La revelación de Victoria resonó en la mente de Natalia como un trueno en medio de la tormenta. Su padre. La figura que había estado ausente en su vida, que había representado un vacío insondable durante tantos años, ahora aparecía como el verdadero enemigo en la oscuridad. Pero lo más desconcertante de todo era la calma con la que Victoria había dicho aquellas palabras. No había ni rabia ni sorpresa en su voz, solo una sombra de tristeza, como si lo hubiese sabido durante años y ahora fuera el momento de compartirlo con su hija.Natalia, incapaz de procesar de inmediato lo que acababa de escuchar, se quedó quieta, mirando a su madre. Sentía que el suelo bajo sus pies se desmoronaba, como si toda su existencia hasta ese momento fuera una construcción frágil, lista para desplomarse.-Mi padre... ¿mi padre? -La pregunta salió de su boca sin quererlo, un susurro cargado de incredulidad.Victoria asintió lentamente, su expresión era seria, distante, como si el tiempo no le permitiera most
El reloj marcaba las tres de la madrugada cuando Natalia se levantó de la cama, arrastrando su cuerpo cansado pero inquieto. Había pasado las últimas horas repasando cada palabra de la conversación con su madre, desmenuzándola una y otra vez en su mente. La verdad la había golpeado con la fuerza de un tren, pero no era el único golpe que sentía. En su pecho, un nudo de ira y desesperación se formaba cada vez que pensaba en lo que su padre había hecho. Había sido él quien había orquestado su secuestro, quien la había arrancado de su vida, de su madre, de su hogar. Y ahora, ella estaba de vuelta, con el propósito de vengarse, pero también con el deber de entender quién era realmente su enemigo.Se acercó a la ventana del apartamento que había conseguido en la ciudad, un lugar discreto, lejos de las miradas curiosas. Desde allí, podía ver las luces parpadeantes de la ciudad, tan ajenas a la tormenta que se gestaba en su interior. No sabía qué esperar, cómo proceder. Cada paso debía ser c
La conversación con Carlos Fernández había dejado a Natalia con una mezcla de ansiedad y curiosidad. El hecho de que él, un hombre con el que había tenido pocos contactos en el pasado, estuviera dispuesto a ofrecerle información sobre su padre, era más que una simple coincidencia. Natalia había oído hablar de Carlos antes, siempre como un hombre de negocios de gran astucia que había sido clave en muchas de las transacciones más oscuras de Esteban Montalvo. Sin embargo, nunca había sido un aliado cercano. De hecho, Natalia siempre había sentido que su lealtad hacia Esteban era más que una cuestión de dinero; parecía estar vinculada a algo mucho más personal, algo que solo él conocía.Se levantó de la mesa y caminó hacia la ventana, donde la luz del amanecer bañaba la ciudad con su cálida resplandecencia. El aire fresco que entraba por la rendija de la ventana acariciaba su rostro, pero la calidez del sol no conseguía deshacerse del frío en su interior. El regreso a la ciudad significab
El día siguiente llegó con la misma fría indiferencia que había caracterizado las últimas semanas de la vida de Natalia. La ciudad despertaba lentamente, pero ella, atrapada en sus pensamientos, ya había comenzado a moverse con una determinación renovada. Los ecos de la conversación con Carlos Fernández seguían resonando en su mente, pero lo que más la perturbaba no era el hecho de tener un aliado inesperado en su lucha contra Esteban Montalvo. No. Lo que realmente la inquietaba era la mujer de la que Carlos había hablado. ¿Quién era ella? ¿Por qué había permanecido en las sombras durante tanto tiempo? La incógnita sobre esa mujer se había instalado en su mente como una obsesión. Necesitaba respuestas, y necesitaba encontrarlas rápido.Sabía que Carlos no había revelado toda la verdad. Aunque su promesa de entregarle más información sobre esa mujer había sido directa, algo en sus palabras le hacía sospechar que estaba ocultando más detalles de los que mostraba. La pregunta era, ¿qué e
