El instituto estaba cerca de casa, pero aún así, caminé durante casi 20 minutos. No me gustaba coger el camino directo: había demasiada gente mirándome de forma demasiado incómoda. Prefería callejear y evitar tantas personas como pudiera.
El instituto para mí era una pesadilla: debido a mi problema, muchos me marginaban, pero había un pequeño grupo que se burlaba de mí todo el rato. Además, si no huía pronto y se juntaban varios, me pegaban. En realidad, podía defenderme, con mi fuerza, mis reflejos y las clases de artes marciales que recibí durante varios años, no tendría ningún problema, pero no lo hacía. Temía perder el escaso control mental que tenía, ya que cuándo me golpeaban, la vocecilla de mi cabeza sonaba enfurecida y exigía sangre. Si me defendía, quizás me pasase de fuerza y alguien terminase gravemente herido. Así que era mejor recibir los golpes sabiendo que en un rato estaría curada, a mandar al hospital a alguien sin querer.Lo único que hacía ligeramente agradable el instituto era Laida, otra chica marginada por ser una "empollona" y ser adicta a la lectura. Aunque debo decir que aguantar juntas el bullying y apoyarnos mutuamente nos había unido bastante. Últimamente incluso hablábamos de vez en cuando de chicos, aunque sospechaba que a ella también le gustaban las chicas. Nunca me lo había dicho y la verdad, no era que me importase. Es decir, aunque le gustasen las chicas, ¿cambiaría en algo su forma de ser? No, y la apreciaba por quién era ella. Así que no intentaba averiguarlo. Si estaba en lo cierto, algún día ella me lo contaría.Llegué al instituto y me dirigí a mi taquilla lo más rápido posible e intentando no ser detectada. La miré y vi de nuevo las pintadas que hacían cada semana. Suspiré. Palabras como "Loca" y "chiflada" estaban por los bordes, y pequeñas frases del tipo "vete al manicomio", "ponte una camisa de fuerza" o "te mataremos" estaban por el centro. También habían dibujado emojis de caca y una persona ahorcada con mi nombre al lado, entre otras cosas. El centro limpiaba con frecuencia mi taquilla, pero siempre volvían a aparecer. Según el director, buscaban a los culpables para castigarlos, pero aún no habían dado con ellos. Sabía que no los buscaban activamente o con mucho interés, ya que en los tres años que llevaban apareciendo (a veces incluso diariamente), aún no los habían encontrado. Supongo que era porque no querían demostrar que protegían a una loca.Rápidamente cogí mis libros y me dirigí a la clase. Si llegaba antes que los matones, entonces sólo recibiría, como mucho, algún que otro insulto. Tuve suerte y fui la primera en entrar y detrás mío, entró la profesora. Me senté en la primera fila al lado de la ventana.— Hola Mar, veo que hoy llegas pronto a clase. ¿Ha sucedido algo?— Hola Ana… bueno, lo de siempre… Me he levantado con el pié izquierdo, mi taquilla vuelve a estar llena de pintadas… Nada nuevo. — suspiré llevándome dos dedos de la mano izquierda a la frente y el pulgar a la mejilla mientras apoyaba el codo en la mesa.— ¿Entonces por qué no te has quedado hoy en casa? Ya sabes que no pasa nada, todos sabemos lo que sucede… — me dijo con voz tierna y suave.— Cuando me quedo en casa, al día siguiente es mucho peor en el instituto… — murmuré en un tono apenas audible.La profesora fue a decirme algo pero escuchamos voces acercándose por el pasillo. Suspiró, me miró con lástima durante unos segundos y se puso detrás de la mesa del profesor. Cuando volví a mirarla, noté que se había puesto su máscara de "vamos a dejar ver que yo le doy asco", justo cuando entraban mis compañeros de clase.— Ya era hora de que todos llegaseis — dijo con voz áspera y seca — hoy tengo que contaros algo importante.La clase se quedó en completo silencio, mientras Ana nos observaba fríamente con sus ojos negros.— Como sabéis, este año, "élla" — dijo con claro desprecio, en referencia a mi persona — ha ganado un viaje para todo el curso por haber superado el concurso de supervivencia en la naturaleza, tanto el teórico como el práctico, que se hizo para todos los estudiantes del país. Hemos analizado bien las bases, y hemos fijado el lugar y la fecha. Iremos el próximo Lunes a las Montañas del Sur, y haremos ejercicios de supervivencia. Pasaremos las noches en un pueblo cercano llamado Mariesh… todos excepto ella — la profesora me miró con desprecio mientras una sonrisa cruel y perversa se pintaba en su rostro y mis compañeros se rieron — Resulta que en las bases del concurso, el ganador debe pasar las noches en el bosque, en una cabaña, para mejorar su supervivencia. Serán los propios locales quienes se aseguren de la seguridad para que la experiencia no termine en tragedia. Así que aseguraos de conseguir el permiso de vuestros padres. Después de la clase podéis recoger la hoja para ir a la excursión en secretaría.Después de aquello, la clase y el día pasaron con normalidad. Todo el mundo comentaba con entusiasmo la salida, y a última hora, me pasé por secretaría.