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Capítulo 2: Sobrevivir a los hombres.

“ Mis queridos amigos, han defendido este reino mucho tiempo, y se que están ansiosos por luchar en la guerra que se avecina, pero saben bien que esta pérdida, escucharon el informe de los espías y saben la clase de ejército que posee Morok. Reinos poderosos cayeron ante el, arrasó con todo a su paso y a reunido muchas armas…además de su sed de venganza hacia mi por haberlo exiliado. En lugar de pelear esta batalla, les encomendaré una misión, una mucho más peligrosa y difícil: sacarán a mi hijo del reino y lo llevaran a un lugar seguro, lo criarán, educarán y entrenarán. Espero que el reinado de esta bestia no perdure, pero en caso de que sí, mi hijo será la esperanza del mundo humano, él será capaz de unir a los reinos caídos y los que sigan libres, a todos los hombres que deseen liberar a sus pares “  

 

Las palabras del rey resonaban en la cabeza de Anroc.  No sabía cómo lograrían completar su misión, todos los reinos cercanos estaban dominados por el minotauro, si querían sobrevivir, deberían alejarse de toda civilización, pero antes, debían cruzar el río y la única manera era en una embarcación. 

_¿Estas loco?- Lassender estaba sorprendido por la idea de su capitán -¿O solo bromeas? 

_Sé que suena arriesgado, y sí, lo es.- Anroc también estaba sorprendido por su propia decisión. -Pero es la única manera de cruzar el río. 

_ Y una vez que lo crucemos, ¿hacia dónde iremos? 

El capitán no tenía esa respuesta. Sólo miraba hacia el suelo, pensativo, tratando de decidir su rumbo, pero tenía muchos pensamientos en su mente, estaba abrumado y no podía pensar claro. 

_ Luego lo resolveremos- Neels notó que su capitán estaba aturdido por toda la situación -por lo pronto salgamos del reino, y como dijo Anroc, la única manera es por Orelkai. 

Orelkai.

La mancha negra del reino, en las afueras sobre la costa del río, una aldea que alojaba toda clase de criminales. El rey Gerbas no había eliminado ese lugar y dejó de combatirlo porque, en cierta forma, era un fuerte protector para el reino, además de proporcionar comercio de todo tipo. La noche llegó y los guerreros acamparon, no hubo fogata, no hubo charla, solo montaron guardia y trataron de descansar. 

Los rayos del sol despertaron al bebé haciéndole estornudar, los guerreros ya estaban en marcha y habían ganado mucho terreno. Landor lo cargaba, y lo hizo jugar con su capa hasta que comenzó a sollozar por hambre. Lo alimentó y lo sentó para que observara el paisaje, Falco miraba todo a su alrededor, balbuceaba y reía con la brisa que acariciaba su rostro. Los hombres lo miraban, y comenzaban a sonreír de a poco, en el mundo en el que vivían, con la oscuridad que había caído en el y el eminente peligro en el que se encontraban, tenían frente a ellos a ese ser feliz, libre de maldad y ajeno a toda oscuridad, un pequeño rayo de luz y paz en tan turbulento mundo. Entendieron que valía la pena el riesgo. 

Pasó el día sin sobresaltos ni problemas, el bebé dormía, despertaba lo alimentaban, lo aseaban y avanzaban. Al anochecer llegaron a la aldea, pero esperaron a que él príncipe durmiera para entrar, no era el lugar para que seis hombres anduvieran con un niño. Orelkai estaba rodeado completamente por una empalizada de troncos fuertes, excepto el lado al río que era abierto pero custodiado fuertemente por arqueros. Neels jaló una cuerda y una campana resonó en la noche provocando aullidos de lobos y otros animales salvajes. Una rendija en la enorme puerta se abrió dejando ver los ojos de un trolls que los miro fijamente.  

_¿Qué quieren aquí?- preguntó sin abrir. 

_Debemos cruzar el río,- respondió Neels con voz firme 

-queremos hablar con el balsero para que nos brinde su servicio. 

El trolls los miró fijamente, luego de unos instantes cerró la rendija y abrió la entrada con gran estrépito. Los guerreros avanzaron a paso firme tirando las riendas de los caballos. 

