¿Que habra pasado? ¡Saquen sus conclusiones! No olviden comentar, reseñar y dar like. ¡Me haria muy feliz!
— Muchas gracias por venir, doctor, lo mantendré al tanto si surge alguna anomalía — había dicho Barroso, despidiendo al hombre frente a las puertas del ascensor. Al volver con su jefe al salón, se sintió terriblemente culpable. — Señor… — Estoy bien, Barroso. — Esto no tuvo que haber pasado — replicó a cambio —. Fui a hacer lo que me ordenó, pero dejé su seguridad a cambio de dos de mis hombres. Él asintió, incorporándose un poco contra el respaldo del sofá. Tenía el torso vendado y algunas heridas ya desinfectadas. — Fue mi error, no avisé, no lo creí necesario. — Deberá contarme que fue lo que pasó exactamente para dar con el culpable. — Lo haré, pero no ahora, primero quiero descansar. — Como ordene, señor, con permiso — asintió levemente antes de retirarse. Alexia había estado en completo silencio durante la última hora, con el corazón en la garganta. — Acércate — le pidió él, desde el sofá. Ella lo hizo con pasos lentos, mientras jugaba tímida con sus dedos —. Me gusta
Los días comenzaron a pasar luego de ese mágico y casi peligroso acuerdo. Alexia ya había adaptado una rutina para el pequeño Gael y este al fin podía conciliar el sueño toda la noche sin interrupciones. Eso no solo le alegraba a ella, sino al padre del bebé también, que estaba más que maravillado por lo que ella había conseguido en tan poco tiempo con su hijo, y si era sincero, con él también. Se sentía distinto. Distinto a los últimos meses… a los últimos años. Y es que aunque al principio había querido repelerla, con eso solo había logrado sentirse más atraído. Carajo. Irremediablemente atraído. Ahora no podía hacer otra cosa sin que la tuviese presente en cada una de sus actividades, y el deseo por ella se había convertido en una necesidad diaria, casi constante. Cuando despertaba, quería tenerla en su cama, y al finalizar el día… también. Una noche, llegó completamente exhausto de la oficina. Eran casi las nueve, su hijo estaba dormido y ella horneaba un pastel. No era fan d
Irrumpió en la sala de espera del consultorio con ese impresionante atractivo que lo caracterizaba. Barroso siempre lo seguía a un paso de distancia. — Buenas tardes, señor. ¿Tiene consulta con el licenciado? — le preguntó la recepcionista. Él esbozó una sonrisa irónica. — ¿Tengo cara de necesitar un psicólogo? — se burló con hermetismo — Busco a alguien. La mujer parpadeó, sin comprender. Y Barroso, que conocía muy bien a su jefe, se acercó con una sonrisa amable. — Estamos esperando a la señorita Alexia Dos Santos. ¿Está en consulta ya? — Oh, sí, de hecho, está a punto de salir. En ese instante, la puerta del consultorio se abrió, revelándola. Llevaba la carriola con un muy tranquilo Gael en su interior, jugando con su peluche de apego. Junto a ella, el tal Bernardo reía, para variar. ¿Qué diablos era tan divertido? Además, su trato parecía ser de mucha confianza. Cerró los puños y se aclaró la garganta, avisando de su presencia allí. Alexia alzó la vista, de repente rubor
Los asientos que ella había escogido en el teatro estaban un poco alejados del escenario, así que gracias a las influencias del CEO y sus buenos contactos en Río, logró conseguir que se les asignaran dos en el área VIP. Desde luego, fue mejor, pues disfrutaron el espectáculo de cerca y sin distracciones, sobre todo Gael, que asombrado con las animaciones, rio y se mantuvo activo durante las dos horas siguientes. Había sido una excelente idea llevarlo, sin embargo, en algún punto de la noche, pues era parte del espectáculo y ella no lo sabía, se encendieron antorchas en el escenario, provocando que sus ojos saltaran primero de horror y luego los cerrara; aferrándose fuertemente a los pasamanos de su asiento. — ¿Estás bien? — le preguntó Thiago al notar su cuerpo tieso, pegado al respaldo del asiento — Alexia… Ella no respondió, y contrario a eso, su pecho comenzó a subir y a bajar. Thiago se inquietó. Con una seña pidió a Barroso que se acercara y le entregó a Gael en brazos. — Alex
