El sonido del teléfono vibrando sobre la mesa fue suficiente para hacer que Natalia despertara de sus pensamientos. Sus ojos se entrecerraron mientras miraba el número desconocido que aparecía en la pantalla. Había aprendido a no confiar en las coincidencias, pero aún así, una leve sensación de intriga se instaló en su pecho. Sin embargo, no era momento de dudar. No ahora, no cuando su plan comenzaba a alcanzar una velocidad frenética.Descolgó el teléfono sin dudar, su voz firme y serena.-¿Sí?Una voz grave, cargada de una tensión apenas contenida, respondió al otro lado.-Natalia... es Javier. Necesito que escuches esto.El nombre de Javier resonó en su cabeza. Javier Ramírez, su confidente dentro de la organización de Esteban Montalvo. Había sido parte de los primeros eslabones en la cadena que la había llevado hasta allí, dentro de la misma fortaleza de Montalvo Corporations. Un hombre con conocimiento de secretos oscuros, capaz de infiltrar los rincones más cerrados de la compañ
Las paredes de la sala de juntas parecían estrecharse alrededor de Natalia mientras los ojos de los ejecutivos se fijaban en ella, algunos con desdén, otros con un aire de incertidumbre. Había algo en su postura, en su mirada, que mostraba que ya no era solo una hija perdida, sino una mujer con ambición, un apetito de venganza que se reflejaba en cada palabra que pronunciaba.Sebastián Valverde, sentado en la esquina de la mesa, la observaba con una mezcla de desconfianza y admiración. Sabía que Natalia Montalvo no era una mujer común, pero no podía comprender la magnitud de su poder hasta ese momento. Había escuchado los rumores, pero enfrentarse a ella en persona le dejaba una sensación extraña, algo que nunca había experimentado con su padre, Esteban.-Así que has venido a reclamar lo que es tuyo -dijo Valverde, su voz suave pero cargada de hostilidad. Sabía que Natalia no estaba allí solo para tomar el control de la empresa; había algo más en juego, algo mucho más oscuro y peligro
La lluvia caía a raudales sobre la ciudad, las gotas golpeaban las ventanas del despacho de Natalia, un sonido constante y monótono que parecía calmar su mente agitada. Había dejado atrás la reunión en la sala de juntas, un campo de batalla donde las palabras eran cuchillos y las miradas, dagas afiladas. La tensión aún llenaba el aire, pero Natalia sabía que su estrategia debía ser calculada, que cada movimiento debía estar planeado al milímetro. La guerra por el control de Montalvo Corporations no había hecho más que comenzar, y ella estaba decidida a salir victoriosa.Se sentó en su escritorio, dejando que las luces de la ciudad se reflejaran en sus ojos mientras repasaba mentalmente todo lo sucedido. El encuentro con su madre había sido lo que esperaba: un choque de voluntades, una lucha en la que los resentimientos del pasado se acumulaban en cada palabra. Sin embargo, algo en el rostro de Victoria la había desconcertado. Había algo en sus ojos, un destello de miedo, o tal vez de
La mañana llegó con un cielo despejado, pero para Natalia, el día comenzaba con una nueva tormenta dentro de sí. Había algo en el aire, algo que la inquietaba profundamente, como si todo lo que había estado planeando hasta ese momento estuviera a punto de desmoronarse. El encuentro con Sebastián Valverde no había hecho más que confirmar lo que ya sospechaba: estaba jugando con fuego, pero cada paso hacia adelante la acercaba más al borde del abismo.Se encontraba en su oficina, contemplando la vista panorámica de la ciudad, cuando el sonido de su teléfono interrumpió sus pensamientos. Era un mensaje de texto, uno corto y directo, sin adornos."Te espero a las 10 en la sede central. No llegues tarde."El remitente era su madre. La última persona con la que esperaba tener contacto en este momento. ¿Qué podría querer Victoria Montalvo de ella ahora? Natalia se quedó unos segundos mirando el mensaje en su pantalla, como si las palabras tuvieran el poder de detener el tiempo. No sabía qué
