— ¡Me cago en la …! — maldije mientras buscaba a ciegas mi teléfono móvil para apagar la alarma. Eran las 6 de la mañana y ya era hora de levantarme para ir al instituto — ¿Ya es lunes de nuevo..? — gruñí dejando caer la cabeza con desgana y cansancio en la cama: mis largos rizos se desparramaron y rebotaron como si fueran pequeños muelles rebeldes por toda la almohada.
Odiaba el instituto. Odiaba tener que ir a clase y estudiar, odiaba tener que ver a los compañeros, odiaba como me trataban."Pero eso es porque te dejas pisotear. " Dijo esa molesta vocecilla en mi cabeza. "Si me dejases tomar el control, las cosas serían muy diferentes".— ¡Oh, cállate! ¡Déjame en paz! No existes, sólo eres producto de mi imaginación, de mis delirios y de mi trauma, no voy a prestarte atención. — murmuré asqueada. Había pasado una mala noche y no me apetecía tener que lidiar con mi locura… bueno, nunca me apetecía, pero hoy especialmente me apetecía menos."Lo que tú digas, Mar, pero en el fondo sabes que te estás mintiendo. Sabes que existo, que soy real. Sabes que soy lo único que da sentido a todas tus "rarezas", como te gusta llamarlas. Sabes…" dijo la voz.— ¡YA BASTA! — Grité en un estallido de furia incorporándome y lanzando con rabia la almohada contra la pared de color morado. Después acaricié mis sienes, empezaba a tener dolor de cabeza — ¡NO TIENES RAZÓN! ¡DÉJAME EN PAZ! ¡LÁRGATE! — una súbita debilidad invadió todo mi cuerpo y las lágrimas acudieron a mis ojos sin poder contenerlas — por favor… vete… déjame… déjame sola… — mi voz sonó muy débil y entrecortada, como si algo intentase borrar mi voz — por… favor…No obtuve respuesta, pero el silencio que siguió a mi petición me indicó que mi locura había accedido a mi súplica.Escuché pasos apresurados y la puerta de mi habitación se abrió con fuerza: una mujer (de pelo negro, corto y liso con ojos azul cielo) entró corriendo con cara de preocupación, seguida de un hombre (de pelo castaño y ojos marrones). Eran mis padres.Bueno, decir que eran mis padres no era del todo cierto. A ver, sí, es cierto que lo eran, ellos me habían criado y me habían llevado a todos los "especialistas de salud mental" para tratar mi problema, y me habían dado una casa dónde vivir etc, pero no eran mis progenitores. Me habían adoptado cuando tenía 3 años.Mi historia en realidad es todo un misterio. Nadie sabía quiénes eran mis padres y yo no tenía ningún recuerdo de mi vida por aquél entonces. Lo único que sabía era que había aparecido de repente, saliendo del bosque, completamente sucia y mugrienta, sin poder hablar y moviéndome de forma errática. Una pareja joven me vió y llamó rápido a la policía y a una ambulancia. La noticia corrió como la pólvora y pronto todo el pueblo salió a buscar a mis padres, incluso se adentraron en el bosque durante varios días, pero no apareció nadie, y las únicas huellas que encontraron fueron de varios animales y las mías. Los análisis de sangre salieron perfectos, no tenía ninguna carencia alimenticia y estaba perfectamente hidratada. Sin embargo, por el estado de mis ropas y de las heridas de mi cuerpo, debía haber estado vagando por el bosque aproximadamente una semana. Todo el mundo estaba asombrado de mi gran instinto de supervivencia. La pareja que me encontró decidió darme acogida temporal en su casa.Pronto, sin embargo, se dieron cuenta de que algo no estaba bien conmigo. La primera vez que me escucharon hablar, estaba sola y respondía al aire. Al principio pensaron que se trataba de algún amigo invisible, algo que creyeron que era normal por la dura experiencia que me había tocado vivir. Creyeron que si ganaban la suficiente confianza conmigo, quizás mi amiga fuera la materialización de mis padres o de algún conocido, así que se esforzaron en ello, pasando tiempo y jugando