Capítulo 4.

Me puse en la fila tranquilamente ignorando las miradas mortales que me lanzaban las lobas por llegar con Kyrian. Yo puse los ojos en blanco; si, ciertamente era un buen espécimen de macho: Alto, musculoso, bien parecido y con unos hermosos ojos verdes. Las lobas solo veían su exterior; yo lo conocía un poco más y sabía que tenía un buen corazón pero era letal y afilado como un cuchillo cuando quería. Le deseaba una loba que no se intimidara ante la primera señal de mal humor.

-Muy buenos días a todos ustedes. - Dijo una voz en el único palco del salón. La Luna Isabella se elevaba sobre todos nosotros y exigía silencio con su mera presencia .- Daremos comienzo en pocos minutos a nuestro baile anual. Por favor, le pido a todos los presentes que si llegan a encontrar a su pareja, nos permitan continuar con el protocolo de reclamación y esperar pacientemente su turno. Pueden comenzar a sentarse. - Dijo con voz autoritaria.

-Me encantaría que mi pareja fuera uno de los guardias principales o de la nobleza cercana a la Luna. - Dijo la loba delante de mí en voz baja hablando con la siguiente en la fila. - Sería un sueño organizar las fiestas de mi familia política.

-Con que poco te conformas. - Dijo una voz que reconocí inmediatamente y di un pequeño respingo que nadie notó. - Recuerda que el Rey sigue sin pareja, así como también el príncipe, la mano derecha del Rey y algunos de los guardias más cercanos a la corona. Yo iré por el Rey, claro está.

Yo estaba poniendo los ojos en blanco ante semejante discurso de amor y fidelidad eterna que estaba soltando Elizabeth.

-Es la hora, lobos. Permítanme presentarles a todas las chicas en edad de emparejamiento que podemos ofrecer este año. - Dijo Luna Isabella.

Esa era nuestra señal para desfilar por el gran Salón. Habíamos estado practicando toda la semana: Paso, pausa, paso, pausa… y así hasta llegar detrás del escenario. Pude sentir algunos ojos en mi cuando caminé desinteresada y sin el paso - pausa pero los ignoré y seguí adelante tan despacio como un caracol. Sin querer se me escapó un bostezo y algunos de los guardias que me conocían escondieron sonrisas y algunas risitas.

Subimos al gran escenario. Éramos fácilmente unas cincuenta lobas desde los 18 hasta los veintiocho años, más o menos. Yo me puse hasta atrás y donde no pudiera ser vista. Me estaba comenzando a aburrir.

-La primera de nuestras lobas se llama Samantha; es hija del Noble Kadel y de su pareja Diana. Sus mejores habilidades se encuentran en el tejido de prendas para invierno…

Así es como iba a ser mi noche. Se supone que cada loba tendría una presentación que era leída por la Luna Isabella de menos de dos minutos. Luego si alguno de los lobos solteros presentes la encontraba como su pareja, eran presentados, aplaudidos y llevados a la cámara de emparejamiento.

Una conmoción me hizo voltear hacia la gran puerta del salón; llegaba la guardia personal del rey y eso solo significaba que el Rey acababa de llegar. Vaya, ni siquiera había notado que no estaba entre nosotros. Claro, nunca lo había visto, así que tal vez me lo había cruzado en algún momento y nunca lo supe.

Era un lobo bastante apuesto, de aproximadamente la edad de Kyrian. Cabello negro, rasgos esculpidos y una sexy barba de unos días adornaban su cara; su cuerpo estaba metido en un traje blanco con adornos dorados hecho a la medida que abrazaba todos los lugares correctos para hacer que el tipo fuera hermoso. En pocas palabras, alguien ganó en la lotería genética.

La Luna Isabella no perdió el ritmo de la presentación de la primera loba mientras su hijo tomaba asiento justo en frente del escenario y se tomaba algunos segundos para escanear a las lobas presentes.

Yo desvié mi atención cuando otra conmoción, pero mucho más pequeña se presentó en la puerta. Un hombre con el cabello algo despeinado y andar arrogante atravesó el Gran Salón como si fuera el dueño y luego se sentó a lado del Rey. Yo los miré un poco conmocionada al darme cuenta de que era el príncipe. ¿Cómo lo supe? Pues sencillamente viendo al Rey: Ambos idénticos. Excepto que el príncipe vestía la contra parte del traje del Rey, pues era de color negro con detalles plateados.

De pronto el príncipe centró su atención en mi dirección y después de algunos segundos una lenta y maliciosa sonrisa se posó en su cara. Lo encontré extraño, pero como no creí que fuera yo la loba a la que le dirigía la mirada, desvié mis ojos y di otro bostezo. Interesante descubrimiento, pero no lo suficiente como para atraer mi atención más allá de la pequeña chispa de atracción por estar condenadamente guapo. Apenas llevaba cinco minutos y ya me estaba durmiendo.

Tuve que tratar de despertarme casi al final de cada presentación hasta que una hora y media más tarde me recargué con toda la desfachatez del mundo en la pared y cerré los ojos. Era consciente de mi entorno pero simplemente no podía importarme menos toda esta ridiculez. Esto era como un mercado de carne y la posterior venta al mejor postor.

Justo cuando estaba por caer en un sueño profundo mi nombre fue pronunciado y me desperecé lo suficiente para caminar al frente y mirar a mi alrededor. Filas y filas de lobos solteros me miraban con diversos grados de curiosidad, aburrimiento y deseo. Este último me dio escalofríos.

