Natalia salió de la sala sin mirar atrás, las puertas del gran salón se cerraron detrás de ella con un golpe sordo, como si un capítulo de su vida se hubiera sellado de forma irreversible. El eco de sus propios pasos resonaba en el pasillo largo y oscuro, mientras se dirigía hacia las escaleras. Podía sentir la adrenalina recorriendo su cuerpo, el pulso acelerado, la respiración aún irregular. Había liberado una verdad que le ardía en el pecho desde hacía años, pero la sensación de alivio era momentánea. Sabía que lo más difícil aún estaba por llegar. La guerra recién comenzaba, y las consecuencias de su enfrentamiento con Esteban y Victoria serían inevitables.Una vez en su habitación, cerró la puerta con cuidado, no porque tuviera miedo de ser escuchada, sino porque necesitaba un momento para procesar todo lo que acababa de suceder. Todo lo que había aprendido, todo lo que había planeado, ahora era una realidad tangible, y no estaba segura de si estaba lista para afrontarlo. Sin emb
Las horas que transcurrieron entre la entrada de Natalia al edificio de la empresa y la llegada de Esteban a la sala del consejo fueron las más tensas de su vida. Cada paso que daba por los pasillos de la imponente sede de Montalvo Corporations se sentía como un desafío, una lucha contra sí misma. La empresa, en la que había estado a punto de perderse en su propia mentira, era ahora su campo de batalla. La infiltración, el engaño y la venganza se habían convertido en su única razón de ser. Pero aún no podía librarse de la sensación de que, al dar este paso, se estaba adentrando en un territorio que desconocía en su totalidad.Dentro de la sala del consejo, el ambiente era tenso, los murmullos y los susurros se mezclaban con las voces de los accionistas que debatían sobre las futuras inversiones de la compañía. El imperio de Esteban Montalvo había sido construido sobre años de trabajo duro, de decisiones calculadas y de alianzas estratégicas que lo habían llevado a lo más alto del mund
El silencio que siguió al escándalo de la firma errónea fue ensordecedor. Montalvo Corporations, el imperio que había sido un referente de poder y éxito en el mundo empresarial, se encontraba tambaleando al borde del colapso. Los rumores sobre la incapacidad de Esteban Montalvo se propagaron como un incendio forestal, devorando todo a su paso. Los empleados hablaban en sus pasillos, los accionistas comenzaban a mirar con desconfianza, y los medios de comunicación se encargaron de difundir la imagen de un hombre que ya no estaba al mando de su propio destino.Natalia se mantenía al margen, observando desde las sombras cómo su plan tomaba forma. Ya no era la joven indefensa que una vez había sido. Ahora era una mujer en el control de su propio destino, jugando un juego mucho más peligroso que el de los negocios. En este juego, cada movimiento contaba, cada mentira debía ser perfecta, y cada traición debía ser calculada.Cuando llegó la noche, Natalia se encontró nuevamente en la casa de
El sonido del teléfono vibrando sobre la mesa fue suficiente para hacer que Natalia despertara de sus pensamientos. Sus ojos se entrecerraron mientras miraba el número desconocido que aparecía en la pantalla. Había aprendido a no confiar en las coincidencias, pero aún así, una leve sensación de intriga se instaló en su pecho. Sin embargo, no era momento de dudar. No ahora, no cuando su plan comenzaba a alcanzar una velocidad frenética.Descolgó el teléfono sin dudar, su voz firme y serena.-¿Sí?Una voz grave, cargada de una tensión apenas contenida, respondió al otro lado.-Natalia... es Javier. Necesito que escuches esto.El nombre de Javier resonó en su cabeza. Javier Ramírez, su confidente dentro de la organización de Esteban Montalvo. Había sido parte de los primeros eslabones en la cadena que la había llevado hasta allí, dentro de la misma fortaleza de Montalvo Corporations. Un hombre con conocimiento de secretos oscuros, capaz de infiltrar los rincones más cerrados de la compañ