— Hola, quería recoger el permiso para ir a la excursión.— Ahí tienes las hojas para ello. — me respondió la mujer sin mirarme y señalando con desgana una pila de documentos encima del mostrador — coge una y tráela firmada en 48 horas.— De acuerdo, muchísimas gracias. — Dije con una sonrisa nerviosa y después de guardar la hoja en la mochila, salí rápidamente de allí.Apenas había avanzado cuando cuatro personas se chocaron conmigo.— Perdona, no te habíamos visto — dijo burlonamente una voz femenina que por desgracia conocía muy bien. Maldije en mis adentros y busqué rápidamente una posible salida, por si pudiera huir corriendo. Había una salida cerca pero no estaba a mi alcance: estaba justo detrás de mis agresores y sabía que no se conformarían con ésto. Tragué saliva con fuerza. Sólo me quedaban dos opciones: luchar y quizás enviar a alguno al hospital o dejar que me pegasen. Ninguna de las opciones me gustaba.— Lo siento mucho… iba distraída. Ha sido culpa mía. — dije mirando al suelo para evitar provocarlas — si me disculpais… tengo prisa y…Ellas se rieron con fuerza. Odiaba esa risa con toda mi alma. Casi al instante, sentí que Sahira (no sabíamos el motivo de que llamase así a la voz, quizás fuera el nombre de algún familiar o de mi madre) se acercaba bastante enfurecida. Era una sensación extraña, pero no podía centrarme en eso: en estas situaciones, ella exigía sangre y eso era algo que no podía dejar
La semana pasó más rápido de lo que esperaba, y sin darme cuenta, habíamos llegado al día de la excursión.La verdad es que mis compañeros del instituto estaban muy emocionados, ya que era lo único de lo que se hablaba en el pasillo. Después de aquel feo encuentro con Rose y su grupito, Sahira había estado muy callada, algo que agradecía. Ellas tampoco me habían vuelto a molestar, lo que era todo un milagro. Parecía que daban más importancia a la excursión, aunque sospechaba, por el tipo de conversaciones, que sólo querían ser el centro de atención (y follarse a algún nativo de allí, por lo que había escuchado una vez).Como yo iba a ser la excepción y pasar las noches en la cabaña, había decidido llevar ropa cómoda pero que me permitiera realizar cualquier movimiento. Eso incluía unas mallas ajustadas, un sujetador deportivo y una sudadera, todo de color negro. Había pensado en usar la típica ropa de camuflaje, pero... decidí que sería mejor atarme varias hojas: así también se me pega
Seguí a Alfred hasta un coche de lujo. Pensé que pasaríamos de largo cuando sacó el mando y abrió el coche. Me quedé quieta y muy sorprendida, no esperaba que tuvieran ese tipo de coches. Alfred se giró hacia mí y soltó una carcajada.— ¿Nunca habías visto un coche?— Uno tan caro, no. — Entonces será todo un placer darte tu primer paseo en el. — dijo de forma burlesca. Pasaron unos segundos en los que no me moví — ¿Pasa algo?— No, nada... es sólo que me da miedo mancharlo. Mantener esa tapicería limpia debe costar una fortuna. — dije con timidez. — Normalmente no está tan limpio, no te preocupes. — dijo riéndose — Lo hemos preparado especialmente para ti. Aunque si te resulta incómodo, podemos llamar a un taxi... pero eso no se incluye en el curso y el instituto tendría que pagarlo. — ¿Qué? ¡No, no! Ahora mismo me subo. — dije alarmada y corrí hacia el asiento trasero. Lo último que necesitaba era hacer un cargo al instituto que tendrían que pagar todos los padres. La vuelta a la
Un maldito y estruendoso ruido perforó mis tímpanos de forma repentina, sobresaltándome en la cama.— ¿Pero qué diabl..?No pude terminar la frase porque algo se había abalanzado sobre mí, inmovilizándome... y al segundo siguiente, sentí algo frío y afilado en mi garganta."¿Luchamos? Si mueres no me sirves de nada" escuché decir a mi locura con una clara sed de pelea. "Puedo matarlo para que las dos vivamos".No pude llegar a dar una respuesta, porque sentí, de forma repentina, esa oleada de adrenalina que sentía cuando Sahira entraba en batalla. Así que no me lo pensé y dejé que ella actuase: agarré con las dos manos el brazo que sujetaba el cuchillo, me agaché y me giré en un movimiento tan rápido que a mi captor no le dió tiempo de reaccionar. Una vez había escapado de su abrazo letal, levanté la rodilla para golpearlo en los huevos... por fortuna, mi captor intuyó lo que iba a hacer y me soltó mientras se alejaba, dejando mi rodilla durante un par de segundos en el aire. — Buen