-Ella es Lily y es…

-Mía. - Dijo una voz entre la multitud.

Giré levemente la cabeza hacia la voz y me congelé al ver los ojos grises más impresionantes devolviéndome la mirada. Esto de por si era inquietante, pero lo verdaderamente perturbador era el dueño de esos ojos.

El Gran salón se conmocionó y algunos chillidos por parte de las lobas que no habían encontrado a su pareja y que se encontraban debajo del escenario.

-Madre. - Dijo levantándose de su asiento y mirándome fijamente mientras se acercaba. - ¿Es la señorita Lily apta para ser la Luna de nuestro continente? - Preguntó con voz profunda.

Espera… ¿Qué? ¿Es costumbre que los reyes sean hijos de mami y que no puedan tomar sus propias decisiones sin tener que consultar con ellas? Qué ridiculez.

Solté un resoplido y me crucé de brazos. Por alguna extraña razón, ya sabía cómo iba a terminar esto. Luna Isabella odiaba mi culo más de lo que odiaba tenerme en sus clases debido a mis constantes faltas, mi cero habilidad para todas las cosas mundanas que enseña a las lobas y mis manos llenas de callosidades por el entrenamiento constante.

Le sostuve la mirada sin flaquear mientras echaba chispas por los ojos. Maldito, no pudo tomar 15 segundos para conocerme.

-La señorita Lily no posee la gracia ni habilidades mínimas necesarias para tomar el puesto. - Dijo sin dudar Luna Isabella y yo volví a resoplar mientras ponía los ojos en blanco.

-Entiendo. ¿Hay alguna de las lobas presentes y sin emparejar que te parezca adecuada? En vista de que ya he encontrado a mi pareja destinada y que no está a la altura, supongo que no tiene sentido seguir esperando para emparejarme. - Dijo desviando la vista de mí.

Yo me tensé de indignación, ¿Qué m****a?

-De hecho, hay una buena candidata este año. - Dijo con una mirada de desprecio en mi dirección y luego miró hacia las lobas. - Por favor, sube de nuevo al escenario, querida Elizabeth.

Ella se encaminó de nuevo hasta donde yo estaba aún en posición defensiva y con su sonrisa más encantadoramente practicada hizo una reverencia hacia el Rey.

-Saludos, su alteza. Mi nombre es Elizabeth.

-Ella posee todas las cualidades necesarias para el puesto; es una loba muy atractiva, de carácter dulce, tiene una hermosa voz y toca algunos instrumentos. - Dijo Luna Isabella con cariño.

Yo miré aburrida en dirección a Elizabeth. ¿Carácter dulce? Mi culo.

La voz del Rey, interrumpió mis pensamientos.

-Señorita Elizabeth. - Dijo con voz profunda. - No me gustaría alejarla de su verdadera pareja. Tiene la opción de esperar a su compañero o puede tomar el puesto de Luna en la siguiente luna llena.

-Aprecio la amable oferta, su majestad. Por supuesto, si es por el bien del reino, yo lo serviré como crea conveniente. - Dijo con la voz más melosa que le había escuchado nunca. Asco.

-Te elijo entonces como mi Luna y pareja.

Asqueada, me encogí de hombros y me dirigí a las escaleras para bajar del escenario. Miradas de lástima y algunas sonrisas burlonas de parte de mis compañeras me siguieron en mi camino a la salida. No pude evitar volver a bostezar. Bueno, ya tenía resuelto el asunto de mi pareja y al ser técnicamente ya una loba en edad reproductiva, podría irme al continente sur. Algo bueno de todo esto también era que ya no tendría que asistir a esta ridícula…

-¡Espera! - Dijo la profunda voz del rey a mi espalda. No sabía si me lo decía a mi así que solo seguí caminando hasta que una mano me tomó firmemente del codo y luego me arrastró de regreso al escenario.

Conforme pasábamos las filas de lobos solteros, pude escuchar varios bufidos, algunas risitas y murmullos.

Cuando estuvimos los dos arriba le arqueé una ceja. ¿Qué más le faltaba al idiota por decir…? Oh, m****a. Aún no había dicho que me rechazaba formalmente.

No le encontraba razón de ser al formalismo; no es como si no pudieran comenzar con su línea de bebés sin rechazarme.

-Yo, Karel Brows Iversen, Rey del continente central, te rechazo a ti, Lily…- Me miró arqueando una ceja y yo le devolví el gesto. Ni siquiera se tomó la molestia de averiguar mi apellido y yo no se lo iba a facilitar. Si quería romper nuestro lazo del destino, bien podría trabajar por ello.

Una carcajada sin disimular y profunda se escuchó en el silencio del Gran Salón, pero no desvié la mirada del hijo de mami.

Luna Isabella tuvo que ser la que se aclarara la garganta y le diera mi nombre de familia.

-… te rechazo a ti Lily Madsen como mi compañera y Luna destinada a mi manada.

Esperé a que sucediera el dolor que conllevaba el lazo del destino roto… solo que nunca llegó.

Volví a soltar un bostezo, me encogí de hombros y le di la espalda a la cara sorprendida del idiota y volví a bajar del escenario con la dignidad de una reina. Que, técnicamente, estaba destinada a ser.

Murmullos que no me tomé la molestia de poner atención siguieron mi camino. Llegué a la gran puerta, por segunda vez, antes de ser detenida… de nuevo.

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