Más días pasaron. La convivencia entre ellos era refrescante. Coincidían a primera hora del día y volvían a verse al final de la tarde, eso sin contar las ansiadas veces que el CEO dejaba todo lo que estaba haciendo por ir al pent-house y robarle uno que otro beso; sin embargo, no para él no era suficiente, así que cuando su hijo no necesitaba de la atención de ambos porque estaba tomando una siesta, simplemente se la robaba entre gemidos y caricias hasta su habitación. Allí la desnudaba y poseía como a ninguna otra… como nunca antes. Esa mujer despertaba en él sus instintos más primitivos, incluso, podría decirse que se mostraba ante ella como un hombre más relajado y despreocupado, casi sin temores, casi libre de su pasado. Por su parte, Alexia no se sentía muy distinta al CEO. Con él podía ser abierta y un tanto espontánea, aunque también deseaba que él le compartiese eso, que en el fondo parecía atormentarlo profundamente, y que sabía se trataba de su exesposa, la madre del peq
Llegaron riendo y casi empapados. Rápido él encendió la calefacción y le indicó donde encontraría toallas limpias y secas. El apartamento era por demás acogedor, con ventanas grandes y decoración bastante hogareña. A Alexia le gustó. Se secó el cabello mientras la observaba todo con cuidado. Un par de fotografías colgadas llamaron su atención. Era un grupo de chicos. Entornó los ojos al reconocer a dos de ellos. — ¿Son Nick y tú? — preguntó, asombrada. Thiago se acercó con una media sonrisa. — Sí, habíamos ganado unas olimpiadas — recordó aquella época—. Fue entonces cuando nos volvimos bastante cercanos. Ella se quedó mirando la fotografía por un rato más, hasta que él le entregó una muda de ropa seca que tenía en el armario y le indicó donde estaba el baño. Mientras tanto, él preparó algo para calentar sus estómagos. — ¿Crees que Gael estará bien? — le preguntó ella al salir de la ducha, un tanto preocupada. Él alzó la vista, quedándose prendado por unos segundos. Estaba usa
La mañana siguiente, cuando volvieron, lo primero que hizo Alexia fue estrechar al pequeño Gael en brazos. Thiago los observó con adorable nostalgia, sobre todo porque su hijo reaccionó emocionado al verla. — ¿Todo en orden? — preguntó a su jefe de seguridad. — Sí, señor. Sin novedades. — Muy bien, voy a darme una ducha y salimos. Barroso asintió, y cuando quedó a solas en el salón con Alexia y el bebé, se acercó a ella. — Señorita, esto llegó para usted — le entregó un sobre sellado. Ella lo recibió sin importancia y lo abrió mientras jugueteaba con ese pequeño ser que ya adoraba, y difícilmente podría alejarse de él. “Te lo advertí, zorra, llámame o no tendrás la misma suerte una próxima vez” Otra vez el mismo número de teléfono y esa firma: T.D.S — ¿Está todo bien, señorita? — preguntó Barroso al ver como cambiaba su semblante. Ella sacudió la cabeza, le sonrió y le respondió con un dudoso “sí” antes de guardar el sobre. El hombre se la quedó mirando extrañado, pero no pr
— Señor, no quise comentarle nada frente a la señorita Alexia, pero hay algo que uno de mis hombres descubrió — le dijo Barroso un día que iban de camino a la oficina. Él alzó la vista del teléfono. Estaba observando con anhelo una fotografía de él, junto a Alexia y su hijo, que se habían tomado días atrás. — ¿Qué ocurre? — La mujer fue vista entrando a la cárcel. Tengo entendido que fue a visitar a alguien. El CEO se inquietó, porque ambos sabían lo que eso podía significar. — ¿Crees que se trate de una coincidencia? — No lo sé, señor, podría serlo. Se tomó un par de segundos. Después suspiró. — Mantenla vigilada. Esto no me gusta. — Sí, señor. — ¿Cómo va el asunto con el imbécil de Marcelo? — Su ex socio me dijo que no me dará más información si no le ofrecemos una buena cantidad de dinero. El tipo está en banca rota. — ¿De cuánto estamos hablando? — Tiene toda la información en su correo. Cuatrocientos mil reales. — ¿Confías en que de verdad tenga información? — El t