Pasaron dos años desde aquella excursión. Mi vida no había cambiado mucho: Seguían apareciendo pintadas en mi taquilla y seguía sufriendo acoso físico y verbal. Tampoco tenía nuevos amigos y mi relación con Laida era la misma. Supongo que tendría que alegrarme de eso, ya que habían dejado de acosarla. Le pregunté cómo, pero lo único que me dijo fue que le había dado una patada en las pelotas a su principal acosador. Por desgracia para mi, eso no era una opción. Lo único que había cambiado un poco era mi relación con mi locura: estando en Mariesh, descubrí que no buscaba siempre sangre y violencia. Eso hizo que me sintiera un poco más cómoda y ya no tenía miedo cuando me hablaba. Aunque desde que habíamos vuelto, seguía siendo muy violenta y sanguinaria. Creí que era porque el pueblo le hacía daño, así que decidí abandonarlo e irme a estudiar muy lejos cuando cumpliese los 18 años. Sin embargo, me sorprendí cuando me dijo que no quería alejarse mucho del lugar así que no tenía muy clar
Terminé de vestirme. Decidí ponerme una ropa cómoda, así que llevaba un pantalón de chándal, una sudadera y unas tenis, todo completamente negro. Si tenía que evitar a las personas, la ropa oscura era la mejor que se podía llevar de noche.Fui a coger mi bolso y me quedé dubitativa: Si de casualidad lo que decía Sahira era cierto... ¿me serviría de algo el móvil? ¿Podría siquiera llevármelo? Era una buena pregunta. Al final, decidí dejar el teléfono en casa aunque sabía que era peligroso salir de casa sin teléfono. Así que me fui al armario y busqué mi joyero: lo abrí y saqué un reloj sumergible. Al menos, sabría la hora. Cerré el armario y bajé por las escaleras e iba a salir de casa cuando la voz de mi padre me sobresaltó.— ¿A dónde vas, cariño? — Hola papá... voy a salir a dar una vuelta.— ¿A estas horas?— Sí... Sahira está muy inquieta y creo que será bueno que me dé un poco el aire. — odiaba mentir a mis padres, pero... técnicamente, no estaba mintiendo. — ¿Quieres que te aco
Abrí mis ojos y me quedé sin palabras: en el agua cristalina , podía ver el reflejo de una loba preciosa. Tenía el pelaje blanco como la nieve con un ligero brillo que no supe identificar: no sabía si era perlado o plateado. Quizás fuera una mezcla de ambos. Me fijé en mis ojos, ya que nunca había visto unos ojos de un color tan peculiar. Eran de color rosa, pero me recordaban mucho al color de los zafiros rosas pulidos: intenso y con cierta claridad, parecían brillar con luz propia. Eran preciosos y al instante me enamoré de ese color: decidí que, en algún momento de mi vida, tendría que comprar alguna joya con un zafiro rosa. Después de ver lo impresionantes que eran, necesitaba poder ver, siempre que quisiera, ese color. Giré la cabeza para observarme bien y me di cuenta de que tenía ligeras manchas doradas. Me pareció sorprendente y me moví, pero las manchas doradas no brillaron. "Me pregunto si brillarán con la luz del sol, al igual que brilla la parte blanca." — pensé observand
Tuve miedo. Mucho, quizás demasiado. Me escondí detrás de un pequeño árbol del jardín. Lo que yo quería era entrar a casa, subir a mi habitación y vestirme rápido antes de que mis padres me viesen. Ahora eso iba a ser algo muchísimo más complicado. Vi salir a mi padre, con las llaves y una linterna en la mano. Lo hacía siempre que yo no le respondía pero... ¿cómo iba a responderle en este cuerpo? Incluso un gruñido lo asustaría mucho más.— ¿Quién anda ahí? — escuché decir a mi padre, con claridad y firmeza. Ojalá yo tuviera algo de todo eso. Me encogí un poco más."Quédate quieta o nos descubrirá""Lo siento, estoy muy nerviosa.""Lo sé, pero debes controlarte"No nos habíamos dado cuenta de que el movimiento había atraído la atención de mi padre, que se había ido acercando poco a poco después de coger el palo que tenía siempre en la puerta.Mierda. Tenía que quedarme quieta. Esperaba que el pelaje no brillase ahora mismo, no necesitaba darle más pistas. También comencé a respirar má