¡Ay, muchas emociones! No olviden comentar, reseñar y dar like por estas parejas de enamorados que merecen ser felices.
La mañana siguiente, Thiago despertó bajo el primer indicio del amanecer. Y aunque el CEO deseaba quedarse allí e impregnarse de ese maravilloso espíritu que no solo se había apoderado del otro lado de su cama, sino de su corazón y su vida entera, sabía que todavía había mucho por hacer para al fin alcanzar la felicidad plena. — Alexia… Alexia… — la llamó con voz queda, adornándola con besos por toda su piel. Ella abrió los ojos de a poco y esbozó una tierna sonrisa tras ser él lo primero que veía en el día. — Hmm, ¿Qué hora es? Tengo mucho sueño. Él apartó un mechón de cabello y besó su frente. — Casi las siete, pero debemos ir a que levantes oficialmente la denuncia. — ¿La denuncia? — preguntó extrañada. — Sí, las personas que han intentado hacerles daño a ti y Gael ya fueron capturadas, pero debemos hacer la denuncia para que el proceso inicie formalmente. — De acuerdo, solo… un poco más — y volvió a quedarse dormida. Más que encantado, él la dejó descansar un poco más, pue
Volvieron a mitad de la tarde, exhaustos, hablando de cualquier cosa y todavía riendo. Gael cayó rendido, apenas tocó su cuna. Ella también lo estaba, pero necesitaba urgentemente una ducha y lavar su cabello. Thiago tuvo que atender una videoconferencia en la biblioteca con su equipo de abogados. El atardecer estaba pintado de naranja y púrpura cuando Alexia bajó las escaleras. Iba descalza y con una camisa de él que le quedaba como camisón. Se secaba el cabello con una toalla. — ¿Thiago? — preguntó a Gaspar que estaba por allí. — En la biblioteca, señorita. Ella le agradeció con una sonrisa. Tocó suavemente antes de entrar. Él tenía el ceño fruncido y le hablaba a la computadora, no entendía lo que decía, pero lucía cansado y se escuchaba un poco molesto. — Un momento — dijo él, antes de alzar la vista y bajar la pantalla de la computadora. Sonrió como si al fin hubiese tenido un poco de vitamina con ella ahí, vestida de esa forma, fresca y suelta — Ven, acércate. — Lo siento,
Despertó sola. Él no le dijo que tendría algo que hacer tan temprano. — Buenos días, Barroso — saludó al jefe de seguridad un tanto confundida. ¿Qué hacía él allí cuando acompañaba a Thiago a todos lados? — Buenos días, señorita Alexia. ¿Le ofrezco café? Ella negó, pero le agradeció el gesto con una sonrisa. — ¿Thiago no está en casa? — No, señorita, hoy tenía que presentarse con el juez. Alexia abrió ligeramente los ojos. — ¿Era hoy? ¿Por qué no me lo dijo? — No quería preocuparla. — Sí, pero... estará tan solo — negó, llevándose las manos al vientre. Después de todo, por lo que había tenido que pasar, merecía estar rodeado y siendo apoyado por las personas que querían. Alzó la vista — Barroso, ¿cree que…? — se mordió el labio. El buen hombre comprendió de inmediato que era lo que esa muchacha quería, así que dejó la taza de café sobre una mesilla y echó un rápido vistazo a su reloj antes de sonreírle. — ¿Puede estar lista en cinco minutos? El corazón de Alexia brincó y as
Seis meses después, la vida les sonreía y las alegrías llegaban de a montones. Alexia había comenzado sus clases en línea dos meses más tarde después del juicio, y solo un mes después, se enteró en su visita mensual al médico que estaba esperando a una niña. — ¿Una niña? ¿Es en serio? — le preguntó su hombre. Lo había llamado tan pronto le dieron la noticia. Él había salido de viaje la noche anterior por un asunto importante de negocios, pues evaluando a fondo los daños que Marcelo había dejado en la empresa de su familia, tuvo que reponerse de a poco. — Sí, es una niña — le dijo entre lágrimas y risas —. Estoy tan feliz, no sabes cuánto. Es nada, es grande y su corazón late muchísimo. Ojalá estuvieras aquí — suspiró al tiempo que escuchaba las puertas del elevador abrirse. Se giró. — Aquí estoy — le dijo él, con el aparato pegado a la oreja, y ella corrió a sus brazos. — ¿Qué haces aquí? Pensé que no volverías hasta mañana. — Terminé antes y no quería pasar una hora más sin ti…
