Por fin te atreviste Thiaguito jaja. No olviden comentar, reseñar y dar like. ¡Me haria muy feliz!
Para sorpresa de ambos, Alexia no se apartó, y aunque era la primera vez que experimentaba algo como un beso, sus labios tímidos se entreabrieron para recibirlo, soltando un pequeño e inocente gemido al tiempo que esa lengua filosa le acariciaba sensualmente los labios. Fue un beso suave, lento… casi exploratorio, acompañado de respiraciones entremezcladas e incontrolables espasmos. Thiago Da Silva jamás se había dejado llevar por los impulsos, pero, últimamente, con ella, había tenido muchos de ellos. Era plenamente consciente de lo que hacía, y en lo que se estaba metiendo… sobre todo en lo que se estaba metiendo. M4ldita sea. ¿En qué diablos se estaba metiendo? Rápido eso hizo clic en su cabeza y se alejó de forma abrupta. Alexia tardó en abrir los ojos y en reaccionar al abandono de esos labios. Cuando lo hizo, él ya se había dado la media vuelta. Pasó un trago ligero, buscando recomponerse. ¿Qué fue eso? ¿Él… le había dado su primer beso? Sacudió la cabeza y entró al auto
La besó y probó de manera intensa, casi insensata, como si ella fuese esa meta al final de la última carrera. Y desesperado por sentirla todavía más cerca, posó su mano en su cintura mientras la otra la aferraba posesivamente a su nuca. Ella tenía los ojos completamente abiertos antes del impacto, pero, a medida que esa boca la empujaba a un abismo sin retorno de locura y sensaciones desconocidas, sintió que como pluma al viento se desvanecía. Lo recibió sin reparo alguno, ansiosa, dispuesta, nerviosa, y dejó salir su lengua en busca de la suya con tímida valentía. Thiago se mostró asombrado por el grato recibimiento y profundizó el arrebato, pero sabía que un beso con ella no bastaría, que quería más, su propio cuerpo se lo exigía, así que de a poco, sin intención de abandonar su boca, la arrastró a ciegas hasta la cama. Alexia se dejó llevar sin objeciones, confiada, y enroscó temblorosa las manos alrededor de su cuello como si él fuese su tabla salvavidas. Ella no sabía lo que es
— Responde, Thiago. ¿Qué diablos significa eso? — señaló la revista con el gesto endurecido después de varios segundos de silencioso enfrentamiento — ¿Besaste a mi hermana? — Nick… — ¿Qué es lo que pretendes, eh? — cuestionó — ¿Te divertirás con ella como lo sueles hacer con tus amantes en turno? El CEO Da Silva entornó los ojos. — ¿En serio piensas eso? — No solo lo pienso yo. — Calioppe — alzó las cejas. Nicholas dio un paso al frente, serio. — Escucha, Thiago, es mi hermana, no consentiré que sea una más que lleves a la cama. Él sonrió con ironía. — Deja que sea ella quien decida si quiere estar en mi cama o no. Nick abrió los ojos y en una zancada lo tomó del cuello. — ¡Cuidado con lo que dices en mi presencia! El CEO se soltó de un tirón. — ¡Cuida tú lo que dices en mi casa! Los dos se miraron con salvajismo. — Ella ya tiene suficiente, Thiago, por favor no la arrastres a tu agujero. — ¡A mi agujero! — ironizó. Nick bajó la guardia y colocó los brazos en jarra, r
Fue asombrosamente delicado, tanto que ella se sintió sobre una nube flotante y creyó que en cualquier momento dejaría de respirar. — ¿Estás bien? — preguntó Thiago, alejándose un par de centímetros de sus labios para examinarla — Si quieres puedo parar. Te noto tensa. Ella negó rápidamente. Su pecho subía y bajaba. — Estoy bien — aseguró con voz un tanto agitada. — ¿Segura? — Sí, por favor, continua — casi rogó. — Muy bien — sonrió de medio lado, y depositó un suave beso en la curva de su mentón antes de bajar por el hueco de su cuello y adornarlo con delicadas succiones, mientras una de sus manos se perdía por la curva de su cintura, apretándola con ligereza. Alexia soltó un pequeño quejido de aceptación, y eso hizo que Thiago perdiera toda proporción al verla ceder al fin ante su contacto. Comenzó a desnudarla, con paciencia y ternura, saboreando el momento y la timidez con la que ella lo observaba deshacerse de las prendas. Segundos más tarde, ella también deseó explorarlo,
