Capítulo 77.

— Entonces ¿Comenzaste con los cuchillos por precaución?

—Algo así. — Dijo mirando al cielo. — Mi madre era la dueña de la carnicería; así fue como conoció a mi papá. Ella murió cuando yo tenía unos ocho años. Amaba su maldita tienda porque había sido de la abuela, así que le prometí que yo la cuidaría. Claro que mi sueño no era ser la carnicera del pueblo. — Dijo con una sonrisa. — Sino que quería seguir los pasos de mi padre y ser curandera. Cuando solo fuimos papá y yo, dividía mi tiempo entre la carne y los pacientes. Los cuchillos comenzaron cuando la gente se comenzó a quejar de que mis cortes no eran tan buenos como los de mi madre. Un día entró un lobo especialmente desagradable quejándose de que su carne tenía un centímetro menos de lo que él había pedido el día anterior. No estaba de buen humor, así que le arrojé el cuchillo que tenía en la mano gritándole que si no le gustaba podía irse a otra carnicería. El cuchillo para enorme sorpresa de los dos se clavó limpiamente en e
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