_Esto es Orelkai, no busquen problemas o fácilmente los encontrarán. 

Los hombres sonrieron ante la advertencia del trolls, y Varkal le hizo un ademán mientras avanzaban. Se dirigieron al muelle, pero la balsa no estaba allí, uno de los arqueros les notificó que se encontraba en reparación en la carpintería. Ahí encontraron al  balsero quien les comunicó que la balsa no estaría disponible hasta el siguiente día a la tarde. Los hombres fueron al centro de la aldea a debatir sus opciones. 

_Llevamos dos días viajando, pero no creo que estén buscándonos aún.- Mhur se mostraba preocupado. 

_Sí, de todos modos debemos esperar, nada podemos hacer, y es mejor dormir bajo un techo que bajo los árboles rodeados de criaturas carnívoras. 

Todos estuvieron de acuerdo con Lassender, así que Anroc pidió a Mhur que lo acompañe a la posada a buscar una habitación y a los demás, que llevaran los caballos al establo. Debían apurarse antes de que el bebé despertara. Cuando entraron a la posada todos ahí dentro los miraron, fijamente, pero ellos avanzaron sin inmutarse. 

_Queremos una habitación con seis camas- la voz  del capitán era seria y de tono severo -y con la ventana que de a la plaza central. 

_Seis camas eh, disponemos de habitaciones dobles nada más- la cara del posadero era risueña – pero podemos agregar algunas más sin problema, por tres monedas cada uno. 

Anroc le dio las monedas al posadero y salieron a reunirse con los demás, pero cuando avanzaban por la plaza notaron que alguien los seguía desde el otro lado.  

Los guerreros  acomodaron sus cosas en un rincón de la habitación, desenvolvieron los alimentos que llevaban consigo y se dispusieron a cenar cuando Falco despertó. Mhur se hizo cargo, lo alimentó y jugó con él mientras comía. El príncipe gateaba por la habitación inspeccionando todo, tironeaba de las sábanas y las vestimentas de los hombres. Estos estaban experimentando algo que jamás creyeron posible, habían vivido entre armas, soldados y bestias, viajando por todas las tierras conocidas , de guerra en guerra, que no habían tenido tiempo para imaginarse formar una familia, y ahora, con en una situación extrema, estaban a cargo de una existencia tan delicada y frágil, tan indefensa como la de un bebé puede ser. 

Los guerreros estaban asombrados por la actitud paternal de Mhur, él era un hombre rudo y temible, había pasado mucho tiempo entre gigantes, seres que solo entre ellos se comprenden ya que vivían bajo una sola ley, la del más fuerte. Así que ver con la delicadeza con la que trataba al bebé, era llamativo; poco sabían de él, si había tenido una familia antes jamás lo había mencionado, era una persona bastante callada y reservada, aunque ninguno hablaba de su pasado, a pesar de servir juntos muchos años.

La noche avanzaba con rapidez, los hombres preparaban los turnos de guardia. Falco se había dormido ya y lo habían acomodado lo mejor posible. Unas horas después, Lassender y Varkal vigilaban cuando notaron varios hombres con capas y capuchas que caminaban por diferentes lugares de la aldea, al parecer al azar, pero ante la duda, acordaron que uno de ellos juntaría sus pertenecías y las acomodaría para una salida rápida. Pasaron unas horas hasta que vieron que el posadero cruzaba la plaza y señaló la ventana de su cuarto, inmediatamente los hombres misteriosos comenzaron a agruparse y avanzar hacia la posada dejando varios apostados en distintos sectores del patio central. Despertaron a sus compañeros.

_Lassender, tu protegerás al príncipe, Varkal y Landor apóyenlo. Neels iras en la retaguardia cubriendo con tu arco. Mhur y yo iremos al frente despejando el camino. 