conmigo. Hasta que un día me preguntaron dónde estaba mi amiga y automáticamente señalé mi cabeza. Se preocuparon (¿cómo no hacerlo ante una niña que escucha voces en su cabeza?) y me llevaron a distintos médicos. Dijeron que sería por el trauma y que esperaban que se me pasase pronto… pero aquí estoy, con 16 años y aún sigo escuchando esa voz en mi mente. Al final, todo se quedó en que los sucesos vividos me habían hecho perder un poco la cabeza. La joven pareja, preocupada e incapaz de tener hijos propios, decidió adoptarme: se sentían responsables de mí y además, querían tener un hijo.— ¡Mar! ¡Cariño! ¿Estás bien, cielo? — preguntó mi madre, preocupada, sentándose en el borde de la cama y abrazándome.—¿Te ha vuelto a pasar? — preguntó mi padre, preocupado, poniéndose de cuclillas enfrente mío.— Sí… sí, estoy bien. Ya ha… pasado, ya se ha ido. — respondí con los ojos rojos e hinchados y sorbiendo los mocos.— ¿Estás segura, cariño? Si necesitas faltar a clase porque estás teniendo un ataque, dínoslo y te hacemos un justificante, los profesores ya… — empezó mi madre, pero la corté — los profesores ya saben de mi "problema" y que es mejor que no vaya cuando Sahira se pone pesada. Lo sé, mamá, lo sé… — suspiré — pero aún así, debo ir a clase… ya se ha ido, y cuando no voy… todo es peor. - me estremecí y mi madre me abrazó más fuerte.— Entonces, será mejor que te prepares y bajes pronto a desayunar… ya casi está listo. — miré a mi padre y asentí con la cabeza. Ambos se levantaron y se fueron, cerrando la puerta.Sabía que en la cocina hablarían de mi ataque, siempre lo hacían. Me puse los cascos insonorizados que tenía en mi ordenador, no quería escucharlos. En teoría no podría escucharlos, pero por alguna extraña razón, mi audición era mucho mayor que la de una persona "normal". Lo mismo pasaba con mi olfato y con cualquier ejercicio físico (incluyendo la fuerza. La verdad es que ésta parte era genial, gracias a eso tenía un cuerpo muy bien entrenado). También me curaba mucho más rápido que otras personas, de forma casi milagrosa. Además, había una especie de intuición que me avisaba del peligro. A todo el conjunto lo llamaba "mis rarezas". Por desgracia, ésta última no me servía de mucho: en el pueblo en el que vivía, todo el mundo conocía mi pequeño problema. Eso quería decir que las personas se apartaban de mi, asustadas, y que otras se ponían a la defensiva en cuánto me veían, así que siempre estaba alerta y algo paranoica, cosa que no ayudaba a mi paz mental. Era irónico que el único lugar en el que sentía paz, fuera precisamente en el bosque en el que me habían encontrado.Calculé el tiempo que solían estar hablando de ello y después me quité los cascos y cogí lo primero que encontré en el armario: unos jeans y una sudadera negra con capucha. Me puse unas tenis, me di un vistazo rápido en el espejo y bajé a la cocina. Desayuné rápido, cogí la mochila y salí camino al instituto.Comentario de la autora:¡Hola a todos! Este es el primer libro que escribo. Lo tengo en proceso, pero espero que os guste y me encantará leer vuestros comentarios ♥️. Espero poder tener actualizaciones cada poco tiempo ♥️ Os iré actualizando el estado de los siguientes capítulos en los comentarios.P.D: Como no puedo o no sé cómo poner en cursiva las conversaciones de Mar y Sahira, las pondré entre comillas. Si alguien sabe cómo poner la cursiva desde la aplicación del móvil, se lo agradeceré muchísimo ♥️El instituto estaba cerca de casa, pero aún así, caminé durante casi 20 minutos. No me gustaba coger el camino directo: había demasiada gente mirándome de forma demasiado incómoda. Prefería callejear y evitar tantas personas como pudiera. El instituto para mí era una pesadilla: debido a mi problema, muchos me marginaban, pero había un pequeño grupo que se burlaba