Él despertó primero. Al principio, lo hizo ligeramente confundido, luego ladeó la cabeza y recordó que se había quedado profundo allí, en aquel sofá, junto a ella y su hijo. Lo que más le causó sorpresa fue ver que Gael no se había despertado aún. Desde que nació nunca lo había visto dormir horas demasiado largas, sobre todo en la madrugada. Era como si siempre hubiese necesitado estar en unos brazos seguros, dulces y que lo hicieran sentir en calma. Sorprendentemente, ese lugar era ella. — Señor, buenos días — saludó Barroso en voz baja, tomándolo por sorpresa, y le tendió una taza de café bien cargado. El CEO se aclaró la garganta y endureció el gesto. — Me quedé dormido — explicó, también en voz baja, cuidando de no despertar a Alexia ya su hijo —. ¿Qué hora es? — Casi las siete, señor, y tiene una junta en media hora con los accionistas. Thiago echó un vistazo al reloj para confirmarlo. — ¿Qué junta? Mi asistente no me ha informado de nada. Se incorporó con cuidado. — Le
La reunión con los accionistas fue un total fracaso, pues el CEO Da Silva no contó con que varios de ellos cambiaran de opinión a último momento, y no solo fue que no se lo esperó, sino que cuando había hablado personalmente con ellos hacía ya varios días, estaban completamente de acuerdo con que Marcelo no debía seguir en la empresa. — ¿Cómo es posible que hayan cambiado de opinión a última hora? — le preguntó a Barroso, de camino a su oficina — Averigua, que fue lo que pasó, no puedo tener a gente en la que no confíe trabajando conmigo. — En seguida, señor — iba a retirarse cuando vio a Marcelo acercarse con una sonrisa bastante socarrona, así que cruzó las manos al frente con una expresión bastante seria. — Me doy unas vacaciones un par de semanas, ¿y así me recibes, cuñadito, intentando sacarme de la empresa? — se burló el Rodrigues. Thiago apretó los puños. — Barroso, déjanos solos. — Lo siento, señor, pero no puedo hacer eso — espetó su jefe de seguridad. Marcelo Rodrigues
— Muchas gracias por venir, doctor, lo mantendré al tanto si surge alguna anomalía — había dicho Barroso, despidiendo al hombre frente a las puertas del ascensor. Al volver con su jefe al salón, se sintió terriblemente culpable. — Señor… — Estoy bien, Barroso. — Esto no tuvo que haber pasado — replicó a cambio —. Fui a hacer lo que me ordenó, pero dejé su seguridad a cambio de dos de mis hombres. Él asintió, incorporándose un poco contra el respaldo del sofá. Tenía el torso vendado y algunas heridas ya desinfectadas. — Fue mi error, no avisé, no lo creí necesario. — Deberá contarme que fue lo que pasó exactamente para dar con el culpable. — Lo haré, pero no ahora, primero quiero descansar. — Como ordene, señor, con permiso — asintió levemente antes de retirarse. Alexia había estado en completo silencio durante la última hora, con el corazón en la garganta. — Acércate — le pidió él, desde el sofá. Ella lo hizo con pasos lentos, mientras jugaba tímida con sus dedos —. Me gusta
Los días comenzaron a pasar luego de ese mágico y casi peligroso acuerdo. Alexia ya había adaptado una rutina para el pequeño Gael y este al fin podía conciliar el sueño toda la noche sin interrupciones. Eso no solo le alegraba a ella, sino al padre del bebé también, que estaba más que maravillado por lo que ella había conseguido en tan poco tiempo con su hijo, y si era sincero, con él también. Se sentía distinto. Distinto a los últimos meses… a los últimos años. Y es que aunque al principio había querido repelerla, con eso solo había logrado sentirse más atraído. Carajo. Irremediablemente atraído. Ahora no podía hacer otra cosa sin que la tuviese presente en cada una de sus actividades, y el deseo por ella se había convertido en una necesidad diaria, casi constante. Cuando despertaba, quería tenerla en su cama, y al finalizar el día… también. Una noche, llegó completamente exhausto de la oficina. Eran casi las nueve, su hijo estaba dormido y ella horneaba un pastel. No era fan d