Las paredes de la sala de juntas parecían estrecharse alrededor de Natalia mientras los ojos de los ejecutivos se fijaban en ella, algunos con desdén, otros con un aire de incertidumbre. Había algo en su postura, en su mirada, que mostraba que ya no era solo una hija perdida, sino una mujer con ambición, un apetito de venganza que se reflejaba en cada palabra que pronunciaba.Sebastián Valverde, sentado en la esquina de la mesa, la observaba con una mezcla de desconfianza y admiración. Sabía que Natalia Montalvo no era una mujer común, pero no podía comprender la magnitud de su poder hasta ese momento. Había escuchado los rumores, pero enfrentarse a ella en persona le dejaba una sensación extraña, algo que nunca había experimentado con su padre, Esteban.-Así que has venido a reclamar lo que es tuyo -dijo Valverde, su voz suave pero cargada de hostilidad. Sabía que Natalia no estaba allí solo para tomar el control de la empresa; había algo más en juego, algo mucho más oscuro y peligro
La lluvia caía a raudales sobre la ciudad, las gotas golpeaban las ventanas del despacho de Natalia, un sonido constante y monótono que parecía calmar su mente agitada. Había dejado atrás la reunión en la sala de juntas, un campo de batalla donde las palabras eran cuchillos y las miradas, dagas afiladas. La tensión aún llenaba el aire, pero Natalia sabía que su estrategia debía ser calculada, que cada movimiento debía estar planeado al milímetro. La guerra por el control de Montalvo Corporations no había hecho más que comenzar, y ella estaba decidida a salir victoriosa.Se sentó en su escritorio, dejando que las luces de la ciudad se reflejaran en sus ojos mientras repasaba mentalmente todo lo sucedido. El encuentro con su madre había sido lo que esperaba: un choque de voluntades, una lucha en la que los resentimientos del pasado se acumulaban en cada palabra. Sin embargo, algo en el rostro de Victoria la había desconcertado. Había algo en sus ojos, un destello de miedo, o tal vez de
La mañana llegó con un cielo despejado, pero para Natalia, el día comenzaba con una nueva tormenta dentro de sí. Había algo en el aire, algo que la inquietaba profundamente, como si todo lo que había estado planeando hasta ese momento estuviera a punto de desmoronarse. El encuentro con Sebastián Valverde no había hecho más que confirmar lo que ya sospechaba: estaba jugando con fuego, pero cada paso hacia adelante la acercaba más al borde del abismo.Se encontraba en su oficina, contemplando la vista panorámica de la ciudad, cuando el sonido de su teléfono interrumpió sus pensamientos. Era un mensaje de texto, uno corto y directo, sin adornos."Te espero a las 10 en la sede central. No llegues tarde."El remitente era su madre. La última persona con la que esperaba tener contacto en este momento. ¿Qué podría querer Victoria Montalvo de ella ahora? Natalia se quedó unos segundos mirando el mensaje en su pantalla, como si las palabras tuvieran el poder de detener el tiempo. No sabía qué
La revelación de Victoria resonó en la mente de Natalia como un trueno en medio de la tormenta. Su padre. La figura que había estado ausente en su vida, que había representado un vacío insondable durante tantos años, ahora aparecía como el verdadero enemigo en la oscuridad. Pero lo más desconcertante de todo era la calma con la que Victoria había dicho aquellas palabras. No había ni rabia ni sorpresa en su voz, solo una sombra de tristeza, como si lo hubiese sabido durante años y ahora fuera el momento de compartirlo con su hija.Natalia, incapaz de procesar de inmediato lo que acababa de escuchar, se quedó quieta, mirando a su madre. Sentía que el suelo bajo sus pies se desmoronaba, como si toda su existencia hasta ese momento fuera una construcción frágil, lista para desplomarse.-Mi padre... ¿mi padre? -La pregunta salió de su boca sin quererlo, un susurro cargado de incredulidad.Victoria asintió lentamente, su expresión era seria, distante, como si el tiempo no le permitiera most