de mí todo el rato. Además, si no huía pronto y se juntaban varios, me pegaban. En realidad, podía defenderme, con mi fuerza, mis reflejos y las clases de artes marciales que recibí durante varios años, no tendría ningún problema, pero no lo hacía. Temía perder el escaso control mental que tenía, ya que cuándo me golpeaban, la vocecilla de mi cabeza sonaba enfurecida y exigía sangre. Si me defendía, quizás me pasase de fuerza y alguien terminase gravemente herido. Así que era mejor recibir los golpes sabiendo que en un rato estaría curada, a mandar al hospital a alguien sin querer. Lo único que hacía ligeramente agradable e
— Perdona, no te habíamos visto — dijo burlonamente una voz femenina que por desgracia conocía muy bien. Maldije en mis adentros y busqué rápidamente una posible salida, por si pudiera huir corriendo. Había una salida cerca pero no estaba a mi alcance: estaba justo detrás de mis agresores y sabía que no se conformarían con ésto. Tragué saliva con fuerza. Sólo me quedaban dos opciones: luchar y quizás enviar a alguno al hospital o dejar que me pegasen. Ninguna de las opciones me gustaba.— Lo siento mucho… iba distraída. Ha sido culpa mía. — dije mirando al suelo para evitar provocarlas — si me disculpais… tengo prisa y…Ellas se rieron con fuerza. Odiaba esa risa con toda mi alma. Casi al instante, sentí que Sahira (no sabíamos el motivo de que llamase así a la voz, quizás fuera el nombre de algún familiar o de mi madre) se acercaba bastante enfurecida. Era una sensación extraña, pero no podía centrarme en eso: en estas situaciones, ella exigía sangre y eso era algo que no podía dejar
La semana pasó más rápido de lo que esperaba, y sin darme cuenta, habíamos llegado al día de la excursión.La verdad es que mis compañeros del instituto estaban muy emocionados, ya que era lo único de lo que se hablaba en el pasillo. Después de aquel feo encuentro con Rose y su grupito, Sahira había estado muy callada, algo que agradecía. Ellas tampoco me habían vuelto a molestar, lo que era todo un milagro. Parecía que daban más importancia a la excursión, aunque sospechaba, por el tipo de conversaciones, que sólo querían ser el centro de atención (y follarse a algún nativo de allí, por lo que había escuchado una vez).Como yo iba a ser la excepción y pasar las noches en la cabaña, había decidido llevar ropa cómoda pero que me permitiera realizar cualquier movimiento. Eso incluía unas mallas ajustadas, un sujetador deportivo y una sudadera, todo de color negro. Había pensado en usar la típica ropa de camuflaje, pero... decidí que sería mejor atarme varias hojas: así también se me pega
Seguí a Alfred hasta un coche de lujo. Pensé que pasaríamos de largo cuando sacó el mando y abrió el coche. Me quedé quieta y muy sorprendida, no esperaba que tuvieran ese tipo de coches. Alfred se giró hacia mí y soltó una carcajada.— ¿Nunca habías visto un coche?— Uno tan caro, no. — Entonces será todo un placer darte tu primer paseo en el. — dijo de forma burlesca. Pasaron unos segundos en los que no me moví — ¿Pasa algo?— No, nada... es sólo que me da miedo mancharlo. Mantener esa tapicería limpia debe costar una fortuna. — dije con timidez. — Normalmente no está tan limpio, no te preocupes. — dijo riéndose — Lo hemos preparado especialmente para ti. Aunque si te resulta incómodo, podemos llamar a un taxi... pero eso no se incluye en el curso y el instituto tendría que pagarlo. — ¿Qué? ¡No, no! Ahora mismo me subo. — dije alarmada y corrí hacia el asiento trasero. Lo último que necesitaba era hacer un cargo al instituto que tendrían que pagar todos los padres. La vuelta a la
