerpo duele, mi espíritu está abatido y mi loba permanece dormida, sin mostrar signos de despertar.La soledad me envuelve, convirtiéndose en una compañera constante. Las noches se vuelven largas y solitarias, la oscuridad se convierte en un enemigo implacable.Los recuerdos de mis padres son mi mayor fuente de resistencia contra la desesperación y el miedo. A veces siento su presencia cerca de mí, escuchando en mi mente las palabras de mi madre: Sé fuerte. A pesar del dolor que me embarga después de la ira del alfa, intento aferrarme a los momentos felices para no perder la cordura.Los golpes y el maltrato por parte del alfa Alejandro eran constantes y la única música que oía, eran los sonidos sordos de
Alexander Dos años pasaron desde que la oscuridad de la muerte envolvió a mi madre y una semana desde que lo hizo con mi padre. El día que mi madre murió, me encontraba inmerso en un intenso entrenamiento en la manada Black Moon con otros futuros Alfas. Cada cinco años, la manada organizaba un evento extraordinario para los futuros Alfas que tenían a sus lobos despiertos. Era una prueba agotadora y despiadada, solo se podía participar una vez y era un entrenamiento muy exhaustivo. Yo tenía entonces 17 años, pero Dago, mi lobo, había despertado cuando cumplí los 14, dos años antes que cualquier lobo. Su presencia prematura en mi era debido a la sangre de los primeros licántropos que corría por mis venas, impartiendo la fuerza necesaria para soportar su presencia en mi ser. Al finalizar el entrenamiento y regresar a la manada, me encontré con un panorama desolador. Kaled, el beta de mi padre, me informó sobre el inesperado ataque perpetrado por la manada Luna Menguante, aquella que