Todos asintieron ante la orden de Anroc y se prepararon para salir. Escucharon que entraban al edificio, corridas en el salón, las escaleras crujían, se oyó el chirrido de aceros chocando entre si, ya estaban allí. Neels lanzó una flecha que atravesó la puerta dejando un gemido sordo, Mhur se abalanzó  derribándola y aplastando hombres que quedaron bajo ella, blandió su hacha en forma circular lanzando un bandido al salón que estrelló en una mesa destrozándola, de pronto Anroc saltó sobre él con la espada en ambas manos lanzando un golpe hacia abajo abriendo a un hombre a la mitad, flechas comenzaron a volar impactando en los enemigos, era Neels, se había apostado en el fondo del corredor para cubrir el escape. Mhur embistió lanzando hachazos de lado a lado decapitando y cortando extremidades cuando su arma quedó clavada en una puerta, el capitán de la guardia pasó deslizándose bajo ella justo a tiempo para bloquear una espada que iba dirigida a la cabeza 

del pelirrojo. Avanzó por el pasillo hasta las escaleras. Para hombres tan entrenados como ellos luchar en un espacio reducido era fácil, pero,  en una zona abierta, contra muchos adversarios no sería sencillo y lo sabían. Neels derribó a todos los hombres que estaban en la escalera, Landor y Varkal recogían las flechas que podían quitar de los cuerpos abatidos y se las devolvían para que las reutilizara. Mhur y Anroc se encontraban en el centro del salón de la posada luchando contra ocho bandidos. Las armas chocaban lanzando chispas, el ruido de la batalla había despertado al príncipe que lloraba asustado, por fin llegaron a la plaza. Había hombres por todos lados. Los guerreros estaban agitados y superados por el enemigo que se contaban por docenas, pero eso no era suficiente. Avanzaron por la plaza a paso firme chocando armas con sus rivales, abatiéndolos uno a uno, Mhur corrió hacia los hombres blandiendo su enorme hacha en forma circular dejando cuerpos sin vida a su paso, Neels lanzaba flechas atravesando hasta dos hombres a la vez, hasta que su carcaj* quedó vacío, entonces sacó su espada y se lanzó en ayuda de sus compañeros. Poco a poco los iban rodeando, trataban de llegar a los establos pero la cantidad de bandidos no se los permitía. De pronto, la tierra comenzó a temblar, un aullido aterrador los hizo mirar hacia la entrada, el enorme trolls que la custodiaba se dirigía hacia ellos con un enorme mazo, y para su alivio, de un golpe lanzó a cinco hombres por los aires. 

_ ¡Al muelleeee!-  les gritó. 

Los guerreros giraron hacia el río y vieron que el balsero estaba allí y comenzaba a lanzar flechas derribando enemigos con gran destreza. La guardia no lo dudo y corrieron hacia allí abatiendo enemigos a su paso cuando Lassender cayó al suelo gritando, le habían acertado con un cuchillo en su pierna, le dio el príncipe a Varkal y Neels lo ayudó a levantarse mientras Landor y Mhur los protegieron hasta llegar al muelle. Subieron a la embarcación y el balsero les dio unos arcos y carcaj llenos de flechas para que defendieran mientras el empujaba la balsa alejándose de a poco de la costa, pero estaba muy pesada porque había cargado los caballos y rollos de fardo. 

_ ¡Siluuuuus! 

El trolls corrió al llamado del balsero metiéndose al río, apoyo sus enormes hombros en la popa y comenzó a empujarlos, unas diez de flechas cayeron sobre el haciéndolo caer de rodillas, con un aullido ensordecedor y una fuerza propia de una bestia como el, lanzó la balsa al medio del canal, luego volteo y enfrentó a los enemigos, una flecha tras otra impactaron sobre el. Su cuerpo se fue hundiendo mientras la sangre se mezclaba con el agua del río. Poco a poco fueron alejándose de la aldea, en silencio por respeto al trolls que dio su vida por ayudarlos a escapar. Orelkai, el lugar más peligroso del reino, había hecho honor a su nombre. Los hombres estaban exhaustos, habían lavado, limpiado y vendado  la pierna de Lassender, Mhur calmó a Falco y ya lo había puesto a dormir, todos se sentaron donde pudieron, y sin darse cuenta, quedaron dormidos. No hubo guardia esa noche, no habían podido descansar bien desde que salieron del palacio y finalmente se rindieron al sueño.

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