Un maldito y estruendoso ruido perforó mis tímpanos de forma repentina, sobresaltándome en la cama.— ¿Pero qué diabl..?No pude terminar la frase porque algo se había abalanzado sobre mí, inmovilizándome... y al segundo siguiente, sentí algo frío y afilado en mi garganta."¿Luchamos? Si mueres no me sirves de nada" escuché decir a mi locura con una clara sed de pelea. "Puedo matarlo para que las dos vivamos".No pude llegar a dar una respuesta, porque sentí, de forma repentina, esa oleada de adrenalina que sentía cuando Sahira entraba en batalla. Así que no me lo pensé y dejé que ella actuase: agarré con las dos manos el brazo que sujetaba el cuchillo, me agaché y me giré en un movimiento tan rápido que a mi captor no le dió tiempo de reaccionar. Una vez había escapado de su abrazo letal, levanté la rodilla para golpearlo en los huevos... por fortuna, mi captor intuyó lo que iba a hacer y me soltó mientras se alejaba, dejando mi rodilla durante un par de segundos en el aire. — Buen
Pasaron dos años desde aquella excursión. Mi vida no había cambiado mucho: Seguían apareciendo pintadas en mi taquilla y seguía sufriendo acoso físico y verbal. Tampoco tenía nuevos amigos y mi relación con Laida era la misma. Supongo que tendría que alegrarme de eso, ya que habían dejado de acosarla. Le pregunté cómo, pero lo único que me dijo fue que le había dado una patada en las pelotas a su principal acosador. Por desgracia para mi, eso no era una opción. Lo único que había cambiado un poco era mi relación con mi locura: estando en Mariesh, descubrí que no buscaba siempre sangre y violencia. Eso hizo que me sintiera un poco más cómoda y ya no tenía miedo cuando me hablaba. Aunque desde que habíamos vuelto, seguía siendo muy violenta y sanguinaria. Creí que era porque el pueblo le hacía daño, así que decidí abandonarlo e irme a estudiar muy lejos cuando cumpliese los 18 años. Sin embargo, me sorprendí cuando me dijo que no quería alejarse mucho del lugar así que no tenía muy clar
Terminé de vestirme. Decidí ponerme una ropa cómoda, así que llevaba un pantalón de chándal, una sudadera y unas tenis, todo completamente negro. Si tenía que evitar a las personas, la ropa oscura era la mejor que se podía llevar de noche.Fui a coger mi bolso y me quedé dubitativa: Si de casualidad lo que decía Sahira era cierto... ¿me serviría de algo el móvil? ¿Podría siquiera llevármelo? Era una buena pregunta. Al final, decidí dejar el teléfono en casa aunque sabía que era peligroso salir de casa sin teléfono. Así que me fui al armario y busqué mi joyero: lo abrí y saqué un reloj sumergible. Al menos, sabría la hora. Cerré el armario y bajé por las escaleras e iba a salir de casa cuando la voz de mi padre me sobresaltó.— ¿A dónde vas, cariño? — Hola papá... voy a salir a dar una vuelta.— ¿A estas horas?— Sí... Sahira está muy inquieta y creo que será bueno que me dé un poco el aire. — odiaba mentir a mis padres, pero... técnicamente, no estaba mintiendo. — ¿Quieres que te aco
Abrí mis ojos y me quedé sin palabras: en el agua cristalina , podía ver el reflejo de una loba preciosa. Tenía el pelaje blanco como la nieve con un ligero brillo que no supe identificar: no sabía si era perlado o plateado. Quizás fuera una mezcla de ambos. Me fijé en mis ojos, ya que nunca había visto unos ojos de un color tan peculiar. Eran de color rosa, pero me recordaban mucho al color de los zafiros rosas pulidos: intenso y con cierta claridad, parecían brillar con luz propia. Eran preciosos y al instante me enamoré de ese color: decidí que, en algún momento de mi vida, tendría que comprar alguna joya con un zafiro rosa. Después de ver lo impresionantes que eran, necesitaba poder ver, siempre que quisiera, ese color. Giré la cabeza para observarme bien y me di cuenta de que tenía ligeras manchas doradas. Me pareció sorprendente y me moví, pero las manchas doradas no brillaron. "Me pregunto si brillarán con la luz del sol, al igual que brilla la parte blanca." — pensé observand