El día siguiente llegó con la misma fría indiferencia que había caracterizado las últimas semanas de la vida de Natalia. La ciudad despertaba lentamente, pero ella, atrapada en sus pensamientos, ya había comenzado a moverse con una determinación renovada. Los ecos de la conversación con Carlos Fernández seguían resonando en su mente, pero lo que más la perturbaba no era el hecho de tener un aliado inesperado en su lucha contra Esteban Montalvo. No. Lo que realmente la inquietaba era la mujer de la que Carlos había hablado. ¿Quién era ella? ¿Por qué había permanecido en las sombras durante tanto tiempo? La incógnita sobre esa mujer se había instalado en su mente como una obsesión. Necesitaba respuestas, y necesitaba encontrarlas rápido.Sabía que Carlos no había revelado toda la verdad. Aunque su promesa de entregarle más información sobre esa mujer había sido directa, algo en sus palabras le hacía sospechar que estaba ocultando más detalles de los que mostraba. La pregunta era, ¿qué e
Las primeras luces del día apenas comenzaban a filtrarse por las ventanas del apartamento de Natalia. Aunque la ciudad a sus pies despertaba lentamente, ella ya estaba completamente despierta, inmersa en sus pensamientos. El frío aire de la mañana le despejaba la mente, pero la presión de lo que estaba por venir la mantenía tensa, como si las sombras mismas de la ciudad la estuvieran observando.El archivo que había recibido de Carlos seguía abierto sobre su mesa, junto con varias hojas que había añadido durante la noche, llenas de notas y observaciones. Todo lo que había descubierto sobre Adriana Mendoza, su desaparición, y las conexiones con Esteban Montalvo, no hacían más que confirmar lo que siempre había sospechado: su padre no era la persona que ella creía, y el mundo en el que se movía estaba lleno de mentiras, traiciones y oscuros secretos. Esteban, a pesar de ser el hombre más poderoso de la ciudad, estaba atrapado en una red que, según Natalia, había tejido con sus propias m
El viento de la noche arrastraba consigo las últimas hojas secas que quedaban en las calles de la ciudad. Natalia caminaba con paso firme por las aceras iluminadas, pero sus pensamientos no seguían el ritmo tranquilo de sus pasos. Estaba sumida en un mar de dudas y certezas. Raúl había cumplido con su parte al entregarle la grabación, pero lo que esa grabación implicaba, aún le resultaba incierto. ¿Por qué Iván Torres había estado con Adriana Mendoza la noche de su desaparición? ¿Acaso estaba involucrado en la desaparición de la mujer que alguna vez fue la mano derecha de Esteban Montalvo? Esas preguntas rondaban su mente sin cesar.Pero lo que realmente le perturbaba no era solo el misterio detrás de Adriana. Lo que le inquietaba era lo que implicaba para ella, para su venganza. Cada revelación que alcanzaba la superficie del océano de secretos en el que había nadado durante años la acercaba más a la verdad. Y a la vez, la alejaba más de cualquier esperanza de redención.Pasaron vari
El sonido metálico de las puertas del automóvil resonaba en la noche, marcando el inicio de lo que Natalia temía era una trampa. Los dos hombres que se habían aproximado a ellos eran figuras familiares, miembros de la seguridad de Montalvo Corp. Pero no eran simples empleados; eran los más leales a Esteban, aquellos que habían estado en su círculo más cercano durante años. El sudor comenzó a resbalar por la nuca de Raúl mientras observaba la situación volverse más peligrosa con cada segundo que pasaba.Natalia no se dejó atrapar por el pánico. Había aprendido, en todos estos años de engaños y traiciones, a mantener la calma en las situaciones más extremas. Sin embargo, el hecho de que la seguridad de Montalvo Corp. estuviera involucrada solo podía significar una cosa: alguien dentro de la empresa había descubierto su plan, y ahora su vida estaba en peligro.-Raúl, ¿qué está pasando? -preguntó Natalia en voz baja, sus ojos observando a los hombres que la rodeaban. Intentaba no mostrar