La revelación de Victoria resonó en la mente de Natalia como un trueno en medio de la tormenta. Su padre. La figura que había estado ausente en su vida, que había representado un vacío insondable durante tantos años, ahora aparecía como el verdadero enemigo en la oscuridad. Pero lo más desconcertante de todo era la calma con la que Victoria había dicho aquellas palabras. No había ni rabia ni sorpresa en su voz, solo una sombra de tristeza, como si lo hubiese sabido durante años y ahora fuera el momento de compartirlo con su hija.Natalia, incapaz de procesar de inmediato lo que acababa de escuchar, se quedó quieta, mirando a su madre. Sentía que el suelo bajo sus pies se desmoronaba, como si toda su existencia hasta ese momento fuera una construcción frágil, lista para desplomarse.-Mi padre... ¿mi padre? -La pregunta salió de su boca sin quererlo, un susurro cargado de incredulidad.Victoria asintió lentamente, su expresión era seria, distante, como si el tiempo no le permitiera most
El reloj marcaba las tres de la madrugada cuando Natalia se levantó de la cama, arrastrando su cuerpo cansado pero inquieto. Había pasado las últimas horas repasando cada palabra de la conversación con su madre, desmenuzándola una y otra vez en su mente. La verdad la había golpeado con la fuerza de un tren, pero no era el único golpe que sentía. En su pecho, un nudo de ira y desesperación se formaba cada vez que pensaba en lo que su padre había hecho. Había sido él quien había orquestado su secuestro, quien la había arrancado de su vida, de su madre, de su hogar. Y ahora, ella estaba de vuelta, con el propósito de vengarse, pero también con el deber de entender quién era realmente su enemigo.Se acercó a la ventana del apartamento que había conseguido en la ciudad, un lugar discreto, lejos de las miradas curiosas. Desde allí, podía ver las luces parpadeantes de la ciudad, tan ajenas a la tormenta que se gestaba en su interior. No sabía qué esperar, cómo proceder. Cada paso debía ser c
La conversación con Carlos Fernández había dejado a Natalia con una mezcla de ansiedad y curiosidad. El hecho de que él, un hombre con el que había tenido pocos contactos en el pasado, estuviera dispuesto a ofrecerle información sobre su padre, era más que una simple coincidencia. Natalia había oído hablar de Carlos antes, siempre como un hombre de negocios de gran astucia que había sido clave en muchas de las transacciones más oscuras de Esteban Montalvo. Sin embargo, nunca había sido un aliado cercano. De hecho, Natalia siempre había sentido que su lealtad hacia Esteban era más que una cuestión de dinero; parecía estar vinculada a algo mucho más personal, algo que solo él conocía.Se levantó de la mesa y caminó hacia la ventana, donde la luz del amanecer bañaba la ciudad con su cálida resplandecencia. El aire fresco que entraba por la rendija de la ventana acariciaba su rostro, pero la calidez del sol no conseguía deshacerse del frío en su interior. El regreso a la ciudad significab
El día siguiente llegó con la misma fría indiferencia que había caracterizado las últimas semanas de la vida de Natalia. La ciudad despertaba lentamente, pero ella, atrapada en sus pensamientos, ya había comenzado a moverse con una determinación renovada. Los ecos de la conversación con Carlos Fernández seguían resonando en su mente, pero lo que más la perturbaba no era el hecho de tener un aliado inesperado en su lucha contra Esteban Montalvo. No. Lo que realmente la inquietaba era la mujer de la que Carlos había hablado. ¿Quién era ella? ¿Por qué había permanecido en las sombras durante tanto tiempo? La incógnita sobre esa mujer se había instalado en su mente como una obsesión. Necesitaba respuestas, y necesitaba encontrarlas rápido.Sabía que Carlos no había revelado toda la verdad. Aunque su promesa de entregarle más información sobre esa mujer había sido directa, algo en sus palabras le hacía sospechar que estaba ocultando más detalles de los que mostraba. La pregunta era, ¿qué e