Cinco años más tarde, las dos familias se reunieron para celebrar la graduación de Alexia Dos Santos, ahora Da Silva. Se habían casado un año después del compromiso, un mes antes de las navidades, junto a las personas que los querían y festejaban su amor. La fiesta se celebró en la hacienda, aquellas tierras que los niños de ambas familias ya amaban profundamente y esperaban a las vacaciones de cada año para reunirse y dejarlos ser libre, pues el peligro había quedado atrás y ahora solo el amor y la paz reinaban. El primer año, fue uno de pruebas. Con los últimos meses de embarazo, el parto y la crianza de dos niños pequeños en casa, Alexia no se daba abasto entre la maternidad y los estudios, incluso pensó en algún momento en abandonar las clases en línea; sin embargo, él no lo permitió, y recortó horas de trabajo para ser un padre más ausente. Todo por su familia. Desde entonces aprendieron a comunicarse más y a buscar ayuda en el otro cada vez que lo necesitaban. No eran perfectos
— ¿Cómo puedes estar haciéndome esto? ¿En serio crees que nuestros padres estarían de acuerdo? — preguntó Calioppe a su hermano mayor. Tenía el corazón apabullado — ¿Qué papá me arrojaría a los brazos de cualquier hombre? ¡¿Qué mamá lo consentiría?! — ¡Basta, Calioppe! ¡No toleraré más esta clase de comportamiento infantil a una hora de tu boda! — exclamó Thiago Da Silva a su hermana de veintitrés, que lo veía como si él fuese su peor enemigo — ¡Esta es una decisión irrefutable, así que sal allí y contrae matrimonio con tu prometido! — ¡Thiago, por favor, no puedes hacerme esto! — sollozó, desconsolada. — ¡Eso lo hubieses pensado antes de hacer de tu vida todo este desastre! — ¡Yo no hice nada! — ¡Te encontraron con estupefacientes en tus pertenencias y tienes una orden de arresto que tuve que resolver para que no fueses a dar a la cárcel! — bramó — ¡¿Significa eso nada para ti?! Era imposible hacerlo entrar en razón, sobre todo porque ella no tenía como defenderse… no cuando la
Un horrible silencio se hizo en la habitación por lo que fueron largos segundos. Calioppe tenía el vestido desgarrado. Nick estaba medio desnudo de la parte de arriba y a ambos los habían encontrado en una posición bastante cuestionable de la que no cualquiera podría librarse tan fácil. — Nick, Calioppe… ¿Qué diablos significa esto? — preguntó Thiago a su hermana y a amigo… aunque todo le resultaba bastante esclarecedor, pues ella se había convertido en una jovencita rebelde después de la muerte de sus padres y la creía capaz de cualquier cosa con tal de librarse de su prometido. Lo que no entraba en su cabeza era como su viejo amigo había caído en las tretas de una jovencita que era casi diez años menor que él. — Estoy esperando una respuesta — continuó, y entrelazó sus dedos a los de su mujer y madre del hijo que venía en camino. Junto a ellos, aguardaban también dos camareras. — Thiago, no es lo que parece — Calioppe intentó explicarse. ¡Por supuesto que no es lo que parece!
Calioppe sabía que no había forma de convencer a su hermano de toda aquella locura, ni antes, ni ahora, pues ya era un hecho… ¡le había conseguido en menos de nada un nuevo marido! Se encerró en la habitación que estaba predestinada para ella ese día y se dejó caer hecha un ovillo en la cama, sollozando en completo silencio. De pronto, la puerta se abrió, revelando la sonrisa de triunfo de su cuñada. — ¿Qué haces aquí? Eres la última persona a la que quiero ver en este momento, así que lárgate. Tiara ignoró lo que su “adorada” cuñada quería y se sentó cruzada de piernas en el filo de la cama. — Vaya humillación para la familia el día de hoy, eh Lilo. ¿Hacer travesuras una hora antes de tu boda? Eres toda una chica mala. — ¡No me llames Lilo! — Calioppe se incorporó muy dispuesta a salir de allí. No quería escucharla, mucho menos compartir el mismo espacio con ella. La detestaba por todo lo que le había hecho el último año. — No te atrevas a hacer otra tontería — le advirtió la